Desaciertos, errores y desafíos de Cancillería

Columna
El Mercurio, 27.01.2023
Jorge O'Ryan Schütz, exdiplomático, exdirector general de Prochile y exembajador en Alemania

En diplomacia hay un aforismo que señala “right or wrong, my country” (bien o mal, es mi país). Sin lugar a duda, más que nunca los funcionarios de Cancillería han tenido que hacer suyo este dicho porque en tan solo diez meses de gestión del presidente Boric se han cometido más de veinte tropiezos y errores no forzados por parte de las autoridades de Gobierno que desprestigian nuestra Cancillería y su diplomacia, algo que jamás se había visto. Pensábamos que se habían aprendido las lecciones porque el término del año 2022 nos entregaba buenas noticias con el fallo del Silala, que siguió una política de Estado sobre la materia, así como la ratificación del TPP11 y los anuncios sobre la aprobación del Acuerdo de modernización con la Unión Europea.

Pero, desgraciadamente, no ha sido así. Conocido el audio de la ministra Antonia Urrejola y su equipo de confianza, asoma gravemente otra acumulación de desaciertos en la forma y fondo debido a la falta de preparación y experiencia de quienes están adoptando las decisiones en el Ministerio de Relaciones Exteriores. Una cosa es la seguridad interna de las comunicaciones y la lealtad de los funcionarios designados por esta administración, pero otra muy distinta es la liviandad de los argumentos conocidos, el vocabulario vulgar y exponer gravemente la política exterior de Chile en temas relevantes, como son la plataforma continental y las relaciones con Argentina. La pregunta que surge es si este debate de la ministra con su “círculo de hierro”, ¿se extiende también a otros temas trascendentes para nuestra política exterior? ¿Esa liviandad y nivel del debate, con un vocabulario tan pobre y falto de fundamentos, es el ejemplo para las generaciones más jóvenes de nuestra diplomacia?

Representantes políticos y diplomáticos de diferentes países me hacen ver que precisamente por este tipo de desaciertos y reiterados errores —entre otras decisiones del Gobierno—, Chile pierde la bien ganada credibilidad internacional de estas últimas décadas, la confianza para invertir en nuestro país, poder liderar como antaño organizaciones internacionales, y sobre todo, las autoridades siguen perdiendo la confianza de la ciudadanía.

Cancillería debe enfocarse urgente en los temas que van más allá de la diplomacia turquesa, con una visión y estrategia clara para liderar los temas del futuro y su coordinación con otros ministerios en temas relevantes, como la internacionalización de la innovación, la sustentabilidad, inversiones extranjeras, digitalización, hidrógeno verde, el valor agregado a nuestras exportaciones, una estrategia para potenciar el multilateralismo y tantos otros temas que requieren áreas especializadas y profesionales preparados en Cancillería.

El principal factor productivo es el recurso humano y este en Cancillería está muy desmotivado. Se requiere una profunda cirugía en su organigrama funcional (piramidal y anacrónico), potenciar la carrera funcionaria prevaleciendo la meritocracia y no solo la antigüedad, los conocimientos y experiencia y no el “pituto político”, donde se revise el mapa de nuestras embajadas acorde con los desafíos actuales de Chile en el concierto internacional, donde los funcionarios de carrera no rechacen mayoritariamente ser embajadores para no retirarse al cumplir la edad de jubilación y que se fijen cuotas para mujeres embajadoras en forma transparente. Pero, principalmente, que los funcionarios trabajen con objetivos, mediciones, resultados y calificaciones acordes con estos logros.

La política exterior de Chile no es propiedad del Gobierno de turno —más allá de su conducción e influencia— y aún se está a tiempo de enmendar el rumbo. Esperamos que el presidente Boric y la ministra Urrejola den un giro de timón en Cancillería, con equipos técnicos competentes, preparados y que representen lo que ha sido la política exterior de Chile en los difíciles tiempos que estamos viviendo. Aún se puede, pero esto pasa por la voluntad política y cambios profundos, trabajar por Chile y no solo para unos pocos.

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