¿Para qué insistir en un nuevo Unasur?

Editorial
OpinionGlobal, 03.05.2023

Por más que diplomáticos nacionales tienden a criticar la experiencia que se tuvo con la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur), originalmente establecida entre Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Ecuador, Guyana, Paraguay, Perú, Surinam, Uruguay y Venezuela, en un reciente artículo titulado “Hacia una nueva Unasur”, que reproducimos más arriba, dos miembros del Foro Permanente de Política Exterior insisten en la idea de recrear ese tipo de fallida organización regional como fórmula para la integración de los países suramericanos. Un exdiplomático junto a un exministro-senador aseguran que “la nueva Unasur (y no necesariamente este debe ser el nombre de la naciente entidad), debe orientar su quehacer prioritariamente a las cuestiones que aquejan de manera urgente a la región. Entre ellos, la necesidad de avanzar en dirección de: una mayor autonomía sanitaria, migración ordenada, integración física, digital, energética y productiva. Es imperativo igualmente que el proceso integrador contenga una definición taxativa sobre su dimensión feminista, tanto en sus propósitos como en sus aspectos institucionales”. También se refieran a la buena experiencia ofrecida por la Unión Europea como ejemplo de integración para un ente tipo Unasur.

Sin embargo, cabe distinguir varias cosas. Primero, la integración latinoamericana ha sido un largo objetivo histórico incumplido, dado los diferentes modelos e intereses económicos de los países en cuestión. Segundo, han existido en el pasado y, todavía existen en la actualidad, múltiples instancias regionales que propenden a la cooperación, la integración económica y la concertación política latinoamericanas, en su gran mayoría -lamentablemente- sin éxito: ALALC, ALADI, CELAC, MERCOSUR, OEA, UNASUR, etc.). Tal vez uno de los pocos esquemas que no ha fracasado hasta la fecha, ha sido la Alianza del Pacífico (Chile, Colombia, México y Perú), porque es pragmática y se enfoca en los intereses económicos y no ideológicos de sus países miembros. Con todo, en estos momentos la Alianza enfrenta el embate de actores populistas tan nefastos como el mexicano López Obrador y el colombiano Petro.

Además, la razón por la cual la integración europea ha funcionado, a pesar de las diferencias de intereses nacionales, es que ha tenido un liderazgo claro (la cooperación francoalemana) y una solidaridad de base: todos los países miembros procuran la idea de una Europa unida. No digamos que en nuestra región abundan los buenos líderes o las causas concertacionistas.

Antes de proponer nuevos organismos regionales a la vieja usanza, los autores del artículo arriba mencionado (Drago y Ominami) deberían tratar de analizar las causas de fondo del fracaso de las experiencias integracionistas pasadas. Una explicación lógica y evidente de ello ha sido la tendencia latinoamericana de abordar los complejos problemas comunes con un excesivo sesgo ideológico y cortoplacista.

Por ende, no deberíamos dejarnos llevar por la pirotecnia que exhiben los Foros de Sao Paulo y Puebla, sino más bien por visiones más prácticas y de largo plazo como las de la Alianza del Pacífico.

Comentarios del editorial

P.T.E.
Muy buen editorial. El verdadero objetivo de los principales proponentes de revivir UNASUR es una concertación política para las causas de la izquierda. Lo demás, es humo.

B.C.G.
Muy acertado. Deja en evidencia la intención de esta gente de replicar el denominado Grupo de Puebla a nivel presidencial.

F.V.U.
El 30 de mayo Lula va a revivir la fallida Unasur. Es un desastre. Si adoptan el sistema de votación para las resoluciones, como proponen algunos, y suprimen el de consenso, puede resultar peligroso inclusive para la soberanía de Chile. Bolivia introduciría su tema con amplio apoyo regional.

A.C.M.
Si bien comparto plenamente que Unasur fue una inutilidad e instrumento del chavismo y kirchnerismo, creo que Chile no puede abstenerse de participar. No hacerlo sería dejar espacio libre e incierto especialmente frente a Bolivia. Ellos han establecido que la causa marítima es irrenunciable en su constitución consiguientemente en la primera reunión que Chile no esté presente trataran de meter el tema y quizás lo logren.

En la reunión que ha convocado Lula, Chile debe sostener que la integración es muy importante y también la democracia y que los mecanismos que se establezcan o restablezcan no deben inmiscuirse en la integridad territorial de los estados. Lo segundo seria que suspenda la membresía a todo gobierno que no acepte las misiones y recomendaciones de los organismos de Naciones Unidas y de la OEA sobre derechos humanos y de la Corte Penal Internacional.

Solo con esas dos premisas podríamos aceptar una revisión de la regla del consenso.

J.C.U
Es hora de adoptar posiciones acordes con la gravedad y seriedad de los desafíos que nos presenta la coyuntura actual. Para no caer en situaciones de las cuales no podremos salir, no debemos dejar pasar asuntos de la mayor gravedad. Por ello, no se trata de reeditar una iniciativa como UNASUR así, sin más.  Desde que feneció la antigua UNASUR hasta ahora, en Bolivia hubo una candidatura impuesta contra la mayoría que se opuso en plebiscito, contrariando la decisión democrática y mayoritaria expresada en el voto. Acto seguido, esa candidatura se declaró ganadora con base a un fraude denunciado por los observadores de la OEA (primera vez que ocurre). Además, otro de los entusiastas es un gobierno cuya vicepresidenta ha sido condenada por actos de corrupción. Ni que decir de Lula.

Por lo tanto, seguir el amén a una banda de truhanes, con el prontuario que acumulan, sería un error garrafal.

R.C.G.
La sesgada visión expuesta por los autores (Drago-Ominami) se funda y corrobora la postura que al respecto han voceado algunos mandatarios y políticos sudamericanos de izquierda que, estimulados por la elección de Lula y la preeminencia de gobiernos de izquierda, pretenden relanzar la fallida organización regional. Ciertamente, que el más interesado en la revitalización de Unasur sea el propio Lula, pues desde siempre Brasil ha pretendido crear un referente regional desde el cual poder ejercer el liderazgo que, por una especie de “destino manifiesto”, le correspondería. Los afanes desbocados por obtener liderazgo internacional de Lula han quedado de manifiesto no sólo en sus esfuerzos por reconstruir Unasur, sino que también presentándose últimamente como un posible mediador de la paz en la guerra de Ucrania. Nadie menos calificado para ello que Lula, quien ha evidenciado una clara e incomprensible posición pro rusa en dicho conflicto. Además, se ha comprometido para abogar por Argentina ante el Fondo Monetario, asumiendo posiciones de “hermano mayor”.

Comparto las diversas opiniones relativas al eventual ingreso de Chile a la Unasur y pienso que la administración Boric adolece del pragmatismo necesario para negarse o cuestionar siquiera su reedición.  De ahí que el reingreso de Chile a Unasur este prácticamente asegurado, por lo que creo indispensable, como bien sostienen algunos colegas, presionar para que Chile exija la imposición de la Cláusula Democrática, así como la continuidad de la regla del consenso y de la gradualidad. Eso para empezar.

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