Giro a la derecha en Brasil

Columna
El Líbero, 12.10.2024
Fernando Schmidt Ariztía, embajador (r) y exsubsecretario de RREE

En Chile prestamos poca atención a la compleja cultura política brasileña. Ellos mismos suelen decir que ésta “no es para aficionados”, y tienen razón. El comportamiento político se caracteriza por mucha flexibilidad (o aprovechamiento); padrinazgos y cacicazgos; localismos; poco contenido ideológico; mucho “sentido común” y hasta adaptación del sistema jurídico a las necesidades del poder. Según una investigación reciente, el 40% de los electores no se considera ni de izquierda, ni de derecha, ni de centro. No es raro, por lo tanto, que nos sea difícil desentrañar la maraña de siglas partidarias, que no voy a explicar, pero que agruparé genéricamente en tendencias.

Las elecciones municipales del pasado domingo movilizaron a 123,7 millones de brasileños a votar (de un total de 156,5 millones). A pesar de todos los factores regionales y locales, se consideran importantes porque contribuyen a definir las candidaturas a diputados para las elecciones generales de 2026 y, a la vez, son una proyección de estas. Además, se medía el grado de polarización que ha afectado a la sociedad brasileña desde la irrupción de Jair Bolsonaro y el bolsonarismo; el impacto de la actual Presidencia de Lula; el peso real del centro desde su triunfo en las municipales del 2020; el surgimiento de nuevas figuras, entre otras.

Sin embargo, el proceso electoral aún no acaba. El domingo tuvo lugar la votación para elegir alcaldes y concejales en 5.569 comunas, pero fue una primera vuelta para los 103 municipios con más de 200 mil habitantes, que en conjunto reúnen a 60,5 millones de electores o un 38,8% del total nacional. De estos, 51 definieron su futuro el domingo, entre ellos Río de Janeiro, segundo mayor colegio electoral del país. La segunda vuelta para los grandes municipios será el próximo 27 de octubre, donde se definirá el futuro de São Paulo y Belo Horizonte, primera y tercera circunscripción de Brasil, respectivamente. No obstante, el proceso ya se cerró en 5.518 municipios, la inmensa mayoría, por lo que se pueden sacar algunas tendencias importantes (no conclusiones):

La política brasileña parece haber dejado atrás el dualismo Lula–Bolsonaro observado en las elecciones generales de 2022. El país se inclinó mayoritariamente por partidos de centro o centroderecha, no necesariamente identificados con el bolsonarismo, aunque hayan cooperado con el expresidente durante su mandato.

Dichos partidos (PSD, MDB, PP y União Brasil) se convirtieron en las cuatro fuerzas políticas más importantes y lograron la mitad de los alcaldes en esta primera vuelta (54%), por lo que dominarán la escena regional. Desde la centroderecha los cuatro están identificados con el llamado centrão, y son funcionales a la administración que proteja sus intereses. El mayor incremento fue para el PSD (35%), cuyo candidato en Río fue apoyado por Lula. El MDB y el PP crecieron un 8% cada uno. União Brasil, tienda nueva producto de la fusión de los derechistas DEM y PSL, creció un 4% respecto a la suma de sus componentes originales.

En el centro, llamó la atención que el histórico PSDB, el partido de Fernando Henrique Cardoso perdiera el 48% de su poder regional, su peor registro histórico en este tipo de elecciones. Pasó de ser el segundo partido en 2016, al octavo lugar.

Aunque el partido del expresidente Jair Bolsonaro, el derechista PL, quedó en quinto lugar, crecieron un 49% en número de alcaldes y, para la segunda vuelta, concurren en 23 municipios populosos como Belo Horizonte, Fortaleza o Belem. Su figura sigue siendo muy gravitante, como se demostró en el incremento de la votación y el triunfo de muchos de los candidatos apoyados por él, aunque no fueran del PL, manifestando lo poco ortodoxa que es la política brasileña en términos “ideológicos”.

Es evidente que, aparte del atractivo de Bolsonaro, otros factores influyeron en el resultado del PL: haber dispuesto de más tiempo en la televisión para la campaña como partido individual (fuera de coalición); haber obtenido una mayor proporción del fondo partidario (que al igual que el tiempo gratuito en TV se divide según la composición de la Cámara, donde el PL tiene 92 diputados de un total de 513), y que un 34% de los candidatos a alcalde cambiaron de partido para afiliarse al PL a fin de acceder a estos beneficios. Así es la “flexibilidad” de la política brasileña.

El derechista Republicanos, apoyado por la Iglesia Universal del Reino de Dios, duplicó su tamaño para convertirse en el sexto partido a nivel municipal. Destaca en sus filas el actual Gobernador de São Paulo, Tarcísio Gomes de Freitas, exministro de Infraestructura de Bolsonaro, que surge como carta alternativa en este sector para las presidenciales del 2026. Su peso se consolidaría aún más si en la segunda vuelta logra elegir alcalde de la megápolis a su “protegido”, el alcalde Ricardo Nunes (del MDB).

En la izquierda, el PT también creció (39%) pero se situó en el noveno lugar a nivel municipal. Había sido muy castigado el 2020, con Lula preso y el recuerdo vivo del caso lava-jato y la destitución de la expresidenta Rousseff. El incremento era esperable, e incluso disputa en segunda vuelta trece municipios importantes, entre ellos Fortaleza y Porto Alegre. Sin embargo, la tendencia es al declive y optaron por no concurrir con candidatos propios en todos lados, como en São Paulo, donde apoyaron al candidato del PSOL, situado aún más a la izquierda. A pesar de su mejoría en las municipales, es duro estar en el noveno puesto. Así, las posibilidades de reelección de Lula a la Presidencia han menguado.

Se evidenció una vez más la fuerza de la maquinaria pública al servicio de las reelecciones, especialmente cuando gestiones exitosas respaldaban dichas candidaturas. Fue el caso del candidato triunfador en Río de Janeiro, ex aliado de Bolsonaro ahora apoyado por Lula; o el caso de São Paulo, donde el actual alcalde disputará la segunda vuelta frente el candidato de Lula, pero con el apoyo de la maquinaria municipal, de Bolsonaro y del Gobernador.

También se reveló la plena vigencia del padrinazgo o caciquismo regional. Para la segunda vuelta en Belo Horizonte, uno de los candidatos es “protegido” del presidente del Senado, Rodrigo Pacheco del PSD. En Maceió, capital de Alagõas, el triunfador en la contienda debe lealtad tanto a Bolsonaro como al presidente de la Cámara (PP). Las influencias del senador Renan Calheiros (MDB); del vicepresidente de União, Antonio Carlos Magalhães; de la familia Campos y Arrães en Pernambuco (de origen sindical) siguen vigentes y hacen difícil el traslado a la realidad política chilena de esta compleja estructura de poder.

La ininteligible sopa de siglas partidarias es un reflejo de una sociedad políticamente pragmática, fraccionada, cómoda con el establishment, donde la derecha pura y dura y la “derecha flexible” se instalaron hegemónicamente a nivel regional en estas elecciones, aunque sigue poblada de políticos que suelen cambiar de tienda o cruzar el voto.

Este es el país que recibe nuestras inversiones y al que se dirige la mayor parte de los salmones que producimos. Por eso, creo que es importante comprender qué y sobre todo quién está detrás de estas siglas y de sus directrices que, muchas veces, son para nosotros motivo de frustrantes confusiones. Brasil no es para aficionados.

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