La pesadilla vuelve a Afganistán

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Republica, 16.08.2021
Inocencio F. Arias, embajador (r) y columnista español

Los talibanes, sin librar grandes batallas, han reconquistado Afganistán en el mimo tiempo en el que fueron expulsados por la maquinaria militar americana hace veinte años: en ocho semanas.

Van a correr ríos, cataratas y océanos de tinta para explicar esta debacle después del brutal costo que ha tenido para Estados Unidos intentar estabilizar el país. Tiempo habrá de estudiarlo. Pero sin mayor reposo podemos extraer diversas consecuencias penosas de lo que se avecina:

La primera será el sufrimiento de la población afgana y especialmente de las mujeres. Antes de la invasión americana las niñas habían sido expulsadas de la escuela por no hablar ya de cualquier institución de enseñanza superior. Volvieron gracias a Estados Unidos y sus aliados, entre ellos España. Es posible que los talibanes de hoy sean menos fundamentalistas que sus padres pero la igualdad de la mujer experimentará una merma trágica. Sin duda ninguna. Será muy lamentable.

El país se convierte en un potencial campo de asilo y entrenamiento de los terroristas islámicos. Como los talibanes saben bien que si vuelven a acoger a un Bin Laden que monte algo como lo de las Torres Gemelas y se jacte de ello Washington puede responder con una mazazo resonante se tentarán la ropa y actuarán sin exhibicionismo. Su ideología y fanatismo, les impedirá, con todo, abandonar a su suerte a correligionarios violentos que luchan por propagar el islamismo. Los dirigentes talibanes se dividirán sobre el nivel de acogida a los fundamentalistas pero el apoyo seguirá de forma nociva para occidente y la región.

Estados Unidos recibe una bofetada de considerable impacto. La popularidad de Biden, al que se acusará de abandonar a los afganos aunque la medida estaba esbozada por Trump, va a caer considerablemente. Peor aún, la credibilidad de Estados Unidos, nuestro aliado, se encoge enormemente. En el mundo y más aún en la zona. Los países que vacilan en la pugna entre Estados Unidos y China van a llegar a la duda o al convencimiento de que en un momento determinado Washington no vacila en dejar caer a un amigo. La realidad no es totalmente esa, aunque haya un base de verdad, pero los cantos de sirena de los enemigos de Estados Unidos cobran ahora más fuerza. Las tres consecuencias que abordo en este primer momento no son motivo de alegría para los occidentales o cualquier persona amante de la libertad.

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