No hay tiempo que perder

Columna
El Periódico, 18.02.2024
Jorge Dezcallar de Mazarredo, Embajador de España y columnista

¡Suena la alarma! Las declaraciones de Donald Trump llamando delincuentes a los países OTAN que no invierten en defensa el 2% de su PIB (solo lo hacen 11 de los 31) han causado consternación en Europa y no porque sean inesperadas, pues ya en otras ocasiones ha expresado por esa situación una irritación compartida por otros presidentes desde Reagan hasta Biden. Los americanos dicen que son Marte y nosotros Venus y que somos como un herbívoro bonachón incapaz de dar una cornada para defenderse. Y tienen razón. Los europeos hemos sido muy inconscientes al poner nuestra seguridad en manos de Washington, nuestra energía en las de Moscú y nuestro comercio en las de Beijing. En el caso de la Defensa, nos hemos acostumbrado a ir de gorra y algunos países aún más que otros, dicho sea, sin mirar a nadie. Por eso siempre que ha habido problemas en nuestro continente o en nuestro entorno, desde la implosión yugoeslava a la crisis de Kosovo, el derrocamiento de Gadafi o la misma invasión rusa de Ucrania, hemos tenido que recurrir a EEUU porque son los únicos que poseen unas Fuerzas Armadas y una Inteligencia capaces de resolver los problemas.

Y no es por falta de medios, sino de unidad. Porque es cierto que pocos cumplimos con ese 2% que nos pide la OTAN, pero no lo es menos que los 27 juntos gastamos en Defensa 350.000 millones de euros, bastante más que China (250.000) y mucho más que Rusia (65.000), aunque a distancia sideral de EEUU (830.000). Nuestro problema es que a pesar de este fuerte desembolso nadie nos toma en serio porque lo gastamos mal, con duplicidades, con descoordinación y, sobre todo, con falta de dirección y de unidad entre nosotros. Y hace muchos años que lo sabemos. Parecemos creer que vivimos en un mundo de gentes pacíficas mientras compartimos continente con una Rusia nacionalista y agresiva, y nuestro flanco sur está desestabilizado desde que hace 13 años comenzarán las primaveras árabes y donde ahora ha estallado el conflicto de Gaza, que también afecta a la navegación y a los suministros. Y nosotros tan tranquilos. El problema es que como carecemos de una política Exterior común somos incapaces de hablar con una sola voz (Gaza es el ejemplo más reciente) y eso nos conduce a la irrelevancia internacional, que se multiplica con la carencia de unas Fuerzas Armadas europeas capaces de proyectarse fuera de nuestras fronteras en defensa de nuestros valores y de nuestros intereses políticos o económicos. O sea, carecemos de autonomía estratégica. Es muy frustrante.

Además de frustrante es peligroso porque Donald Trump ha ido esta vez un paso más allá de cuando afirmó que la seguridad de Europa no valía la sangre de un soldado americano, otra solemne estupidez cuando los EEUU se desangraron librándonos del nazismo y dándonos luego garantías frente al comunismo soviético. Ahora no se ha limitado a decir que no nos defenderá en caso de ataque, sino que ha animado a los rusos a hacer con nosotros lo que les dé la gana (to do whatever the hell they want to do). Para Trump todo es un juego de suma cero, lo que tu ganas yo pierdo, y no comprende que en política exterior a veces pueden ganar todos, como ocurre en las alianzas militares que él por ignorancia desprecia. Son afirmaciones muy peligrosas porque debilitan a la OTAN frente a Rusia, igual que hacen otras afirmaciones del mismo Trump en el sentido de que en 24 horas se pondría de acuerdo con Putin para poner fin a la guerra de Ucrania... cosa solo posible si Kiev renuncia a parte de su territorio. Sin contar con que eso sería una derrota que envalentonaría a Putin animándole a ulteriores aventuras expansionistas, y no hace falta recordar que ser vecino de Rusia es muy peligroso y que oponerse a Putin no es bueno para la salud, como muestra la reciente muerte de Navalni. Es un vecino muy peligroso.

Tenemos que ponernos las pilas rápidamente. Trump puede regresar a La Casa Blanca y no queda tiempo que perder porque para ser escuchados en el mundo necesitamos hablar con una sola voz y blandir un garrote grande en la mano. Sin eso no podremos defender el nivel de vida que hemos alcanzado y que el mundo entero envidia. Y lo sabemos muy bien. No podemos esperar más.

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