Presentación ante el Foro "La otra cara de la moneda" en Panamá Diario de Cuba, 10.04.2015 María Werlau, directora ejecutiva del proyecto Archivo-Cuba
'Lo que hay que hacer es atacar la raíz del problema y detener la expansión del dominio neocomunista cubano y el retroceso de la democracia en la región'
A pesar del alboroto en torno a Cuba para esta cumbre, hay algo muy claro. Cuba sigue siendo una dictadura militar con un gigantesco aparato represivo controlado por una monarquía familiar que es, esencialmente, dueña del país entero.
Ante el rotundo fracaso de la economía de planificación central socialista, el régimen se reconfigura hacia un "modelo autóctono" en un proceso que llama "actualización". No es más que la transformación del totalitarismo estalinista a una dictadura de capitalismo de Estado de corte chino o vietnamita incorporando cambios cosméticos que lo hagan lucir menos objetable. Pretende eventualmente insertarse dentro del esquema del "socialismo del siglo XXI", malabarismo semántico que esencialmente define a las dictaduras electoralizadas que avanzan hacia la integración. (Abordaré esto más adelante.)
El neocastrismo aparenta estar en "reforma" o "transición", pero en realidad efectúa el "cambio fraude" que denunció el líder opositor Oswaldo Payá; supongo que fue la principal razón por la cual lo asesinaron en 2012. Se perfila, además, una sucesión dinástica, un relevo generacional que dejará el poder en manos de los hijos de Raúl Castro.
Todo es parte de una estrategia muy estudiada que se despliega gradualmente con gran uniformidad y coherencia; el objetivo central es la supervivencia económica y la preservación del poder dictatorial. Los cambios son y serán de un costo-beneficio a favor del régimen y no alteran significativamente el marco legal, el esquema de poder, ni el modelo económico.
Se avecinan mayores grietas aperturistas que no hay tiempo de enumerar, todo para vendernos la idea de una supuesta transición gradual y pacífica. Pero se sigue reprimiendo, incluso aumenta la represión —en marzo se contabilizaron al menos 610 arrestos—. Se usan nuevas y más sofisticadas formas de control. La oposición se manipula de forma siniestra. Todo es para fomentar esperanzas falsas y lograr que se acepten los cambios "desde y dentro del sistema".
Un trabajo mío publicado en 2013 describe la metodología de la simulada transición. Esta curiosa ruta hacia la "dictadura del proletariado", llena de contradicciones e incongruencias, depende del apoyo y la participación de la comunidad internacional, de vender la idea de Cuba como país legítimo, deseable para los negocios y un gran destino turístico. Para eso requiere:
- Moldear la opinión pública internacional, que se hace con sofisticación.
- Silenciar sensibilidades en derechos humanos, que hace con retórica de legitimidad distorsionada: "respeto mutuo por la soberanía de cada país y no-interferencia en asuntos internos".
- Crear la falsa idea de que Cuba no es una amenaza a la seguridad de nadie, que hace nada menos que con la cooperación del presidente de Estados Unidos.
Nada de lo que he descrito devengará en un empoderamiento real del ciudadano cubano ante el todopoderoso Estado. Eso solo podría ocurrir si se desmantelan el aparato represivo y las leyes estalinistas, se abrogan la constitución comunista y el unipartidismo, se garantizan todas las libertades fundamentales, incluyendo la de expresión y propiedad privada, y se instalan un Estado de derecho con separación de poderes, un sistema de libre mercado con participación de todos los ciudadanos y, eventualmente, se realizan elecciones libres y pluripartidistas para que el pueblo decida su destino.
Hablemos sobre la Cumbre-Circo
Como saldo de 56 años de dictadura y vejación sistemática de un pueblo hay incontables crímenes de lesa humanidad, que continúan al día de hoy: miles de asesinatos —incluyendo de decenas, tal vez cientos, de niños—, fusilamientos, presidio político, terribles muertes y agonías en huidas por mar, separación de la familia, exilio o emigración de alrededor del 20% de la nación, confiscación de propiedad, privación de libertades de todo tipo, robo de la esperanza, destrucción material, cultural, y moral de la nación, explotación, golpizas, terror, censura, vigilancia, miseria, escasez y un derroche de maldad y odio.
Ni hablar de las millonarias pérdidas en vida, propiedad y bienestar que han causado las guerras, subversión, terrorismo y crímenes que Cuba ha provocado o apoyado en Latinoamérica y el resto del mundo.
Y todo esto mientras los Castro y sus secuaces hipócritamente saquean el patrimonio nacional y disponen de la isla entera como su finca, disfrutan de hospitales exclusivos, mansiones por todo el país, cotos de caza, islas privadas, yates, viajes y comidas prohibidas al pueblo, y manejan un conglomerado global de empresas capitalistas más nutren sus cuentas millonarias en paraísos fiscales. Ante todo esto y el supuesto progreso de los derechos humanos en el derecho internacional y en la conciencia de individuos y estados, hoy vemos con Cuba, aquí en Panamá, el mundo al revés.
Cuba asiste a esta cumbre en abierta violación a los principios de la Carta Democrática Interamericana firmada en 2001 por todos los miembros de la OEA. Ahí se plasman los componentes fundamentales de la democracia que Cuba está lejos de cumplir, tanto en sus leyes como en sus prácticas. Su artículo 19 estipula que la ruptura del orden democrático constituye, mientras persista, un obstáculo insuperable para la participación de dicho Estado en todas las sesiones y órganos de la organización.
El Gobierno de Panamá sucumbió, con el silencio cómplice de las verdaderas democracias de la región, al chantaje de un grupo de países que se destacan por sus abusos a los principios democráticos, por narcotráfico, corrupción, lavado de dinero y gigantescas fortunas personales acumuladas ilícitamente.
Por todo eso, considero esta cumbre una farsa. Además, es una colosal vergüenza que la OEA y sus integrantes se hayan prestando para que aquí, en una república democrática, se corone al dictador cubano, el criminal y asesino en serie general de cuatro estrellas, Raúl Castro, como actor legítimo, incluso líder regional, y que nada menos que quien le ponga la corona sea el presidente de mi gran país, Estados Unidos, supuestamente la democracia más poderosa del planeta y hasta, hace poco, principal defensora de la libertad.
Tristemente, esta cumbre sirve de inverosímil espectáculo para que la dictadura cubana no solo goce de total impunidad, sino, lo que es peor, sea ensalzada mientras desparrama su venenosa hegemonía por la región. Lo más absurdo es que la mayor economía del mundo, la más poderosa democracia que ha existido, claudica de manera contundente ante la mafia gobernante de un país enano y en bancarrota. Y es tan así que Raúl Castro se ha jactado de que el presidente Obama haya reconocido públicamente "el rotundo fracaso y el completo aislamiento de Estados Unidos".
La incongruente paridad otorgada a una dictadura militar permite que Cuba le eche en la cara a los diplomáticos estadounidenses su "preocupación por las violaciones de los derechos humanos en Estados Unidos". Asimismo, considero que esta cumbre es el beso de muerte a la OEA como organismo promotor y defensor de la democracia. Con todas las graves implicaciones que todo esto supone. Esperemos que sea solo por ahora.
El teatro cubano de esta cumbre incluye la burda maniobra de traer una supuesta sociedad civil que es en realidad parte íntegra del Estado de partido único. (A saber cuántos almuerzos le han robado a los ancianos cubanos en los desvencijados asilos para semejante despliegue; o si es Venezuela quien paga, como se acostumbra, cuántos rollos de papel higiénico les ha costado.)
En Cuba, las verdaderas organizaciones disidentes u opositoras están prohibidas y sujetas a persecución constante. Para mayor vergüenza, varios defensores de derechos humanos cubanos han sido detenidos, amedrentados y amenazados por oficiales de aduana panameños a su arribo a este país. Otros activistas pacíficos que han viajado desde Cuba y Estados Unidos han sido golpeados por un grupo que salió de la embajada cubana al ir a colocar una ofrenda floral frente la estatua de José Martí en un parque. Los detenidos son las víctimas, los agresores andan tomando mojitos. Ha de suponerse que ciertas autoridades panameñas toman órdenes o sucumben a presiones de la inteligencia cubana. Me cuentan desertores cubanos que han trabajado en esto, que sus agentes deben sumar varios cientos; tal vez aquí nos acompañan algunos.
Todavía para esta cumbre queda algo de denuncia ante la situación de Venezuela. Pero es del todo incoherente, especialmente por parte de Estados Unidos, por la paradójica postura que se tiene hacia Cuba, la procuradora del chavismo que ha logrado convertir a Venezuela en su colonia e invadirla por invitación. Raúl Castro, que bien sabe explotar la debilidad de Obama, voló a Caracas a lanzarle desde allí una amenaza pública de que debiera "entender de una vez que es imposible seducir o comprar a Cuba ni intimidar a Venezuela". Y por si acaso, se jactó: "Tampoco cederemos ni un ápice en la defensa de la soberanía e independencia, ni toleraremos ningún tipo de injerencia, ni condicionamiento en nuestros asuntos internos". El que el presidente de Estados Unidos le tolere esto me provoca vergüenza ajena.
Por cierto, los que condenan al Gobierno venezolano y no al cubano parecen no darse cuenta de cómo son las cosas. Por suerte, en Venezuela todavía la gente se atreve a la resistencia interna y la denuncia externa es aún coherente y está de moda. En Cuba, el miedo y la escasez son una forma de vida, la población, ya bien sometida, los ha internalizado.
Mientras todavía hay cobertura mediática de la indignación de los venezolanos y los atropellos de su régimen, hacia Cuba los medios noticiosos y los gobiernos, con escasas aunque notables salvedades, se hacen de la vista gorda ante el arresto, los golpes y hasta el asesinato de líderes opositores, miles de presos políticos por peligrosidad predelictiva, muertes en dantescos calabozos, farmacias desprovistas hasta de curitas, hospitales cayéndose a pedazos, las colas, los derrumbes.
Nada de esto es noticia, porque la prensa nacional hace tiempo es toda del Estado y la mayor parte de la prensa internacional está infiltrada o se autocensura para no perder acceso contrariando al órgano de control de la prensa extranjera, Centro de Prensa Internacional del Ministerio de Relaciones Exteriores. Lo que es peor, se hace de la aberración y de la miseria que es Cuba algo chic —los cuidaditos autos viejos, las "exóticas" ruinas de La Habana, bellas modelos con falsos bigotes en uniforme militar, linda disciplina de los niños pioneros en uniforme, el icono Che Guevara por todos lados… Y Hollywood va de juerga a La Habana con los príncipes de la dictadura y a comprar humidores de tabaco firmados por Fidel Castro por 330.000 dólares.
Este mundo del absurdo es tal que el Gobierno de Obama, decidido a normalizar las relaciones con Cuba a lo que de lugar, en vez de llevar principios democráticos a Cuba, tal como dice ser su intención, adopta las características de la dictadura en negociaciones secretas que dejaron fuera a sus propios expertos y al Congreso, repitiendo consignas huecas, manipulando la opinión pública, gobernando por decreto en desprecio de la ley y promoviendo la explotación de los trabajadores cubanos en el exterior y el apartheid del capitalismo de Estado. Lo que sí los diferencia, para colmo de males, es que la política de Obama hacia Cuba es improvisada e incoherente mientras que la política de Cuba hacia Estados Unidos es todo lo contrario.
¿Qué explica el éxito del colonialismo cubano?
- Su efectivo y numeroso aparato de inteligencia y su influencia y penetración sistemática durante décadas de gobiernos, organismos internacionales, medios de prensa, mundo académicos en todos los Estados de la región. Parece que en Panamá no les ha mal.
- Un estado policial que no tiene frenos morales, legales, ni institucionales y explota debilidades humanas, chantajea, asesina, secuestra, golpea y miente sistemáticamente.
- La inexistencia de aparatos de contrainteligencia en la mayoría de los países dedicados a frenar a los cubanos.
- Un aparato de propaganda mundial de un alcance y sofisticación que provocaría la envidia de Goebbels.
- La pasividad y colaboración de las democracias —por oportunismo, chantaje, dejadez, cobardía, miedo, desconocimiento, falta de visión.
- La avaricia, ignorancia y complicidad de los que hacen negocios con Cuba sin tomar en cuenta la naturaleza de su sistema, su pobre clima de negocios y su historia de mala paga. Se convierten en cómplices o rehenes al servicio de la dictadura.
- El diseño por parte de Cuba de novedosas y depravadas estrategias usurpadoras que solo pueden emanar de una inmoral dictadura —el robo en serie al sistema financiero internacional, la exportación de una fuerza trabajadora esclava, convertir a sus ciudadanos en masiva diáspora rentable, usar el altruismo del pueblo hambriento para la descarada venta de su sangre, el tráfico de Estado a Estado con las partes del cuerpo humano. Como dijo hace poco el expresidente Vicente Fox, es el "país chupacabras".
A lo anterior hay que añadirle nuestras propias culpas, en lo que no entro por falta de tiempo.
¿De dónde emana este desastre?
La pauta ideológica-estratégica de este neocomunismo tiene inspiración gramsciana[1] y viene del Foro de Sao Paulo, creado por Fidel Castro y Lula da Silva en 1990 después del derrumbe del comunismo soviético para reavivar a la izquierda radical. Abandona la idea de la lucha armada para llegar al poder por la vía electoral y, con una falsa legitimidad democrática, metodología populista y retórica de lucha de clases, va gradualmente erosionando los valores, estructuras e instituciones de la democracia y suplantando el Estado de derecho. Es un plan de alcance hemisférico y de largo plazo, décadas. Su fin es crear la gran patria bolivariana bajo la tutela cubano-venezolana.
Con los enormes recursos de Venezuela y la probada efectividad de los métodos de control cubanos, han comprado, influido, intervenido, desestabilizado, y/o neutralizado a la mayoría, sino a todos, los países latinoamericanos. El mapa de la región ha cambiado drásticamente; de haber una sola dictadura aislada (Cuba) en una América democrática, hoy la mayor parte de los países han adoptado su modelo, o apoyan, dan sostén económico y, en el mejor de los casos, toleran a bien, a dicha dictadura. Tenemos ALBA, UNASUR, Y CELAC, nuevos organismos regionales cuyo objetivo principal es la exclusión de Estados Unidos y Canadá y el progreso del socialismo del siglo XXI.
Miembros del Foro de Sao Paulo hoy día son presidentes de once de los más importantes países de la región. Han hecho importantes alianzas con China, Irán y otros Estados parias, así como con grupos promotores del terrorismo.
Una propuesta de liderazgo a los expresidentes
En enero pasado, el exmandatario colombiano Andrés Pastrana, que está con nosotros hoy, y el expresidente chileno Sebastián Piñera estuvieron por Venezuela para intentar visitar a los líderes opositores y prisioneros políticos Leopoldo López y Antonio Ledezma. El ex presidente de España Felipe González forma un frente de expresidentes para abogar por los presos políticos y la situación de Venezuela. Por su parte, la semana pasada el ex presidente mexicano Vicente Fox llamando a Estados Unidos y la OEA a alzar más la voz por Venezuela, añadió: "A veces me pregunto dónde están esos gobiernos que creen en la democracia y que no lideran actuando como demócratas".
Los expresidentes, que ya no corren la amenaza de chantajes con repercusiones electorales, debieran tomar esta Cumbre como la hora cero. Debieran reconocer el peligro que corren sus propios países y comprender que hay que atacar la raíz del problema para detener la expansión del neocomunismo cubano. Necesitamos que salgan en defensa de los millones que sufrirán las consecuencias del inmovilismo generalizado. Y reconozcan que hay que empezar por donde sale el cáncer, de Cuba, antes de que la metástasis consuma a la región completa.
Los honorables presidentes Hurtado y Pastrana, quienes nos acompañan, Fox, González, Piñera, y muchos otros exmandatarios latinoamericanos, estadounidenses, canadienses y europeos que vienen a la mente, debieran liderar un esfuerzo conjunto y concertado, un frente unido por la democracia que movilice a intelectuales, empresarios, líderes religiosos y cívicos que brinde apoyo a la sociedad civil abocada a esta lucha para hacerle frente a esta grave amenaza. Ellos tienen el prestigio, la experiencia y el acceso a los medios de prensa y demás estamentos necesarios para educar a sus pueblos sobre este calamidad, propiciar la creación de cuerpos de contrainteligencia efectivos en sus respectivos países, exigir a la OEA que actúe según su carta, fortalecer y financiar iniciativas de derechos humanos y prodemocracia y afianzar la democracia con otros esfuerzos de sustancia.
Invitémosles a que tomen inspiración en las palabras de Simón Bolívar, de paso rescatando su memoria hacia la verdadera libertad: "en la unión está la fuerza". Y si no aceptan la invitación, igual debemos buscar otras soluciones. Nunca debe perderse la esperanza, porque los seres humanos innatamente clamamos libertad y el amor sí es más fuerte. Lo que hay que tener muy claro es que Cuba y los regímenes de su engendro solo responden a posturas firmes, decididas, inamovibles.
[1] Antonio Gramsci (1891-1937), seudomarxista italiano que elaboró la teoría de hegemonía cultural como forma de llegar al poder.