La metamorfosis de Perón

Reseña de libro
Clarín, 22.05.2017
Miguel Espejo, ensayista y escritor argentino

Cuando Alain Rouquié publicó su ya clásico Poder militar y sociedad política en Argentina: 1943-1973, contribuyó, con una obra mayor, a nuestra historiografía política y a comprender algunos aspectos esenciales del entramado del poder en nuestro país. Ahora apareció en París El siglo de Perón, en proceso de traducción, cuyo subtítulo enuncia su complejidad, anticipa sus matices y controversias, así como su absoluta actualidad: Ensayo sobre las democracias hegemónicas.

El libro le ha permitido explorar rasgos centrales de la siempre inasible Argentina y, además de trazar la “historia peronista”, pudo examinar algunos puntos clave de la situación contemporánea y del concepto sobre el que toma distancia: el populismo. Es un excelente aporte para comprender la génesis de nuestro peculiar movimiento político, pero también una indagación sobre los populismos y las “democracias hegemónicas”, que a partir del colapso de la Unión Soviética han aflorado en el mundo entero.

Aquellos que se han visto vencidos para comprender el intrincado panorama de la sociedad argentina, que hace un siglo disponía de más autos y teléfonos, por habitante, que un país como Francia, y que en la actualidad tiene un tercio de su población bajo la línea de pobreza, encontrarán en el ensayo de Rouquié, incitantes reflexiones sobre uno de los movimientos más emblemáticos de América latina: “Me he propuesto estudiar un episodio bien documentado del pasado, como lo es el peronismo, en razón sobre todo de su perennidad y de la multiplicidad de sus experiencias de poder” .

El peronismo ha logrado atravesar un espectro amplísimo del cuerpo político argentino, al punto que la famosa boutade de Perón, “peronistas somos todos”, más de una vez ha sido convalidada por los hechos. En el rico diálogo que tuvimos con Rouquié en la Maison de l’Amérique Latine, institución que preside, observó que “el problema identitario es uno de los mayores problemas que tiene Argentina”, problema que considera casi inexistente en Brasil o México. Recordó también que a él, en la lejana época de la presidencia de Illia, le fue fácil advertir por dónde transcurrían los reales factores de poder. “Cada vez que lo veía, Frondizi sólo me hablaba de las Fuerzas Armadas y del peronismo”.

“¿Cómo puede ser peronista un hombre que desmanteló el Estado de Bienestar que creó Perón?” se indignó, en su momento, acerca de la política realizada por Menem. Los kirchneristas que actuaron durante ese período, posteriormente pretendieron desvincularse de lo sucedido y de la responsabilidad que les cabía. Peronistas de todo tipo, por la vía de la victimización, y al hablar en nombre del pueblo y de la patria, se han sentido con derecho a la impunidad.

Para el autor, “Borges es argentino, pero es un argentino universal. Perón también, a su manera y por otras razones”. El peronismo resume, con sus virtudes y defectos, elementos esenciales de las “democracias hegemónicas” siempre dispuestas a “ir por todo”, es decir, avanzar sobre los otros poderes del Estado, pero sin pretender, como los estados totalitarios, suplantar la sociedad.

Clemenceau advirtió hace más de un siglo que en Argentina había mucha gente que se consideraba con derecho a vivir del Estado. A su vez Rouquié logró que un sindicalista le confesara: “Nuestro padre es Perón, pero nuestra madre es el Estado”. El deseo de vivir del Estado no se limitó, ni mucho menos, al ámbito peronista, pues se remonta a fines del siglo XIX.

Con la gran crisis que nos introdujo al siglo XXI, que produjo la atomización de la representación política (“que se vayan todos”), también los excluidos reclamaron su derecho a percibir su parte del presupuesto nacional. En nuestros días, son alrededor de 20 millones los que reciben algún tipo de emolumento proveniente del Estado. Para un país de 43 millones de habitantes, el número roza lo inviable.

Recuerdo la broma que yo hacía en esos fatídicos años 2001/2: “Muchachos, no desesperen, que somos la vanguardia de la decadencia del mundo”, intuyendo las características planetarias de una parte de lo que nos sucedía. Quizás sólo se pueda ir hasta las raíces de nuestro país y el peronismo con una alta dosis de humor negro.

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