Doctrina Boric

Columna
El Mercurio, 04.11.2023
Hernán Felipe Errázuriz
  • ''El presidente Boric nos está empujando al bando equivocado''

El presidente Boric, a lo mejor sin proponérselo, podría establecer una doctrina homónima, discriminatoria respecto de Israel, riesgosa para la convivencia e intereses nacionales.

No es raro. Las condenas a Israel están generalmente incluidas en las agendas de gobiernos de izquierda, en parte por el respaldo que recibe Israel de Estados Unidos. Es lo que reconoce Lautaro Carmona, presidente del Partido Comunista de Chile. También hay populismo de algunos sectores de izquierda y derecha: los judíos son minoría, aportan pocos votos.

Aunque lo desmintiera en los jardines de la Casa Blanca, el presidente Boric parece tomar partido en el conflicto palestino-israelí. La Cancillería niega la condición de organización terrorista a Hamas. Emplazada por Israel, justifica esa omisión en una aberrante contradicción. En efecto, alega que esa organización, que desencadenó la guerra, cuyos actos reconoce como barbáricos y terroristas, no puede ser calificada de terrorista mientras no sea declarada como tal por Naciones Unidas. La indefinición permite, además, graves confusiones, como si la causa de Hamas tuviera el mismo propósito y métodos que la palestina, siendo que esta última merece mayor consideración por sus derechos, y solidaridad ante los graves excesos israelíes que han causado miles de víctimas palestinas inocentes.

La parcialidad del presidente en el conflicto del Medio Oriente tuvo un ofensivo precedente cuando se negó a recibir las credenciales del embajador de Israel, invocando la muerte de un joven por un soldado israelí.

El activismo del presidente es riesgoso y desproporcionado. El interés nacional por el conflicto del Medio Oriente requiere ecuanimidad, circunspección y prudencia; importar a Chile las hostilidades crea tóxicas divisiones internas, especialmente entre las comunidades palestina e israelí residentes, de valiosos aportes al progreso nacional y que por más de un siglo han convivido pacíficamente. No ha ocurrido lo mismo en otros países, donde la introducción del conflicto favoreció el antisemitismo y el terrorismo. Así sucedió en Argentina y Europa, con centenares de muertos de la comunidad judía residente.

Hay discriminación. Ucrania e Israel luchan por un mismo objetivo, sobrevivir frente a un enemigo cuyo propósito es aniquilarlos. Por lo mismo, suponen acciones diplomáticas parecidas. Si de derechos humanos se trata, el controvertido llamado a informar al embajador de Chile en Tel Aviv, por los excesos de Israel en Gaza, debió ser seguido de igual medida con nuestro representante en Moscú para protestar de las atrocidades rusas en Ucrania.

Por último, están las buenas y malas compañías. El presidente Boric nos está empujando al bando equivocado al apartarnos de gobiernos con los que mantenemos alianzas, valores compartidos, sólidas y fructíferas relaciones en beneficio del pueblo de Chile.

El piloto automático del presidente Boric en la relación con Israel hay que desconectarlo antes de que se transforme en una doctrina.

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