La urgencia de la acción climática

Columna
El Mercurio, 03.11.2022
León de la Torre Krais (embajador de la UE en Chile) y los embajadores de Alemania, Austria, 
Bélgica, Croacia, Dinamarca, España, Finlandia, Francia, Grecia, Hungría, Irlanda, Italia, 
Países Bajos, Polonia, Portugal, República Checa, Rumania y Suecia

El mundo ha cambiado mucho en 2022. Tras una pandemia devastadora, ahora sufrimos una crisis energética global desencadenada por Rusia, que con la invasión a Ucrania ha alterado nuestra convivencia pacífica. Al mismo tiempo, la emergencia climática sigue empeorando. A pesar de nuestro compromiso por evitarlo, el calentamiento global se acerca rápidamente al nivel de 1,5 °C por encima de la media de 1990, lo que representa un punto de inflexión para la supervivencia del planeta.

Hoy tenemos más evidencias científicas de los efectos del cambio climático. La degradación de ecosistemas, bosques y glaciares, los retrocesos de líneas costeras, los incendios, las olas de calor, inundaciones, tormentas y sequías; sus consecuencias son inexorables y están afectando a todos y de manera desproporcionada a los más vulnerables.

Sin embargo, no debemos caer en la resignación, sino elegir con determinación la acción colectiva por la preservación del planeta. Las soluciones y las tecnologías están a nuestro alcance y debemos planificar e invertir firmemente en ellas. Y hay que hacerlo ahora, porque el tiempo se agota.

Este mes, en el marco de la próxima Conferencia sobre el Cambio Climático (COP27), cada país tendrá que exponer lo que ha hecho y lo que planea hacer para limitar a 1,5 °C el aumento de la temperatura global. Los compromisos de la Unión Europea están fijados por ley en el Pacto Verde Europeo: reduciremos las emisiones en al menos un 55% para 2030 y alcanzaremos la neutralidad climática en 2050.

Algunas voces nos han pedido “realismo” y que dejemos la acción climática en un segundo plano, ya que hay otras crisis con las que lidiar. La guerra de agresión de Rusia contra Ucrania y el chantaje del gas aumentan no solo nuestras facturas de energía, sino también la ambición de nuestros ciudadanos por superar esta dependencia lo antes posible.

En Europa, algunos países miembros han tenido que tomar medidas a corto plazo contrarias a sus objetivos nacionales de cambio de matriz energética para hacer frente al aumento de los precios de la energía y a las perturbaciones en el suministro de energía. Pero también se ha acelerado la desconexión del gas ruso, que al principio de la guerra suponía el 41% del gas de gasoducto y hoy ya solo representa el 7,5%. Al mismo tiempo, no renunciaremos a nuestros objetivos de reducción del uso de combustibles fósiles y redoblaremos los esfuerzos por alcanzarlos en los plazos que nos hemos puesto, desarrollando con mayor rapidez fuentes de energía renovables.

No pretendemos tener todas las respuestas y siempre estamos dispuestos a escuchar cómo otros países están cumpliendo con su propia ambición climática. En este ámbito, la alianza que tenemos con Chile es clave y confiamos en que pronto firmaremos la modernización de nuestro Acuerdo de Asociación, en el que uno de los principales objetivos es precisamente afrontar el cambio climático y hacer de la transición ecológica un eje central de nuestra alianza.

La Unión Europea y Chile son socios en la construcción de un futuro más sustentable. A través del programa Euroclima+, hemos cooperado en la construcción y el fortalecimiento de la gobernanza climática en Chile. La presidencia chilena de la COP25 fue una oportunidad clave para trabajar mano a mano con diversos actores, incluyendo gobierno central, sector privado, sociedad civil, pueblos indígenas y gobiernos locales. Hemos impulsado proyectos de energías renovables como Cerro Dominador, la primera central solar térmica de América Latina, así como el desarrollo de hidrógeno verde, que tiene un inmenso potencial en Chile, a través de la iniciativa Team Europe.

Seguiremos creando espacios de intercambio de buenas prácticas y proyectos destinados a alcanzar la carbono-neutralidad al 2050 y avanzar en la adaptación y mitigación al cambio climático. De hecho, la UE sigue siendo el mayor donante a la financiación climática a nivel mundial. Frente a este desafío sin precedentes, se requieren los esfuerzos de todos los países, junto con una movilización masiva del sector privado.

Es hora de actuar con sentido de urgencia. Es hora de concretar lo que todos los países hemos comprometido en el Acuerdo de París. Es hora de detener el daño y evitar que la Tierra se vuelva inhabitable para la humanidad.

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