Carta El Mercurio, 10.09.2017 Álvaro Góngora
Entiendo la reacción a una columna mía, de quienes en la edición de ayer sábado, dirigiendo una carta a esta sección donde reivindican la figura del ídolo que los inspiró para integrar el MIR, el Che Guevara. Sin duda fue un guerrillero cabal, como dije, superior por lejos al propio Fidel Castro. Pero me dan la razón respecto de que quiso expandir la lucha armada por el mundo, pero fracasó tanto en África como en Latinoamérica. Si ellos justifican el método y objetivo, puede ser muy legítimo, pero es tremendamente perverso.
Además, en Bolivia estaba deshecho, lo tomaron prisionero solo acompañado por dos miembros de la columna que había tenido 17 integrantes y estaba desperdigada. La cita que se refiere al sargento Terán es cierta, pero fue un diálogo entre el militar y un guerrillero derrotado, que portaba una larga depresión y entendía y quería desaparecer. ¿Es penoso, eso, o no es cierto?
Quienes firman conocen la obra intelectual del guerrillero en cuestión y deben haber leído no una, sino muchas veces la incitación a combatir, profesando odio, para liquidar a quienes consideraban enemigos a partir de una concepción subjetiva, de quien había jurado guerra eterna a quienes se oponían a sus postulados. Sí, predicaba odio. "El odio intransigente al enemigo... que convierte -al guerrillero- en una efectiva, violenta, selectiva y fría máquina de matar".
¿Pensaba así el MIR en 1967, llegó a concebirlo un sector muy importante del Partido Socialista en febrero de 1972, en un encuentro en Algarrobo, cuando declaró que "no había posibilidad de transformación total del sistema actual, sin quiebre, sin destrucción de la actual constitucionalidad, y que en última instancia será el enfrentamiento violento el que decidirá quién es el vencedor?" ¿No es este un predicamento guevarista?
Si quieren instalar al personaje en la galería de los héroes, es asunto de ellos y lo harán por las razones que expusieron. Pero deben entender que tales declaraciones no podían interpretarse como juego de niños o como "infantilismo revolucionario", según fue calificado. No. Se trataba de la presencia del "guevarismo en Chile". ¿Y eso no contribuyó a fracturar la democracia? A eso se refería la columna.