Columna El Dínamo, 19.02.2023 Juan Pablo Glasinovic, abogado y exdiplomático
Los globos y sondas parecen estar teniendo un nuevo desarrollo con múltiples usos, incluyendo el espionaje y el tema bélico. Y China aparece con un explosivo aumento de patentes en este sentido, sin incluir lo que hacen sus fuerzas armadas en forma secreta.
Por estos días hemos conocido diversas noticias sobre globos y otros objetos voladores no identificados que han sobrevolado Estados Unidos, Canadá y otros países, y de los cuales tres fueron derribados recientemente por la aviación norteamericana. Estos incidentes han agregado una tensión adicional a los vínculos sinoestadounidenses. En efecto, un globo chino que sobrevoló buena parte del territorio continental de Estados Unidos y que generó alarma cuando pasó encima de los silos de misiles de Montana fue derribado por cazas en Carolina del Sur.
Mientras Estados Unidos acusó a China de espiar, este país dijo que se trataba de un globo meteorológico que reunía información científica. Este artefacto volaba a 16.000 metros.
Como consecuencia inmediata, el secretario de Estado, Anthony Blinken, suspendió su viaje a Beijing que estaba previsto precisamente para abordar el complejo momento entre ambas potencias. Además, el presidente Biden adoptó una posición dura, ordenando el derribamiento de los otros objetos voladores en los días siguientes.
La reacción estadounidense parece haber sorprendido a los chinos, en el entendido de que el espionaje entre ambas potencias es un hecho de la causa. Los dos países tienen una gran flota de satélites espías, además de recurrir a múltiples otras estrategias y técnicas para reunir información sobre el adversario, como el hackeo, la intervención de las telecomunicaciones, la corrupción de funcionarios y la infiltración de instituciones sensibles. En esa dinámica, ambos se exponen a ser descubiertos, pero sabiendo que es parte de la competencia en todos los frentes.
La dureza de la respuesta de Estados Unidos se debe principalmente a razones internas. En efecto, la administración se adelantó a la Cámara de Representantes (controlada por los republicanos), la cual iba a adoptar una posición más beligerante respecto de esta actuación china. Mostrarse firme frente a China es sin duda una carta segura en estos tiempos en los que hay que capitalizar votos para las próximas elecciones.
Pero, sin duda que la dura reacción se explica también por la naturaleza del supuesto acto de espionaje, el que violó el espacio físico nacional, siendo presenciado por innumerables espectadores y en lo que se tomó como un desafío directo y público al poder estadounidense. En efecto, una cosa es el espionaje satelital o el subrepticio bajo otras modalidades, y otra es una sonda que cruza el territorio de Estados Unidos a la vista de muchos.
La administración Biden, pero también la oposición republicana consideró que había que responder con mucha fuerza, tanto para calmar las aprehensiones internas y el orgullo herido, como para evitar la generación de un precedente. La reacción china, minimizando el tema, generó más irritación.
No debe olvidarse que la misma China es extremadamente sensible al sobrevuelo de su territorio incluyendo del que consideras como suyo, como es el caso del Mar del Sur de la China, lo que ha provocado numerosos incidentes, incluyendo un choque de un avión chino con otro estadounidense sobre el Mar del Sur de la China en 2001. Ese incidente provocó una grave crisis política entre ambos países y para prevenir su recurrencia se establecieron ciertos protocolos y líneas de conversación directa entre distintas autoridades hasta el máximo nivel.
Los globos y sondas parecen estar teniendo un nuevo desarrollo con múltiples usos, incluyendo el espionaje y el tema bélico. Y China aparece con un explosivo aumento de patentes en este sentido, sin incluir lo que hacen sus fuerzas armadas en forma secreta.
Hay todo un espacio de la atmósfera, entre los 20 y 100 kms sobre la superficie terrestre denominado “espacio cercano” que se ha convertido en el nuevo campo de competencia entre las potencias en distintas tecnologías (sobre eso está el espacio exterior en el cual itineran los satélites).
Los globos en ese espacio, además de funciones de vigilancia, con la ventaja de poder estar más tiempo sobre el objetivo y a menor distancia para fotografías y filmaciones, suman el aspecto meteorológico que incluye el registro y medición de los vientos y sus corrientes, lo que podría ser útil para definir trayectorias de misiles, entre otras cosas. En efecto, habría incluso especulaciones de que los globos podrían ser usados como plataformas de lanzamiento de misiles, tanto por el ahorro de combustibles al acercarse al objetivo, como por la dificultad para ser detectados por los radares. Esto último quedó en evidencia en los episodios más recientes. Estados Unidos tuvo que hacer ajustes en su sistema de vigilancia y deberá cambiar radares por unos más sensibles. Lo mismo está haciendo Canadá. Los ajustes permitieron detectar los últimos objetos que fueron derribados y que se están investigando para determinar su origen y funciones. La contrapartida de una mayor sensibilidad en la vigilancia es que surgirán muchas más alarmas por la cantidad de sondas y objetos voladores que recorren nuestra atmósfera. Además, no podría impedirse que alguien lance un globo con objetivos de espionaje dentro del propio territorio (sin mencionar el capítulo de los drones).
A raíz de los recientes avistamientos, han surgido noticias de otros globos en distintas latitudes lo que levanta más sospechas sobre el desarrollo de un sistema permanente y global de vigilancia que podrían estar impulsando China y otros países. Se incluye Taiwán donde desde el 2021 ha sido recurrente la observación de globos.
De lo poco que se ha dado a conocer, parece que estos globos pueden ser maniobrados remotamente y no están solo dependiendo de los vientos. De hecho, el globo chino (el único de los derribados que este país reconoció como suyo) cuando fue avistado y se ordenó su destrucción, varió notoriamente de curso, lo que deja en evidencia un control externo. Esto agregó irritación a los estadounidenses porque lo tomaron como una provocación adicional de parte de China, mostrando sus avances en la materia en vez de dejar el globo volar según el viento para comportarse como el clásico instrumento meteorológico.
Lamentablemente, un incidente que podría haber pasado como uno más en el ámbito de la inteligencia, ha enturbiado aún más la mala relación entre China y Estados Unidos y se ha postergado una necesaria instancia de diálogo entre las autoridades de ambos países. Si Xi Jinping quería mostrarse en una nueva fase como el promotor del diálogo entre las principales potencias, se cerró la puerta en las narices y aumentó la desconfianza y ofuscación entre los norteamericanos, fortaleciendo las posturas más duras en su contra. Esto no es un buen augurio para la paz ni la indispensable cooperación que se requiere entre ambos países para abordar los innumerables y graves problemas que afectan al mundo en estos tiempos.