Chile y Argentina: Un desafío permanente

Columna
Realidad y Perspectiva, N*85 (junio 2020)
Eduardo Rodríguez Guarachi y Carlos Appelgren Balbontín, embajadores (r)

La relación Chile-Argentina es, por definición, estratégica para ambos países. Como tal, debe enmarcarse en una Política Exterior de Estado y con continuidad en el tiempo, para que no se vea afectada por consideraciones ideológicas producto de las diferencias que puedan existir entre los respectivos Gobiernos.

Esa es la política virtuosa que se desarrolló en los últimos 30 años, con una paulatina e imaginativa construcción de confianzas, que permitió solucionar los sensibles temas limítrofes que entorpecían la vinculación y ha establecido bases sólidas de relacionamiento en todas las áreas. Sólo queda pendiente resolver Campos de Hielo Norte, que debería solucionarse a través de una negociación, de acuerdo con el tratado de 1999.

Sin embargo, esta política de Estado hoy está sometida a “ruidos” inconducentes, producto de una seguidilla de acciones argentinas, que sugieren una aparente animadversión política. El problema es que esto ha permeado a las Cancillerías y a grupos importantes de opinión en ambos países, favoreciendo la utilización mediática de las dificultades, con propósitos de política interna. Como contrapartida, se ha iniciado una positiva reflexión en sectores que valoran el progreso que ha evidenciado el vínculo y lo proyectan hacia el futuro.

Dentro de ese marco y desde el punto de vista de los intereses de Chile, la actual situación puede desembocar en nuevos litigios limítrofes, disfuncionales per se para fortalecer e incrementar una visión estratégica de futuro compartido. La controversia acerca de la plataforma continental extendida, y el pronunciamiento de la Comisión ad hoc de la ONU, puede desembocar en una disputa, no deseada, respecto de la delimitación de Campos de Hielo Sur, aún pendiente y en la que Argentina tiene un avanzado trabajo técnico.

Eso afectaría la activa relación que se ha ido desarrollando en otras áreas, como la situación de las inversiones de capitales chilenos en Argentina, el crecimiento del comercio, el encadenamiento productivo, la cooperación energética, consular y de inmigración, el trabajo que desarrollan los comités de frontera, la vinculación entre las provincias argentinas y las regiones de Chile, la relación entre diferentes instituciones culturales, castrenses, tecnológicas y de generación de pensamiento entre ambos países, y un largo etcétera que no existía hace tres décadas.

Ese es un capital valioso y nuevo, construido con visión de futuro, que hay que preservar con inteligencia, discreción, imaginación y diplomacia. Debiera ser la base para superar el actual desencuentro y privilegiar las voces moderadas y constructivas, objetivo que exige actuar en dos planos diferentes pero complementarios. Primero, recurrir a herramientas no tradicionales de la diplomacia, para establecer un puente de confianza entre los presidentes. Ello se debe hacer con la debida reserva, a través de un enviado o misión especial de alto nivel, que pueda crear las condiciones para restablecer un diálogo útil y creativo entre ambos y sus respectivas administraciones. Debe haber una agenda imaginativa y gradual y un plan de acción, que acentúe la condición de política de Estado que tiene la vinculación.

El plano complementario es el mediático. Es necesario implementar un trabajo coordinado con los medios de comunicación, funcional a la necesidad de crear las condiciones que permitan superar la actual coyuntura. Ante un nuevo y eventual conflicto es importante “educar” a las opiniones públicas acerca del valor y conveniencia de una solución inteligente, que mantenga la vinculación global y sus beneficios.

Lo anterior debe ir acompañado de gestiones en todos los planos, para reforzar los nexos en sus más variados ámbitos, enfatizando la relación vecinal, de conectividad a nivel de regiones, económico comercial y cultural. A ese efecto, hay que reiterar que Chile y Argentina deben constituirse, asociados, en una plataforma comercial y financiera de entrada y salida a sus respectivos océanos.

Finalmente, en estos tiempos confusos es útil recordar el aserto de muchos hombres de Estado, a ambos lados de la cordillera, según el cual las vinculaciones entre Chile y Argentina no suman, multiplican.

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