CEPAL: pobreza y desarrollo sostenible

Columna
Infobae, 05.02.2022
Felipe Frydman, economista argentino, exembajador y consultor del CARI

Las estadísticas del Banco Mundial indican que la pobreza extrema disminuyó en el mundo del 43% en 1980 al 9,3% en 2017. Sin embargo, en América Latina y el Caribe pasó del 13,7 al 3,7%

La CEPAL dio a conocer el documento Panorama Social de América Latina y Caribe que señala el incremento de la pobreza y pobreza extrema durante 2020 y 2021 como consecuencia de la pandemia. Según el informe, la pobreza extrema pasó de 13,1 a 13,8% alcanzando a 86 millones de personas mientras que en realidad la pobreza disminuyó de 33 a 32,1% con un total de 201 millones. Los datos ratifican las consecuencias negativas sobre la situación social de la paralización de la actividad económica durante 2020 y la lenta recuperación en 2021. La práctica desaparición del turismo vital para el empleo y del cual dependen muchos países aún está lejos de los niveles previos a la pandemia por las restricciones para los viajes.

La CEPAL considera a una persona pobre cuando el ingreso por habitante de su hogar es inferior al valor de la línea de ingresos que permite satisfacer las necesidades básicas. Este límite fija la pobreza extrema; el nivel de pobreza se calcula multiplicando el índice anterior por un coeficiente para las necesidades básicas no alimentarias. El Banco Mundial utiliza un ingreso de 1,90 dólares diarios para medir la pobreza. El informe de la CEPAL dice que “la evaluación de la incidencia de la pobreza de 2020 presenta un panorama menos desalentador salvo en el caso de Argentina y México” que llama la atención ante la situación extraordinaria por la cual atravesó el mundo en los dos últimos años.

Las estadísticas del Banco Mundial indican que la pobreza extrema según el índice del organismo disminuyó en el mundo del 43% en 1980 al 9,3% en 2017. En América Latina y el Caribe pasó del 13,7 al 3,7% mientras en China y Sudeste asiático cayó del 80 al 1% en igual período. Estos contrastes marcan el estancamiento de América Latina y el Caribe con relación al crecimiento de la región asiática. El informe de la CEPAL no entra en comparaciones, pero en el “Informe Especial COVID-19 N° 13″ afirma que para mantener un crecimiento de un 4% que influya sobre la situación social “se requiere aumentar gradualmente los niveles de inversión como proporción del PBI del 17,6% actual al 28% en 2030″.

El informe avanza con propuestas para el financiamiento de la tasa de inversión. Entre ellas se menciona la reducción de la evasión y la elusión fiscal, mejorar las regulaciones ambientales, aumentar el gasto expansivo, reorientar los subsidios a los combustibles fósiles para apoyar iniciativas verdes, fondos climáticos internacionales y tasa al carbono. El informe pareciera tener una proyección política ingenua al alegar que los mayores costos que requiere la transformación productiva sumado a un aumento de los impuestos tendrían un efecto positivo; todo indica que sólo habría una transferencia de inversiones entre sectores sin afectar la tasa de inversión global. Las mayores regulaciones e impuestos al aumentar los costos y reducir los beneficios desalentarían nuevas inversiones. Esta dicotomía es parte de la reticencia de los países en desarrollo (China e India) de aumentar sus compromisos de reducción de emisiones.

La Comisión propone también mantener el nivel de transferencias de 2020 en los años subsiguientes. En 2020, los pagos de emergencia fueron 89.700 millones de dólares mientras que en 2021 se redujeron a 45.300. La CEPAL lamenta que los Gobiernos no hayan continuado con las mismas sumas de transferencias para mitigar los efectos de la crisis. Este párrafo llama la atención porque los gobiernos redujeron los montos por las restricciones presupuestarias para endeudarse y porque ya estaba en marcha la recuperación como se menciona en el mismo informe. No es difícil insistir en las bondades de incrementar el gasto público como panacea de todos los males cuando no se tienen responsabilidades sobre las consecuencias macroeconómicas.

La CEPAL sostiene que la pandemia desnudó los problemas de América Latina y el Caribe. Sin embargo, la crisis no comenzó con el COVID-19. El mismo informe menciona que la exigua tasa de inversión del 17% y la persistencia de las mismas políticas explican la persistencia de la pobreza o el deterioro de las condiciones sociales desde 2011 coincidiendo con la crisis 2008/2009, el fin del auge de las commodities y la consolidación de las economías asiáticas. Hubiera sido oportuno que la CEPAL diagnosticara los motivos del retroceso latinoamericano en el escenario mundial con anticipación sin esperar que una crisis sanitaria forzara la reflexión del organismo.

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