El incombustible ex guerrillero que controla los destinos de Nicaragua

Reportaje
El Mercurio, 11.06.2016
Erika Luters Gamboa

El Presidente de Nicaragua, Daniel Ortega, domina el escenario político de su país desde hace casi cuatro décadas, pero aún quiere más. Su partido lo nominó, por séptima vez, candidato presidencial para las elecciones del 6 de noviembre próximo, con lo que podría extender su permanencia en el poder hasta 2022.

Ex guerrillero izquierdista, Ortega quedó al mando del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) tras el derrocamiento del dictador Anastasio Somoza en 1979. Desde esa fecha siempre ha estado en la primera fila del escenario político nicaragüense, ya sea como cabeza del gobierno o en la oposición.

De 70 años y padre de siete hijos, "comparte" el poder con su mujer, Rosario Murillo. Una poetisa y ex guerrillera como él que goza de gran influencia en el país, especialmente en el control de los medios de comunicación.

Ortega afirma que su gobierno es "cristiano, socialista y solidario". La oposición, integrada por sectores de derecha y sandinistas disidentes, hablan de "dictadura".

A cinco meses de las elecciones, Ortega desplegó esta semana su estrategia para continuar gobernando: excluyó de la contienda de noviembre al único partido de oposición real, el Partido Liberal Independiente (PLI, derecha) y prohibió la presencia en el país de los principales organismos de observación electoral.

En un fallo considerado un "golpe de Estado a la oposición", la Corte Suprema de Justicia (CSJ), con magistrados afines al gobernante, le retiró al dirigente opositor Eduardo Montealegre la personería jurídica del PLI.

Antes, Ortega había lanzado sus dardos contra el monitoreo electoral internacional. "Observadores sinvergüenzas, váyanse a observar a otro país", dijo, cuando fue proclamado el sábado pasado.

Ortega fue uno de los principales líderes de la Junta de Gobierno de Reconstrucción Nacional que asumió el control tras la caída de Somoza. Después de un quiebre en la cúpula revolucionaria, llamó a elecciones, las que ganó con el 63% de los votos, lo que le permitió en 1984 poner en práctica el programa sandinista, inspirado en el sistema socialista marxista instaurado por Fidel Castro en Cuba.

Líder opositor

Tras cinco años de gobierno, en 1990 sufrió una sorpresiva derrota electoral que lo llevó a convertirse en el líder de la oposición durante los quinquenios de Violeta Chamorro, Arnoldo Alemán y Enrique Bolaños.

Durante los 15 años que estuvo alejado del poder, el líder sandinista cambió su discurso contra organismos como el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional o el Banco Interamericano de Desarrollo. Hoy esos organismos le reconocen su manejo responsable de la economía y los índices macroeconómicos lo avalan.

El producto interno bruto ha crecido en promedio de 4% a 5% anual, y la inflación en 2015 fue de 3,05%, según datos oficiales.

Ortega cambió su mensaje no solo en lo económico. Gran parte de la aceptación que tuvo cuando fue candidato en 2006 la logró al enarbolar un mensaje pacifista y solidario, con abundantes referencias a Dios, al amor, a la reconciliación y a la paz.

Para retornar al gobierno, en 2006 se alió a quien había sido su adversario, el ex Presidente Alemán (derecha liberal). En los comicios de 2011 logró ir a la reelección después que un decreto judicial declaró "inaplicable" el artículo 147 de la Constitución, que le impedía postularse por tercera vez y de forma consecutiva a la Presidencia.

Su larga permanencia en el poder obedece a varios factores, siendo el más importante, a juicio de los analistas, la cantidad de millones de dólares que maneja para hacer política.

"En los 90 se mantuvo gracias a la ayuda del líder libio Moammar Gaddafi y, cuando este desapareció, con los fondos de Hugo Chávez", dijo a "El Mercurio" el diputado Víctor Hugo Tinoco, del Movimiento Renovador Sandinista (MRS).

Entre 2008 y 2015, Venezuela le facilitó a Nicaragua más de 4.000 millones de dólares en concepto de cooperación petrolera e inversiones. Estos fondos, que aunque han disminuido siguen llegando al país, no son parte del presupuesto de la nación, sino que el gobernante los maneja a discreción.

Según el diputado Tinoco, el gobernante "ha evitado toda posibilidad de cambio dentro de su propio partido, el FSLN, donde se cerraron las posibilidades de elecciones internas. Además, mediante la dependencia económica, tiene comprada a la Corte Suprema de Justicia y al Poder Electoral".

Un importante intelectual nicaragüense que prefirió el anonimato comentó a este diario que lo que existe en su país "es una conformidad pasiva, y esta atmósfera cubre aún a quienes no están de acuerdo con Ortega".

Esto se debería, según él, al sistema de control social que ejerce el gobierno. Por un lado, la gente que recibe dádivas (materiales de construcción, alimentos, etc.) y, por otro, la que se siente intimidada por los comisarios del partido oficial en los barrios.

"Hay así una mezcla de temor y esperanza; temor a perder un puesto público, un trabajo, o a no recibirlo, y esperanza de que si alguien no ha recibido una dádiva, está en las listas, y alguna vez va a ser beneficiado", manifiesta la fuente que tuvo una estrecha relación con Ortega a fines de los 70.

Si Ortega gana este tercer periodo al que postula ahora, superaría un cuarto de siglo en el poder. No tanto tiempo como el que estuvo al mando de Nicaragua la dinastía Somoza, a la que contribuyó a derrocar. Pero cada vez más cerca.

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