Editorial La Vanguardia, 30.04.2016
La campaña por el sí a la permanencia del Reino Unido en la Unión Europea difícilmente podrá contar con la voz de Tony Blair, convencido europeísta y el primer ministro laborista más duradero de la historia (de 1997 al 2007). El goteo de revelaciones periodísticas de los últimos meses no acusa al padre del nuevo laborismo, o tercera vía, de ningún delito, pero refleja de manera contundente a una figura de la historia ofreciendo sus servicios de mediación a todo tipo de clientes a modo de un fixer con pocos reparos.
El rotativo The Guardian informaba ayer de los negocios lucrativos de dos compañías vinculadas a Tony Blair Associates (TBA) con la petrolera saudí Petrosaudi, interesada en alcanzar acuerdos con la República Popular China. Los documentos describen un entramado diseñado para disfrazar la realidad: los saudíes –como anteriormente autoridades y compañías de otros países, en su mayoría dictaduras– querían garantizar que sería el propio Blair, con una agenda excepcional, quien asumiría las gestiones pertinentes. Y estas empresas ligadas a la TBA garantizan de forma inequívoca que será el ex primer ministro en persona quien lleve las mediaciones a buen puerto.
El caso invita, como mínimo, a dos reflexiones: el conflicto de intereses –Blair ejerció el cargo de enviado especial del Cuarteto para Oriente Medio entre el 2007 y el 2015– y los límites imponibles a quienes ejercieron las más altas responsabilidades en un Estado y después las rentabilizan al margen de los intereses de ese Estado.
Nada más presentar la dimisión y ceder el paso a Gordon Brown en el 10 de Downing Street, Tony Blair fue designado por EE.UU., las Naciones Unidas, la Unión Europea y Rusia, los integrantes del Cuarteto, para la imperiosa tarea diplomática de mediar en Oriente Medio con especial foco en el conflicto entre palestinos e israelíes, tras el final de la segunda intifada en el 2005 y la guerra del Líbano un año después.
La comunidad internacional vio en Tony Blair el personaje ideal para tratar de apaciguar las tensiones y establecer otra vía: el diálogo. Pronto quedó claro que su capacidad era limitada y su implicación en el trabajo part time –a tiempo parcial–, por lo que las dos confrontaciones libradas entre Israel y Hamas en Gaza (en el 2008 y el 2014) demostraron la irrelevancia de la figura del mediador del Cuarteto. Por esos años, llegaban noticias del lujoso estilo de vida del ex primer ministro en sus viajes a la región. Y ahora se ha sabido que los tratos entre los saudíes y las firmas de Blair comenzaron cuando este representaba a la comunidad internacional en Oriente Medio...
Los expresidentes de Gobierno no están condenados ni obligados a llevar una vida monacal. Las conferencias de líderes como Bill Clinton o Tony Blair tienen unas tarifas que ya permiten compensar su dedicación anterior en la vida pública y garantizarles la jubilación. No todos tienen las virtudes y sobriedad de un Jimmy Carter, quizás el mejor expresidente de la historia de Estados Unidos (y uno de los pocos, junto a George H.W. Bush , que no fueron reelegidos).
Los últimos y continuados éxitos de partidos y candidatos populistas en los procesos electorales de Estados Unidos y Europa beben en la crisis económica y en la forma con que quienes deberían ser los referentes de las sociedades se dedican a ganar dinero a espuertas y sin miramientos.