El rol de las potencias medianas ante un orden internacional en degradación

Columna
El Mercurio, 30.06.2024
Juan Pablo Toro, director ejecutivo de AthenaLab

Cuando uno de los dos aspirantes con posibilidades reales de liderar Estados Unidos no cree en el valor de las alianzas —las que como sabemos son netamente políticas y no pactos transaccionales— y otros como China, Rusia, Irán y Corea del Norte estrechan sus vínculos para alterar la distribución de poder actual, conviene preguntarse sobre el rol de las potencias medianas o intermedias en el sostenimiento del desafiado orden mundial basado en reglas.

En los próximos días, encargados de la diplomacia civil y militar de Australia, Canadá, Francia y Japón dejarán Chile, tras haber representado a sus respectivos países y, sobre todo, luego de compartir con generosidad experiencias valiosas que debieran indicarnos con quiénes se puede seguir trabajando por un Indo-Pacífico próspero y seguro, nuestra región directa (todos ocupan el término de forma oficial en sus documentos y discursos, tómese nota).

De Australia, es crucial entender cómo ha tenido que reorientar su comercio exterior, luego de entrar en una disputa con China por promover una investigación sobre el origen del virus del covid-19. Soportando alzas de aranceles, sanciones y bloqueos a exportaciones, la nación oceánica pagó un gran costo, pero logró mejorar la diversificación de sus mercados de destino y probó la adaptabilidad de los productores locales. Si bien Beijing sigue siendo el principal socio comercial, la exposición de Canberra hoy es menor y su resistencia ante lo que denunciaron como coerción económica, en su momento, ha dejado ejemplo.

En el caso de Canadá, su rol en defensa de la democracia hemisférica y las políticas inclusivas se ha visto aumentado por las ambigüedades —simpatías políticas mediante— o distancias que suelen adoptar los mayores países latinoamericanos, como Brasil y México, ante situaciones tales como la crisis política de Venezuela y la invasión de Rusia a Ucrania. Esto será aún más importante si un aislacionista regresa a la Casa Blanca. También la consistencia de Ottawa en el refuerzo de la presencia en el Ártico es buena muestra de que los mecanismos de gobernanza colectiva requieren de actores creíbles a la hora de hacer valer lo suyo.

Francia —un impulsor vehemente del proyecto de la Unión Europea, máxima instancia de integración regional— cuenta, a su vez, con una cultura estratégica nacional donde el empleo de la fuerza para respaldar los intereses nacionales es bien entendido por la clase política y la opinión pública, cuando se hace estrictamente necesario. Esto se traduce en la mantención de una industria de Defensa muy capaz y en la actualización permanente de sus estrategias de seguridad, con su debida programación militar. Su calidad de potencia residente en el Pacífico abre grandes oportunidades.

Japón es un gran ejemplo de cómo países que, sin dejar de tener una vocación pacífica, pueden crear estructuras de seguridad nacional eficientes en pocos años y adoptar una nueva postura de defensa en función del empeoramiento del entorno internacional. Mientras ya está en camino a ocupar el tercer lugar en gasto militar del mundo en 2028, Tokio acertó al desarrollar la visión estratégica del Indo-Pacífico Libre y Abierto, la que fue calcada por Estados Unidos e inspiró a varios países a desarrollar las propias, incluso aunque no lo admitan. El respeto a la legalidad internacional y el flujo del comercio sin trabas es esencial para la estabilidad de la región, algo que nadie puede cuestionar.

Quizás sea cierto que las potencias medianas por sí solas no pueden cambiar diametralmente los acontecimientos, pero sí ayudan a corregir su curso, en particular, cuando logran aunar voluntades y sumar esfuerzos con socios de distintas regiones para atender temas puntuales. Aunque para eso es importante que tengan claridad sobre sus objetivos y algo que proponer o compartir que resulte atractivo, como la necesidad de reforzar el respeto de las normas internacionales y prepararse mejor ante la incertidumbre actual. Tal como lo han hecho Australia, Canadá, Francia y Japón, lo que no es poco y merece de toda la atención, en especial de Chile.

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