Con la cola entre las piernas, por ahora

Columna
El Líbero, 03.06.2023
Fernando Schmidt Ariztía, embajador (r) y exsubsecretario de RREE
Después de un caótico almuerzo en Itamaraty, la idea de revivir Unasur había muerto y un Lula rabioso recordaba a los mandatarios los “logros” de la malhadada unión.

El pasado martes tuvo lugar en Brasilia el “retiro” presidencial convocado por Lula para relanzar un esquema de cooperación, diálogo e integración sudamericano parecido al que tienen otras subregiones en nuestra América, como Caricom o SICA. Los convocantes tenían en mente reflotar Unasur.

Lo que ocurrió en ese encuentro quedó totalmente opacado por la presencia del dictador venezolano, Nicolás Maduro y su corte, recibidos con fanfarria por el presidente Lula que justificó y legitimó sus crímenes achacándolos a una narrativa falaz y no a la naturaleza totalitaria del régimen. Así, el dueño de casa recibió en su cara las críticas de los mandatarios de Chile y Uruguay (bien por ellos), y desató innumerables reacciones contrarias en el Congreso brasileño y en la mayoría de los medios de comunicación del país, que se avergonzaron de lo ocurrido. Además, la prensa libre brasileña fue atacada físicamente por los esbirros del régimen en la persona de una periodista. A esas alturas, después de un caótico almuerzo en Itamaraty la idea de revivir Unasur había muerto y un Lula rabioso recordaba a los mandatarios los “logros” de la malhadada Unión.

El texto preparado en las semanas previas por su asesor internacional, Celso Amorim, que se creía iba a ser endosado fácilmente por la inmensa mayoría de los presidentes de izquierda sudamericanos había sufrido serios recortes en la mañana. El primero en lanzarse a la piscina fue el uruguayo Luis Lacalle Pou que, coincidiendo con la idea de tener un foro de coordinación sudamericano, no estuvo dispuesto a tener como precedente a Unasur, de penosa memoria, y mucho menos establecer una especie de Secretaría Permanente, como era la idea original.

Para dirigir el proceso que conduciría a Unasur el plan de Lula y Amorim contemplaba establecer un Grupo de Alto Nivel compuesto por representantes personales de los mandatarios sudamericanos. En jerga chilena, esto equivalía a nombrar a una persona perteneciente al segundo piso de La Moneda con llegada inmediata al presidente Boric, fuera de cualquier estructura institucional. Es decir, se trataba de politizar y manipular el proceso, y operar más bien con los criterios de Planalto, sometidos al enorme poder de seducción del presidente Lula, su asesor internacional y el Grupo de Puebla. En un segundo plano quedarían Itamaraty o nuestra propia Cancillería en esta construcción.

Afortunadamente, esto se desmontó y en lugar de asesores políticos van a ser los Cancilleres quienes van a liderar el proceso. Es lógico, esto exige seriedad, una visión de largo plazo que resista las elecciones venideras y, ¿no son acaso los Cancilleres personas de la mayor confianza de cada uno de los mandatarios?

También quedó fuera del texto acordado la peregrina idea de tener resultados concretos de aquí a cuatro meses. En otras palabras, que Unasur reviviera antes de las elecciones argentinas en las que es posible un cambio de signo político en ese importante país. Se acudía a un cálculo ideológico y no a la construcción de una institucionalidad regional de largo plazo, con pocos objetivos realistas y alcanzables, que sea capaz de resistir el paso del tiempo y las mayorías circunstanciales.

Por último, tampoco se aceptó subir al carro de este proceso a distintos protagonistas, en temas muy diversos, que podían ser más o menos manipulados desde el inicio por el Palacio de Planalto para obtener la reedición total del fallido esquema Unasur.

No obstante, tendremos que permanecer muy atentos para que la concertación regional que queremos no se acerque ni por asomo a algo que sirva a intereses de tipo ideológico. Habrá que mirar con especial atención las medidas que Alberto Fernández en Argentina, en los pocos meses que le quedan de “gobierno”, y Gustavo Petro en Colombia implementarán en sus países para recrear Unasur por la fuerza de la voluntad. Y también, que tentaciones similares no surjan entre nosotros.

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