Golpe militar

Carta
OG Review, 02.07.2023
Carlos Klammer Borgoño, embajador (r) y director general del Protocolo y Ceremonial (Aylwin)

Obstinadamente, el presidente Boric trata de imponer una verdad oficial sobre el Golpe Militar del 73, enviando incluso mensajes desde el exterior en su reciente gira europea. Los chilenos, sin embargo, tenemos claro que los verdaderos responsables del golpe fue la clase política -ejecutivo y legislativo- incapaz de conducir la grave crisis que se arrastraba con anterioridad a la llegada de la Unidad Popular al gobierno.  De hecho, el primero en recurrir a las FF.AA. fue el propio presidente Allende, al designar al comandante en jefe del Ejército General Carlos Prats, como su ministro del Interior. Al correr de los días y con la crisis agravada, fueron los propios chilenos los que mayoritariamente llamaron a las FF.AA. a poner fin su gobierno, cuando ya la Cámara de Diputados, por amplia mayoría, había decretado que el gobierno había caído en la inconstitucionalidad.

Lo que sin duda ignorábamos los chilenos, era que los militares iban a permanecer tantos años en el poder y, menos aún, que cometerían tan aberrantes violaciones a los DD.HH.

Por esos años me desempeñaba como 2o. secretario ante las Comunidades Europeas en Bruselas. En mayo de 1974, sorpresivamente recibí un llamado de mi amigo Claudio Orrego Vicuña, entonces ideólogo del PDC., quien me decía que viajaba a Bruselas en compañía de don Patrio Alwyn y el vicepresidente de la CUT, Manuel Rodríguez, para explicar por qué la DC chilena había apoyado el golpe militar. A su vez, me pedía que los acompañara. Con la autorización del Embajador ante la CEE, Carlos Velenzuela, visitamos la Universidad Católica de Lovaina (allí nació la DC chilena) y luego la Universidad Libre de Bruselas. De ahí fuimos a la Sorbona en París y, por último, a la RFA. En pocas palabras, la gira europea de Don Patricio Aylwin no logró sus objetivos, como tampoco tuvo ningún efecto la famosa carta del ex-Pdte Frei Montalva a Mariano Rumor, donde afirmaba que los militares habían salvado a Chile del marxismo. En Europa, el mito de Salvador Allende y su gobierno ya estaba plenamente instalado para siempre.

Finalmente, recuerdo como si fuera ayer, los relatos de Don Patricio sobre la última reunión de la DC con el presidente Allende, en casa del Arzobispado de Santiago, a sólo días del golpe de Estado. El presidente Allende llegó atrasado al encuentro y con su simpatía y aplomo que lo caracterizaba, parsimoniosamente recorría y admiraba la formidable pinacoteca que albergan sus pasillos, hasta ser interpelado por su contraparte política, la plana mayor de la DC, que lo invitaba a tomar asiento para intentar un acuerdo que permitiera una salida democrática a la grave crisis que tenía a Chile incendiado por los cuatro costados. Todo el país fue testigo del fracaso de tales negociaciones.

Llegado el momento de las despedidas, el presidente Allende, ante la sorpresa general, se golpeaba el muslo, expresando "esta es carne de estatua".

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