Es lo que hay

Columna
El Mercurio, 24.09.2022
Hernán Felipe Errázuriz

Asombrosos acontecimientos diplomáticos en Chile recuerdan cuando la reina Victoria preguntó a Lord Curzon, su secretario para las Relaciones Exteriores, sobre hechos insólitos en India: personas que duermen en camas con clavos; adoración de vacas; viudas que se incineran junto a los cadáveres de sus maridos, y otras excepcionalidades.

Curzon, sin más, respondió a la Reina: “Your Majesty, such is life in the tropics” (Su Majestad, así es la vida en los trópicos).

El rey Carlos III del Reino Unido de Gran Bretaña, que como su madre se ha manifestado interesado en Chile, podría preguntar a su ministro de Relaciones Exteriores sobre cambios insólitos en la diplomacia chilena, a casi seis meses de asumir este gobierno.

Difícil sería que el canciller británico explicara razonadamente al nuevo monarca la fallida propuesta constitucional, que imponía prioridad obligada a las relaciones con América Latina y el Caribe, postergando eventualmente lazos con América del Norte, Europa, Asia Pacífico y Gran Bretaña.

Incómodo sería para el diplomático británico aportar razones sobre la cancelación de las credenciales del representante de Israel, en espera de la ceremonia en el Palacio Presidencial, transgrediendo, además, la normativa protocolar para presentación de credenciales según su fecha de llegada, convención escrupulosamente observada por los británicos, que hace poco repudiaron conductas antisemitas en el Partido Laborista, con estrechas relaciones con la coalición gobernante en Chile.

Complejo le sería justificar la racionalidad de la promesa presidencial, y posición de asesores directos del presidente, contrarios a los tratados que liberalizan el comercio, al TPP11 y al Tratado con la Unión Europea, y la anunciada revisión de los anteriores acuerdos comerciales, incluyendo el celebrado en años recientes con Gran Bretaña, por supuesta falta de consulta y legitimidad.

Difícil sería entender para un extranjero la incapacidad de nombrar embajadores ante la única potencia y principal mercado de intercambio bilateral en Sudamérica, Brasil, y ante el principal destino de las exportaciones nacionales y segunda potencia mundial, China.

Inentendible e ilusoria es la propuesta de limitar las exportaciones nacionales a determinados países para contribuir a combatir el cambio climático.

Más complicado parecería justificar la insólita renuncia a apoyar la postulación del connotado jurista chileno Claudio Grossman a la Corte Internacional de Justicia de La Haya, favoreciendo, además, la candidatura argentina que formó parte del equipo boliviano que demandó a Chile.

Larga sería la lista de interrogantes a las que solo cabría responder, simplemente, como Lord Curzon, “such is life in the tropics”; es lo que hay, en español.

Mientras no se realice un giro significativo en la conducción de la política exterior, nos soplan vientos tropicales y del Caribe en la Cancillería.

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