Las primarias no son un capricho

Columna
El Nacional, 26.05.2023
Oscar Hernández Bernalette, embajador (r), profesor y columnista venezolano

Lamentablemente, hay quienes ven toda actuación política dentro de la óptica de la estrategia. El fin lo justifica todo. La ética, la joya de la corona, que permite regular los asuntos sociales, que acepta la pluralidad y las diferentes interpretaciones que permiten un desempeño apropiado de las relaciones sociales, parecieran tiradas al traste toda vez que prevalece la ambición política o los cálculos de la política basados en intereses subalternos más que en los intereses de la mayoría.

Después de tantos años de desaciertos, conflictos de toda naturaleza, desconfianza, violación de derechos humanos y destrucción del aparato productivo, es insólito que supuestos demócratas puedan con su actuación poner en riesgo las primarias. No hay duda de que existen en la política distintos medios para elegir un abanderado electoral, pero nos guste o no, estamos ante un mecanismo acordado y que debería ser respetado por cada uno de los partidos y candidatos, independientemente de los resultados. No será un mundo perfecto, pero es una gran oportunidad para el reencuentro, para sumar todas las banderas y energías detrás de quien se decida en la convocatoria del 22 de octubre.

Por supuesto que habrá sabotajes, intereses parciales disfrazados de opositores aliándose con Miraflores, un gobierno sin escrúpulos que se beneficiaría si fracasa la oposición y para ello hará lo posible por sabotear y desmotivar las primarias, candidatos montados a punta de estrategia y sin ética. Esa es la realidad que está por delante. Pero los demócratas, los venezolanos honestos con el país y con ellos mismos, no deben poner en duda que la cruzada se inicia con las primarias. La mayoría de los venezolanos aspiran y cuentan con esa oportunidad. El tema no es quién llegue, sino que quien represente la bandera del cambio sea el resultado de una gran alianza que le dé esperanzas de nuevo a los venezolanos y eso es posible. Venezuela se merece esta oportunidad. A quienes están al frente del proceso hay que darles el apoyo para que tomen las decisiones que sean necesarias. Un voto de confianza sin cortapisas.

El país no quiere un candidato de consenso alcanzado por los partidos. Este no es el tiempo ni el momento. La diáspora quiere y debe votar, es una deuda moral que tenemos con esos venezolanos que se fueron y que han pagado la cuota más alta y que no es otra que la del destierro. Los “opositores” que ya se encuadran en una cruzada electoral fuera de las primarias contando con inhabilitaciones recibirán el desprecio del electorado. Es el momento de la renovación, de la corrección, de los desaciertos del pasado y sobre todo de la unidad. No hay manera de que Venezuela despegue y se reinserte en la economía global si no hay un cambio. Sacar a millones de la pobreza obliga a un nuevo liderazgo. No es voluntarismo, es una necesidad histórica.

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