Pepe Mujica versus el mundo: la blasfemia

Columna
PanAm Post, 29.09.2016
Priscila Guinovart, docente y escritora uruguaya.
Con el miedo de una futura derrota electoral, bajo la amenaza del despertar del socialismo de los países vecinos, el exmandatario no tuvo mejor idea que criticar a dos países vecinos. (Flickr)

Con el miedo de una futura derrota electoral, bajo la amenaza del despertar del socialismo de los países vecinos, el exmandatario no tuvo mejor idea que criticar a dos países vecinos. (Flickr)

Nadie que esté familiarizado con la figura del expresidente uruguayo y actual senador José “Pepe” Mujica se sorprendería ante el tipo de declaraciones al que ya tiene al mundo tristemente acostumbrado, e incluso así, hasta el más descarado de los uruguayos se ha ruborizado con sus dichos en algún momento.

Con el miedo de una futura derrota electoral, bajo la amenaza del despertar del socialismo de los países vecinos, el exmandatario no tuvo mejor idea que criticar a dos países vecinos que rozan en realidad calidad de hermanos, Argentina y Brasil, y a sus dos gobiernos democráticamente electos.

En el caso de Brasil, vale la pena aclarar que el actual presidente Michel Temer fue elegido como compañero de fórmula de Dilma Rousseff por ella misma, para ocupar el cargo que ocupa en este momento ante la eventualidad de que algo sucediese con la expresidenta. Es, por lógica, democráticamente electo también.

En una entrevista para el diario español El Mundo (que lo definiera como “el político estrella del rock”) Mujica aprovechó para disparar –en este punto de su historia, en un sentido figurado– contra Macri, Temer y, de paso cañazo, al candidato republicano Donald Trump (como si Trump no esté ya ducho en esto de las críticas).

Quizás lo más duro para un uruguayo promedio (que sin ser snob, siempre ha evitado la confrontación –por momentos, demasiado) fue que dijese, y cito, que Argentina y Brasil “están cagando arriba de la mesa de los vecinos”. Me disculpo ante el lector, pero éste es el verdadero “Pepe”, el que no tiene reparos en insultar a hermanos que bien han sabido ser los principales turistas en nuestros balnearios, y gracias a quienes Punta del Este, José Ignacio, La Pedrera y Cabo Polonio son lo que son. Mujica juega a romper todos los códigos y todas las reglas, porque él, desde su juventud, está acostumbrado a transgredir. Cree que la transgresión es virtud, es rebeldía o arte.

Continúo, y reitero mis disculpas ante el lector: “la puta que los parió. ¡Qué desastre! Parecen dos repúblicas bananeras. No sé cómo van a salir de sus respectivas crisis, sobre todo Brasil, que está más complicado. Parece una telenovela”. Lo que los uruguayos no sabemos, en primer lugar, es cómo saldremos nosotros de la situación paupérrima en la que él y sus cómplices (en su mayoría también extupamaros) nos dejaron. Podría darnos alguna pista de qué hacer en casa, antes de meterse en territorio ajeno.

¿Cuál será el concepto del expresidente de “república bananera”? ¿Dejar el socialismo, la malversación de fondos y la corrupción detrás? ¿Abrir los ojos ante el fanatismo político? ¿Se referirá a eso? Con él, nunca se sabe.

Llaman igualmente la atención los adjetivos con los que elije describirse. Se dice, por ejemplo, “librepensador”. Ningún librepensador de la historia ha matado y secuestrado, ningún librepensador de la historia ha insultado, de la forma más vil y baja, a quien no piensa como él. O Mujica no entiende el concepto de libertad, o lisa y llanamente no es pensador.

Sería casi como afirmar que Ernesto “Che” Guevara es un librepensador, pero lamentablemente, muchos así lo perciben.

Por supuesto que también se definió como “luchador social”, como lo hacen Maduro, los Castro y Cristina Fernández de Kirchner. La sociedad por la que dice haber luchado (quiero pensar que es la uruguaya) presenta hoy sus peores números, pero pareciera haber orgullo en su testimonio. O está, como toda la izquierda uruguaya (y latinoamericana) alejado de la realidad, o miente. O las dos.

Ante el eventual caso de que Donald Trump gane las elecciones en Estados Unidos, afirma no saber qué hacer. “No sé, porque todavía no hay una línea directa para escapar a Marte”. Elon Musk podría tener buenas noticias para el exmandatario, o para los uruguayos, si es que, como se rumorea, Mujica vuelve a ser candidato.

No perdió la oportunidad para volver a criticar al consumo, algo que hace cada vez que un micrófono se acerca a su cavidad bucal. “La civilización empuja tanto el trabajo, pero te impone un nivel de consumo acelerado y te exige que ganes plata para pagar y comprar más”. ¿Por qué Mujica está tan enojado con el consumo? ¿Será con el consumo o con el trabajo? ¿Qué concibe él como “consumo acelerado”? Todo lo que dice genera más preguntas que respuestas, pues se trata de un sinsentido continuo.

No faltó palo, como decimos en el Río de la Plata, para China. El expresidente uruguayo dijo que no es “chinófilo” pero que el TTIP tiene como fin “frenar a China”.

Seguir el rastro a la sarta de disparates que dice José Mujica no es tarea que nadie quiera hacer. Resulta ofensivo para cualquier persona que haya nacido en Uruguay. Pero sus ansias de provocar van tan lejos que, al final del día, no se diferencia en nada –¡pero en nada!– de ese Donald Trump que lo invita a emigrar a Marte. Y al igual que con Trump, resulta casi imposible ignorarlo.

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