La pugna por el Pacífico

Columna
El Líbero, 07.06.2025
Fernando Schmidt Ariztía, embajador (r) y exsubsecretario de RREE

Ni nos enteramos de la Tercera Reunión de cancilleres de la R.P. China y los países islas del Pacífico, que convocó el ministro Wang Yi, el 28 y 29 de mayo. Asistieron casi todos los ministros de relaciones exteriores o sus representantes, inclusive Islas Cook y Niue, estados libres asociados a Nueva Zelanda, que Estados Unidos reconoció como independientes en 2023. La reunión no pudo organizarse con el Foro de Islas del Pacífico (FIP) porque Tuvalu, Islas Marshall y Palau, miembros del FIP, reconocen a Taiwán como legítimo representante de China. El encuentro se efectuó en la ciudad de Xiamen (5,3 millones de habitantes) que está, literalmente, a pocos cientos de metros de la isla taiwanesa de Kinmen, y que El Líbero visitó hace menos de dos años. Fue altamente significativo que la reunión haya tenido lugar en una ciudad que mira al Estrecho de Taiwán.

El objetivo político más urgente de China en el Pacífico es aislar internacionalmente a la isla, y que los tres países miembros del FIP que mantienen relaciones diplomáticas con Taipei puedan romper su alianza. La convocatoria tenía este objetivo, pero sus resultados se probarán -según Cleo Paskal de The Diplomat – en septiembre próximo, cuando el FIP se reúna en Islas Salomón y se constate si las presiones chinas y la de los países fieles a Beijing dieron resultado.

La finalidad política de mediano plazo del encuentro, y la más relevante, era posicionar activamente a China en el Pacífico y mermar la influencia de Estados Unidos y de sus aliados. Para ellos, esto es fundamental, ya que estas pequeñas naciones se encuentran geográficamente en la retaguardia de los aliados norteamericanos en Asia y, como señala la publicación mencionada: “Si hubo una lección fundamental de la II Guerra Mundial en el Pacífico que sigue siendo relevante hoy, es la importancia de la logística para vencer en un conflicto”. Entre tanto, China ha ampliado exponencialmente su Armada (395 buques a fines de este año y 435 buques para el 2030), así como su capacidad para construir bases aéreas o navales en islotes, atolones y arrecifes.

La reunión en Xiamen no era una novedad, pero fue la primera vez que se realizó en suelo chino y constituyó un avance estratégico para Beijing, por las siguientes razones:

  • Logró el apoyo de los países del Pacífico para algunas políticas del Presidente Xi, como la Iniciativa de Desarrollo Global; la Iniciativa de Seguridad Global y la Iniciativa de  Civilización Global. Incluso estados libres asociados de Nueva Zelanda se pronunciaron sobre temas como el de Taiwán en un lenguaje que no es el de Wellington.
  • Demostró liderazgo en temas multilaterales donde divergen con la actual administración norteamericana, como en la implementación de la Agenda 2030 de Naciones Unidas, o la promoción conjunta para implementar la Convención Marco de la ONU sobre Cambio Climático y su Acuerdo de París. En este último campo, prometió cerca de 100 proyectos de cooperación al Pacífico. Ya han aportado cerca de US$ 1.000 millones.
  • Logró formar con estos países una “asociación estratégica comprehensiva” con proyectos para enfrentar emergencias, entrenamiento policial, conectividad, cooperación médica, y otros. Los pequeños estados insulares del Pacífico son sumamente vulnerables al cambio climático, víctimas del crimen internacional, muchos de ellos dependientes de conexiones aéreas caras e infrecuentes, y cuentan con una pobre infraestructura sanitaria. De hecho, China readecuó o está reconstruyendo un par de pistas usadas durante la II Guerra Mundial en Micronesia e Islas Salomón (Guadalcanal) para el tráfico aéreo; y adelantó un programa de cooperación médica a desarrollarse desde este año.
  • A pesar de poseer el arsenal nuclear de mayor crecimiento mundial, China satisfizo las aspiraciones de los países del Pacífico al comprometerse a respetar el régimen de no proliferación nuclear internacional y rechazar todo tipo de ensayos en el Pacífico Sur.
  • Además, logró vincular su objetivo geopolítico de la Franja y la Ruta con la Estrategia del Pacífico Azul 2050 del FIP, que busca la integración de los estados mediante la cooperación.
  • Finalmente, China ofreció acelerar las negociaciones para un TLC con las mayores economías del Pacífico insular y, en algunos casos, desarrollar Zonas Económicas Especiales como la que ya tienen con Islas Salomón. En este campo y otros, sorprendieron a Nueva Zelanda al firmar con Islas Cook, a fines del año pasado, un Acuerdo Estratégico de Asociación.

Saltan a primera vista los contrastes entre la capacidad diplomática china y la política exterior hacia el Pacífico de la actual administración norteamericana. Mientras Washington se retira del Acuerdo de París, Beijing ofrece a estos países proyectos para mitigar el cambio climático. En el campo sanitario, la nueva administración en Washington se retira de la OMS, y Xi Jinping les promete cooperación médica. En tanto Trump revisa su política de cooperación, China anuncia nuevos programas sobre resiliencia en desastres naturales, pesca, agricultura, temas marítimos, seguridad. A medida que Estados Unidos impone aranceles, China abre mercados y, con la promoción de conexiones aéreas, facilita el desarrollo del turismo. Mientras Washington proclama una “America First Fishing Policy”, Beijing habla -cínicamente o no- de protección de los recursos marinos. A medida que Estados Unidos congela sus embajadas y programas en la zona, China los incrementa.

La Administración Biden desarrolló exitosamente dos encuentros en Washington con los 17 países miembros del FIP, en los que participaron también representantes de Australia y Nueva Zelanda. Había que contener a China en ese vasto espacio. Abrió embajadas y desplegó su “soft power” con US $7.200 millones para una serie de proyectos de cooperación en torno a la Estrategia 2050 del Pacífico Azul. Además, prometieron actuar ante el cambio climático; desastres naturales; regular las pesquerías ilegales; mejorar las capacidades de los estados en ciberseguridad; crimen transnacional; lavado de dinero; terrorismo; incremento de los intercambios culturales, becas, entrenamientos. Después de muchos años, Biden generó expectativas.

Hoy predomina la desilusión en el FIP mientras crece la ansiedad en Australia, Nueva Zelanda y entre los representantes del Pacífico en el Congreso norteamericano, que temen por la seguridad de Estados Unidos y no ven avances equilibrados en los acuerdos de libre asociación firmados.

Debemos analizar en esta pugna sus efectos sobre la seguridad de las líneas navieras para nuestro comercio, del cable hacia Australia y el posible desarrollo de la minería submarina. Además, el precedente que crea la presencia de Islas Cook y Niue en reuniones de este tipo. Mañana podrían reclamar lo mismo Bougainville, de Papúa Nueva Guinea; Nueva Caledonia; Yap y Chuuk, de Micronesia; Guam, de Estados Unidos; o la Polinesia Francesa, donde el debate sobre su independencia se reactivó este año con apoyo de Azerbaiyán. Es posible que las potencias promuevan estas causas, directamente o por terceros para sus objetivos políticos. De ahí a crear un problema con Isla de Pascua no hay más que un paso. No creo en brujas, pero que las hay, las hay.

Así como China está actuando en América Latina con líneas de crédito por US $9.100 millones, inversiones en infraestructura, exenciones de visa, etc.; en el Pacífico asistimos tempranamente al desafío entre ambas potencias por situarse estratégicamente en ese espacio. Por ahora, el avance chino es evidente, mientras Estados Unidos prioriza sólo lo militar. Esto es insuficiente si no se acompaña de un proyecto político que gane voluntades, y no sé si Trump entiende esa lógica.

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