Columna Realidad y Perspectivas, N*119 (septiembre 2023) Germán Guerrero Pavez, exembajador de Chile en México
Dentro de 8 meses, el 2 de junio de 2024, México enfrentará las elecciones más grandes de su historia con la elección de más de 20 mil cargos públicos, entre ellos, el sucesor del actual presidente Andrés Manuel López Obrador, y la totalidad del Congreso de 128 senadores y 500 diputados. Simultáneamente, se verificará la elección de 9 gobernaciones, 31 congresos locales, 1580 ayuntamientos y 16 alcaldías.
Ese día, cerca de 98 millones de votantes tendrán la posibilidad de decidir el camino que tomará México para los próximos 6 años con significativos efectos en el modelo de desarrollo y, al mismo tiempo, en el rol que jugará en las relaciones internacionales, principalmente en la política de alianzas en la región latinoamericana. En efecto, la crucial elección del 2 de junio del próximo año dirimirá si se mantiene en el poder el gobierno de izquierda encabezado por el partido Movimiento Regeneración Nacional (Morena), o si se produce un giro político hacia la derecha con el eventual triunfo de la coalición opositora integrada por el Partido Acción Nacional, el PRI y el PRD.
Aunque aún falta un trecho importante en esta carrera por la presidencia –y, por lo tanto, resulta prematuro vaticinar hacia donde se inclinará la balanza–, sí hay un hecho con un alto grado de certeza. Estas elecciones podrían constituir un hito histórico para México con la elección de la primera mujer presidenta de la historia.
México con rostro de mujer es la apuesta más clara que proyectan la mayoría de las encuestas y los análisis internacionales. Hace unos días, The New York Times tituló A Historic First for Mexico as Two Women Vie for the Presidency (Un hito histórico en México: dos mujeres van por la presidencia), mientras France Press sentenciaba ‘Historic’: Mexico moves closer to electing first woman president (México se encamina a elegir a su primera presidenta).
En consecuencia, a pesar de que las cartas aún no están echadas, si hay dos naipes de la baraja que tienen la primera opción de ganar la partida. Ambas representan a las alianzas políticas situadas en las antípodas (izquierda y derecha) y ambas tienen rostro de mujer. Es así como, ciertamente, México elegirá a su primera presidenta mujer entre Claudia Sheinbaum, la carta del presidente Manuel López Obrador para continuar su legado y profundizar el proceso estatal de transformaciones económicas, sociales y políticas, y Xóchitl Gálvez, la candidata de la oposición para frenar este proceso y retomar un modelo basado en el crecimiento y el rol del sector privado.
Sin embargo, en esta carrera por la presidencia hay un actor que, a pesar de estar viviendo el año del pato cojo, podría tener una gran influencia en el resultado electoral de la contienda. A pesar de que Andrés Manuel López Obrador, ya en su último año del sexenio, no tiene cifras contundentes que exhibir en materia de lucha contra la corrupción, en materia de crecimiento, lucha contra la pobreza y seguridad; es un actor que sí tiene una cifra muy contundente: un alto índice de popularidad, cercano al 60%, y que podría traspasar a la nueva carta de la izquierda populista.
Tal es así que, en todas las encuestas, la carta de MORENA tiene una ventaja significativa frente a la carta opositora, lo que hace presagiar la continuidad del oficialismo y del discurso de la denominada Cuarta Transformación. AMLO asegura que se retirará completamente y que no tendrá mayor influencia en el futuro de la política mexicana. “No soy un cacique y mucho menos me siento insustituible. No soy un hombre fuerte". Sin embargo, por el momento, seguirá siendo el poder en las sombras de la candidatura de Claudia Sheinbaum, quien se reconoce como su heredera y como guardiana del legado de López Obrador.
Según el informe After AMLO (julio, 2023) del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales, su influencia se mantendrá independiente de quién triunfé en las próximas elecciones. Si gana su candidata la agenda permanecerá intacta y también su proyecto populista. Si gana Xóchitl Gálvez tendrá una gran influencia desde su partido y su base de apoyo. Más aún, AMLO podría tener una influencia más gravitante si MORENA obtiene una victoria significativa en las elecciones del Congreso y gobernaciones que podrían llevar a México a un sistema de partido dominante como el que caracterizó al país durante los 71 años de gobierno hegemónico del PRI y que le permitiría contar con la mayoría para realizar reformas constitucionales que afecten el sistema electoral y político.
En materia de relaciones internacionales, México también tendrá la oportunidad de mantener su alineamiento con los gobiernos afines de izquierda o asumir una postura más crítica frente al populismo y ampliar sus relaciones hacia gobiernos de otros signos ideológicos. En todo caso, será vital la posición que decida asumir personalmente la nueva mandataria porque, independiente de quien gane, estas definiciones no tienen por qué estar escritas en roca.
Más allá de las visiones ideológicas, de la eventual influencia de AMLO e incluso de los vaticinios de los analistas, no es posible predecir el papel que finalmente adoptará la futura presidenta y el futuro gobierno frente a todos los temas del próximo sexenio. No se puede presumir subordinación o tutela alguna, porque esta elección, con rostro de mujer, puede ser también el punto de partida de un nuevo estilo, de una visión renovada, de un nuevo liderazgo femenino autónomo que marque un cambio profundo respecto de la tradicional cultura machista de la política mexicana. En los próximos años, la mujer en México tendrá la oportunidad y también tendrá el poder de abrir un camino propio.