Merecía una película: Pedro de Valdivia, conquistador de Chile

Opinión
Actuall. 04.08.2017
Javier Torres, licenciado en periodismo (U. CEU San Pablo-Madrid
  • Conquistador extremeño -como Hernán Cortés, Pizarro, Núñez de Balboa...-, fundó Santiago del Extremo o La Serena y se enfrentó a los indios más aguerridos del continente. Persona de marcada espiritualidad, le confiesa a Carlos V que lo que le anima a la conquista es la conversión de los indios.

"La fundación de Santiago", de Pedro Francisco Lira Rencoret (1845-1912) en el que se representa a Pedro de Valdivia señalando el lugar en el que fundaría la ciudad

Es inconcebible que la historia de los conquistadores españoles no sea a estas alturas un prolífico ramillete de superproducciones cinematográficas o series históricas. Cabría preguntarse si tal cosa sucedería si los Hernán Cortés, Núñez de Balboa, Pizarro o Pedro de Valdivia hubieran venido al mundo en una campiña inglesa en lugar del secarral extremeño.

Quizá la de Pedro de Valdivia es de las figuras menos conocidas de entre todos los conquistadores. Hijo de un hidalgo de Villanueva de la Serena (Badajoz), precisamente así llama a la primera ciudad -tras Santiago- que funda en Chile: La Serena.

Nace en 1497 y en 1540 inicia la conquista del territorio con salida al Pacífico al que llega con el título de teniente gobernador otorgado por Pizarro. Más tarde sería nombrado gobernador y capitán del reino de Chile tras fundar Santiago del Nuevo Extremo, o sea, Santiago de Extremadura.

Hasta donde sabemos no consta que este extremeño pidiera perdón por tales hazañas, pero sin duda hoy escandalizan españoles de la raza de Pedro de Valdivia, que si se echó a la mar para llegar a América fue inducido por su marcado patriotismo y no por el ansia de rapiña que a tantos ha movido en otras empresas históricas.

 

Ni riquezas ni majestuosos templos

Pero no solo de patriotismo vive el hombre: en las cartas que se cruzaba con Carlos V se aprecia a un leal servidor de la corona y, sobre todo, a una persona de marcada espiritualidad, pues de su puño y letra explica que lo que le anima a ampliar las tierras conquistadas es la conversión de los indios. (Dígale usted hoy a su hijo tal cosa y le denuncia ante el defensor del menor).

Es verdad que la de Chile no fue la mayor gesta española en las Indias. Nada que ver con la épica conquista de México por Hernán Cortés o la de Pizarro en el Perú, fundamentalmente porque este nuevo territorio no lo gobernaba un emperador ni tenía grandes riquezas ni majestuosos templos en los que proyectar su poder.

Sí hubo, sin embargo, algo que no sufrieron otros conquistadores y que engrandece la leyenda de Pedro de Valdivia en Chile: se enfrentó a los indios más valientes de América, los araucanos.

No es, por tanto, exagerado el tratamiento de héroe que recibe junto a los anteriormente citados que desfilan en el maravilloso Cuando los dioses nacían en Extremadura de Rafael García Serrano, que ya el título es todo un homenaje.

Hay además algo distinto en Valdivia respecto a la mayoría de los conquistadores hispanos de la época: él sí fue educado para las armas. Antes de poner un pie en América ya se había fogueado en las guerras de Italia y Flandes.

Según R.B. Cunninghame Graham, autor de “Pedro de Valdivia, conquistador de Chile”(editorial Renacimiento), el héroe extremeño fue un arquetipo de todas las cualidades elementales que la naturaleza imprime en el hombre.

Valiente a toda prueba, tolerante y paciente hasta un límite increíble para las penurias bajo las cuales los más valerosos habrían sucumbido, leal al rey y a su patria, soldado vigoroso, tenía gran capacidad como administrador; cualidades no tan frecuentes hoy entre la raza latina”.

También su muerte fue bien distinta a la de la mayoría de conquistadores. Junto a Nuflo de Chaves, Pedro de Valdivia fue el único que murió a manos de los indios, curiosamente el día de Navidad de 1553.

Caballero hasta el final, siempre describió en términos más que elogiosos a los aguerridos araucanos que luego le darían muerte.

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