‘Gallito’ entre China y Estados Unidos

Editorial
El Mercurio, 02.11.2015

La proyección de EE.UU. al Asia Pacífico, y su intención de marcar presencia en esa región, causa tensiones con China, que advirtió del peligro de crear un conflicto entre ambos. Su política de "giro al Asia" y el Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica (TPP) alarman a Beijing, que no quiere a Washington demasiado cerca de su área de influencia o que lo margine de una buena oportunidad comercial.

La semana pasada, la tensión subió cuando un destructor estadounidense navegó frente a un arrecife que China está transformando en un islote para, supuestamente, instalar un faro y dar seguridad a la navegación. Los norteamericanos temen que los chinos la militaricen.

Este incidente forma parte de una estrategia de Washington de apoyar a sus aliados frente a lo que consideran un expansionismo chino en el mar Meridional de China. La disputa por las islas Spratly ha llegado hasta La Haya, donde la Corte Permanente de Arbitraje (CPA) -tribunal distinto al que ve la demanda marítima de Bolivia contra Chile- se declaró competente hace unos días para mediar en el caso presentado por Filipinas contra China por la soberanía de los islotes y el mar adyacente. Todo esto, en el marco de la Convención sobre el Derecho del Mar de ONU, de la cual son signatarios, lo que no ha sido obstáculo para que Beijing no acepte el arbitraje de la CPA y anuncie que cualquier dictamen será "nulo o inválido", porque, de acuerdo a la "Declaración de conducta de 2010" firmada por China y diez países de la región, estos casos deben dirimirse de forma bilateral.

Los patrullajes norteamericanos, además de marcar presencia, buscan demostrar que los islotes no otorgan derechos sobre las 12 millas adyacentes ni se proyectan sobre las 200 de zona económica exclusiva, menos aún si estas han sido construidas artificialmente. Junto a China y Filipinas, también tienen reclamaciones sobre el archipiélago los vecinos Vietnam, Malasia y Taiwán. Este caso en la corte arbitral será una señal de cómo estos tribunales están fallando asuntos relacionados con los derechos marítimos cuando, al mismo tiempo, hay una medición de fuerzas entre dos potencias mundiales.

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