Mil días de la invasión ilegal a gran escala a Ucrania

Columna
El Mercurio, 19.11.2024
Embajadores Yurii Diudin (Ucrania), Susanne Fries-Gaier (Alemania), Andrew Martin (Australia), 
Karolina Guay (Canadá), Cyrille Rogeau (Francia), Ito Takako (Japón), Valeria Biagiotti 
(Italia), Louise de Sousa (Reino Unido) y Claudia Gintersdorfer (UE)

Hoy, 19 de noviembre, se cumplen mil días desde que Rusia inició su ataque no provocado, premeditado y brutal contra Ucrania. Al llegar a otro hito significativo y preocupante en la agresión armada de Moscú, y como embajadores de Ucrania, sus aliados y países con ideas afines, queremos poner de manifiesto que no podemos permitir que la agresión rusa prevalezca.

Desde aquí en Chile, la guerra en Europa puede parecer lejana a las fronteras de América Latina. Pero la lucha de Ucrania por la libertad y la democracia debe importar a todos los países, incluso aquí, en las Américas. La guerra de agresión de Rusia a Ucrania es una violación flagrante a la Carta de las Naciones Unidas y al orden internacional basado en normas del que depende toda nuestra prosperidad y seguridad. Si no nos enfrentamos a la agresión rusa ahora, otros agresores potenciales podrían sentirse tentados a redibujar otras fronteras internacionales mediante el uso de la fuerza.

Los ucranianos han defendido a su país y su democracia con coraje y una gran determinación. Gracias a la valentía de la resistencia ucraniana, Rusia va en camino al tercer año de una guerra que creía que duraría solo unos días.

Como democracias liberales con ideas afines, comprometidas con el multilateralismo y el sistema internacional, Ucrania y sus numerosos socios internacionales continúan trabajando unidos, apoyados en valores compartidos e intereses comunes. Acogemos con satisfacción el apoyo permanente de Chile y del presidente Boric a Ucrania, así como las demás voces latinoamericanas que defienden el Derecho Internacional contra la agresión.

En nombre de los gobiernos de Ucrania y de sus aliados y países con ideas afines, también somos claros en nuestro compromiso de forjar una paz duradera en Ucrania. Pero debe ser una paz justa que, asentada en el Derecho Internacional, respete los principios fundamentales que sustentan las Naciones Unidas. La Cumbre de Paz para Ucrania, celebrada en Suiza, en junio pasado, a la que asistió el presidente Boric, fue una clara señal de nuestra unidad global en apoyo de una paz sostenible y duradera para Ucrania, con cerca de 90 países, entre ellos Chile, firmando el comunicado que respaldaba su integridad territorial y los principios de la Carta de las Naciones Unidas. El presidente Zelenskyy ha demostrado una y otra vez que está dispuesto a recorrer un camino hacia la paz.

Por el contrario, Rusia quiere seguir sembrando la violencia en sus intentos de deshacer los principios de soberanía e integridad territorial consagrados en la Carta de las Naciones Unidas. Nuestra respuesta colectiva a sus intentos de pisotear el Derecho Internacional debe ser de fortaleza, resistencia y unidad.

El resultado dependerá de nuestra voluntad colectiva. Ucrania puede ganar y ganará con la fuerza de su pueblo y contará con nuestro apoyo durante el tiempo que sea necesario. Pero debemos continuar situando a Ucrania en la posición más fuerte posible para que siga defendiéndose y prevalezca. Hacerlo supondrá un reto y no estará exento de costos. Pero los costos de no hacer nada serán mucho mayores para toda la humanidad.

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