Columna El Mercurio, 18.06.2019 Xu Bu, embajador de China en Chile
La escalada de las fricciones comerciales entre China y los Estados Unidos ha atraído amplia atención en la comunidad internacional, incluyendo a Chile. El objetivo fundamental de la guerra comercial contra China provocada por los EE.UU. es frenar el desarrollo de China. Esto no coincide con el interés común de la comunidad internacional.
China siempre ha insistido en resolver las disputas comerciales mediante consultas equitativas y ha demostrado máxima sinceridad en las consultas económicas y comerciales entre China y los EE.UU. Desde el inicio de las consultas económicas y comerciales sino-estadounidenses, en febrero de 2018, ambas partes han llevado a cabo 11 rondas de consultas y han alcanzado muchos consensos importantes.
Sin embargo, los EE.UU. han dado volteretas repetidas. Cada vez que las dos partes están a punto de llegar a un acuerdo, la parte estadounidense hace nuevas propuestas, en un intento de obligar a la parte china a aceptar lo imposible. Ante las demandas irrazonables de los EE.UU., China se vio obligada a tomar las medidas de represalia necesarias.
EE.UU. es el principal elaborador de las normas económicas y comerciales internacionales y el líder del orden económico mundial. Es claramente absurdo que EE.UU. acuse de injustas las normas y el orden existentes. En la era de la globalización económica de hoy, China y los EE.UU. tienen un alto grado de integración económica y constituyen en conjunto una cadena industrial completa. Las dos economías están estrechamente vinculadas.
EE.UU. es el beneficiario del comercio sino-estadounidense. Casi el 60% del déficit comercial de EE.UU. con China proviene de empresas con inversiones extranjeras, en su mayoría estadounidenses. Además, un tercio del aumento de las ventas de compañías norteamericanas en el extranjero proviene del mercado chino. Solo en 2018, las empresas estadounidenses, incluyendo Qualcomm, Microsoft y Google, vendieron a Huawei componentes por US$ 11 mil millones.
Según un estudio de la Federación Nacional de Minoristas de EE.UU., un arancel de 25% sobre los muebles chinos costaría a los consumidores estadounidenses US$ 4.600 millones adicionales al año. Otro estudio realizado en febrero de 2019 por Trade Partners, un think tank norteamericano, mostró que si EE.UU. impusiera un arancel del 25% a todas las importaciones chinas, el PIB estadounidense se reduciría en un 1,01 por ciento y disminuiría 2,16 millones de puestos de trabajo. Una familia de cuatro personas en los EE.UU. gastará US$ 2.294 adicionales al año.
La guerra comercial de los EE.UU. contra China está destinada a aplastar a China, pero lo cierto es que está perjudicando al mundo entero. China y los EE.UU. son las dos economías más grandes del mundo y están relacionadas con la prosperidad y la estabilidad del mundo. Una guerra comercial no solo perjudica los intereses de China y de EE.UU., sino que también socava el orden de libre comercio basado en normas, la confianza del mercado y la fuerza motriz de la recuperación económica mundial, perturba la cadena industrial, la cadena del suministro global, obstaculiza la innovación científica y tecnológica y el avance de la cuarta revolución industrial.
La disputa comercial sino-estadounidense parece ser un conflicto comercial, pero su esencia es una disputa de conceptos entre las normas y la hegemonía, el multilateralismo y el unilateralismo, el libre comercio y el proteccionismo, el beneficio mutuo y ganancia compartida y el juego de suma cero. El informe Perspectivas Económicas Mundiales del Banco Mundial redujo aún más su previsión de crecimiento mundial para este año al 2,9%, siendo la continua tensión de las relaciones comerciales uno de los principales riesgos que conducen a la baja. Para Chile, la guerra comercial ha reducido el precio del cobre y ha afectado directamente a su economía.
No hay ganadores en las guerras comerciales. China está dispuesta a llegar lo antes posible a un acuerdo mutuamente beneficioso con EE.UU. sobre la base del respeto mutuo, lo cual corresponde a los intereses de ambos países y coincide con las expectativas de los pueblos del mundo, incluyendo Chile. Pero si la parte estadounidense insiste en la escalada de fricciones comerciales, China no tendrá miedo y la acompañará hasta el final.