Elecciones en Indonesia

Columna
El Dínamo, 17.02.2024
Juan Pablo Glasinovic Vernon, abogado, exdiplomático y columnista

Siguiendo con el súper año electoral, el domingo pasado fueron los comicios en Indonesia, el cuarto país más poblado del mundo y el de mayor población musulmana, con 275 millones habitantes repartidos en más de 17.000 islas.

Indonesia ocupa una posición geográfica estratégica entre el océano Pacífico y el Índico, incluyendo uno de los estrechos de mayor tránsito comercial como es el de Málaca, por el cual transita la mayor parte del intercambio entre Asia del Este, la península arábiga y Europa, lo que incluye por ejemplo buena parte del aprovisionamiento de hidrocarburos para China y Japón.

Indonesia por sus proporciones, incluyendo su PIB, es sin duda el pilar de la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático – ASEAN, cuyo secretariado está en Jakarta. Por eso, lo que sucede en el país tiene repercusiones en los otros miembros.

Desde su independencia en 1949 de los Países Bajos, Indonesia ha estado la mayor parte de tiempo gobernada por dictadores. Concretamente el siglo XX estuvo dominada por dos figuras: Sukarno y Suharto. Ambos terminaron derrocados generándose períodos de gran inestabilidad y de mucha violencia, considerando la diversidad étnica y religiosa de este estado archipelágico, heredero de un dominio colonial europeo que amalgamó, como en otras partes, a pueblos que no compartían un destino común.

Tras la caída de Suharto que gobernó durante 31 años hasta ser obligado a renunciar en 1998, Indonesia experimentó una notable apertura democrática incluyendo a una vibrante sociedad civil, una prensa plural y asertiva, y elecciones bastante competitivas. Esta apertura permitió por ejemplo que el país tuviera a su primera presidenta, con Megawati Sukarnoputri (hija de Sukarno), quien siendo vicepresidenta asumió ante la renuncia del mandatario Abdurrahman Wahid.

La liberalización política del país y su ejercicio democrático contrasta con la doctrina consistentemente reiterada por los regímenes autocráticos durante todo el siglo XX, de que la cultura local es incompatible con este sistema.

Junto con la falacia de ese argumento y sin perjuicio de la validez de ciertas diferencias culturales que inciden en el tipo de democracia, su desarrollo también ha dejado en evidencia de que el islam admite este sistema político (considerando que es la nación con mayor cantidad de musulmanes en el mundo).

Tras Megawati ha habido dos presidentes, que han sido reelegidos: Susilo Bambang Yudhoyono y Joko Widodo (aún en ejercicio).

Lamentablemente, el fortalecimiento de la figura presidencial, especialmente con Joko Widodo (conocido popularmente como Jokowi), ha repercutido negativamente en el sistema. Esto por la concentración del poder personal, la revitalización del nepotismo y del patronazgo, con su consecuente extensión de corrupción.

En esa línea, Indonesia, así como prácticamente toda la región, ha caído en sus estándares democráticos de acuerdo con el monitoreo de entidades que estudian la evolución de los sistemas políticos regularmente a nivel mundial.

En las elecciones del domingo votaron más de 200 millones de personas, lo que las convierte en uno de los procesos más masivos en una jornada a nivel global.

Eran tres los candidatos con opciones: Prabowo Subianto, Anies Baswedan y Ganjar Pranowo. El primero era el ministro de Defensa del actual gobierno y esta era su tercera postulación. Es un ex general que además estuvo casado con una hija de Suharto. Tiene un cuestionado pasado, que incluye violación a los derechos humanos, particularmente en Timor Oriental y en el secuestro y desaparición de activistas democráticos durante el gobierno de Suharto. Baswadan y Pranowo fueron gobernadores de provincias.

Aunque el recuento oficial tardará semanas, la encuesta a boca de urnas dio el triunfo a Prabowo con una proyección del 60% del total. Con esto Prabowo se declaró vencedor, lo que no ha sido reconocido por los otros candidatos. Para ser electo presidente se requiere más de la mitad de los votos y al menos 20% de los sufragios en cada provincia.

Aunque hay muchas acusaciones de plagio, de intervencionismo del actual gobierno y de todo tipo de restricciones para las campañas de los otros candidatos, parece que la ventaja de Prabowo es irremontable.

Hay que decir que, tras bambalinas, el gran ganador es el presidente Joko Widodo. Este no podía presentarse a una nueva reelección por impedimento constitucional, pero es una figura inmensamente popular, con más de 80% de adhesión. Esta popularidad se debe en buena medida a los buenos resultados económicos de su gestión, que incluye un gran desarrollo de la infraestructura.

Al no poder postularse nuevamente, eligió a quien ungir como su sucesor y este fue Prabowo. Está claro entonces que Prabowo ganó porque fue ungido y recibió el apoyo de los seguidores de Widodo. ¿Por qué él y cuál fue el precio? Probablemente porque será más favorable a los intereses de su antecesor, lo que incluye blindarlo de cualquier persecución. Parte del precio para ese apoyo fue ir en dupla con el hijo de Widodo, Gibran Raka, como vicepresidente. Así, si sale anticipadamente Prabowo por cualquier razón, asumirá Raka y si no es del caso, queda bien posicionado para una futura elección. O sea, está abierta la posibilidad del establecimiento de una dinastía familiar. Lo curioso es que para ser candidato se requiere tener 40 años y Raka tiene 36. Esto se subsanó con un fallo de la corte constitucional que interpretó el límite (los números son interpretables), que también curiosamente tiene entre sus jueces a un tío del joven candidato y que no se inhabilitó.

La gran pregunta es qué hará Prabowo. ¿Será una continuación de Widodo o imprimirá un sello más autoritario y nacionalista? Y el mismo Widodo, por si y su hijo, ¿serán elementos moderadores o podrían reforzar la tendencia autoritaria?

Como lo señalé antes, cómo se conduzca el nuevo gobierno tendrá importantes repercusiones partiendo por ASEAN. Una deriva autoritaria estimulará esa tendencia en la asociación. Una tendencia nacionalista podría también llevar a Indonesia a privilegiar una política exterior más individualista, dejando a ASEAN y su difícil proceso de toma de decisiones y consenso en un segundo plano, lo que evidentemente debilitará a la región en la dinámica de competencia en el Indo Pacífico.

Por último, también está por verse si Indonesia asumirá una posición más dura frente a China por la pretensión de este país que choca con los límites marítimos indonesios en el Mar del Sur de la China y cómo esto impactará en sus alianzas, particularmente con Estados Unidos y Japón. Hasta ahora Indonesia ha privilegiado el no alineamiento y una relación pragmática con las principales potencias, pero esto podría variar, con efectos en toda la región.

Hay nerviosismo sobre el derrotero del país y su salud democrática. El tiempo dirá si estos temores son fundados.

Antes de terminar y en un asunto totalmente distinto, aprovechando estas líneas, quisiera rendir un homenaje al opositor ruso Alexei Nalvalny quien murió hace unos días en prisión. No tengo idea como sería como persona, pero sí que fue extraordinariamente valiente y consecuente para ir literalmente a la “cueva del oso” para promover la libertad en Rusia, arriesgando su vida. Tampoco tengo duda de que su muerte fue producto de la persecución implacable a la que fue sometido por Vladimir Putin. Por último, espero que su sacrificio y el de tantos otros más anónimos sea una llama que encienda otras en el oscuro período que atraviesa Rusia.

No hay comentarios

Agregar comentario