Qué pasa en la Turquía de Erdogan?

Columna
OpinionGlobal, 03.07.2016
Riad Fouad Saade, empresario y analista político libanés

Habiéndose desempeñado exitosamente como Alcalde de Estambul entre 1994 y 1998, luego condenado a 10 meses de prisión por los militares acusado de intolerancia religiosa (islámica), Recep Tayyip Erdogan pudo afirmarse en definitiva como hombre de Estado. En diez años de gobierno colocó a Turquía en la senda del desarrollo, convirtiéndola en la 11ava. potencia mundial. Su éxito económico estuvo acompañado de una lenta pero segura rehabilitación del Islam en un país laico que tenía "necesidad de una religión", ya que el nacionalismo erosionado de Mustapha Kemal, que había servido para consolidar la joven república en torno a su ejército, se oponía a una evolución política del país. Este nacionalismo turco había llegado a ser un obstáculo mayor a la integración de otro nacionalismo creado por el Tratado de Lausana al interior de la Turquía moderna: el nacionalismo kurdo

Al frente de una economía fuerte y de una estructura política sólida, Erdogan llegó a la conclusión de que la única salida para el desarrollo de Turquía era a través de un Imperio (neo-otomano) que abarcara diversas naciones y que se extendiera hacia territorios antiguamente otomanos. Su política extranjera de "cero problema" con los vecinos le permitiría, entre 2001 y 2011, una conquista económica envidiable. Asimismo, su política interna de reconciliación con los kurdos produjo también sus frutos.

Sin embargo, desde 2011 en adelante, su política frente a la Primavera Árabe, destruyó todos sus planes. El "Islam moderado" de Erdogan sellará sus fracasos sucesivos en Egipto, con la caída de Morsi; en Libia, con caída de Kadafi; y en Siria, con el fortalecimiento de Asad. Al mismo tiempo, su relación con los kurdos empeoró hasta llegar a amenazar la seguridad interna de Turquía. Con ello, en los hechos Turquía desechó la oportunidad de realizar su proyecto neo otomano.

La semana que recién termina ha sido increíble por las primeras señales de colapso de la UE y las escusas presentadas por Erdogan a Putin por el abatimiento del caza ruso SU-24 sobre Siria, eventos que distraen la atención de algo mucho más dramático como es el posible colapso de Turquía. Les parece esto una hipérbole? Miremos de nuevo.

La presidencia de Erdogan no ha sido menos que un cataclismo para Turquía, en virtud de una serie de crisis -todas muy serias- que la llevan a una "tormenta perfecta":

1) Crisis en Siria: La política turca de apoyo al ISIS para derrocar a Asad ha fracasado. Y, miserablemente. No sólo Asad se mantiene en el poder, sino que los últimos atentados en Turquía parecen indicar que el ISIS se ha vuelto en contra del gobierno de Ankara y la política siria de Erdogan se encuentra ahora en ruinas.

2) Crisis con la EU: Lo último que hicieron los británicos antes del Brexit fue decirle a Turquía que podían unirse a la UE en 3000 años. Todos en la UE saben que esto es verdad. Es más, la amistad y alianza Erdogan-Merkel se ha derretido.

3) Crisis con los armenios: Cuando el parlamento alemán reconoció el genocidio armenio y, poco después, el mismo Papa Francisco, resulta a todas luces claro que las potencias occidentales han enviado un mensaje simple: jódete!

4) Crisis con los EEUU: Fuerzas especiales norteamericanas han sido observadas en Irak desplegando insignias kurdas. Aunque menor, este incidente es revelador y ha molestado bastante a los turcos. En resumen: el Imperio necesita a los kurdos de Irak y de Siria, por lo que los turcos pasan a segundo lugar.

5) Crisis con Irán: Al respaldar al ISIS e intentar derrocar a Asad, Turquía ha alienado por completo a Irán.

6) Crisis con los kurdos: A raíz de la violenta represión anti-kurda, los turcos han reencendido una guerra civil a gran escala en el país. No hay signos de que los kurdos se estén debilitando. De hecho, hoy están más poderosos que nunca, cortesía de la invasión norteamericana de Irak.

7) Crisis con la OTAN: Tras el abatimiento del caza ruso SU-24, la OTAN fue muy clara en indicarle a Erdogan que él se encontraba solo y que la OTAN no se involucraría en una guerra gatillada por Turquía.

8) Crisis con Rusia: Si bien la caída del SU-24 no ocasionó la esperada reacción militar de Moscú, significó 7 meses de sanciones económicas rusas y una gran pérdida de prestigio para Turquía.

Fruto de todo lo anterior, se puede concluir que la Turquía bajo Erdogan ha mostrado un nivel de incompetencia, arrogancia y engaño sólo comparable al de la Ucrania actual. Es, en este contexto dramático, que Erdogan tuvo que escribir su carta de disculpas (a Putin), respecto de lo cual hay que decir que es un riesgo político mayor: después de meses de clamar urbi et orbi que Turquía nunca se disculparía, esto coloca sorpresivamente a Erdogan en una posición muy complicada.

El atentado explosivo en el aeropuerto de Estambul pareciera ser un mensaje directo a Erdogan: “si usted trata de apaciguar a los rusos, nosotros les lanzaremos el infierno”. Mientras el ISIS es el candidato principal para este tipo de mensajes, otros posibles remitentes son los EEUU, el estado turco profundo y no se puede descartar al propio Erdogan, ahora preocupado de envolverse en la bandera para justificar: 1) La cooperación con Rusia en contra del terrorismo y 2) volcarse en contra del ISIS.

Erdogan está luchando por su sobrevivencia política y, en último término, por el futuro de Turquía como estado. Sus aperturas simultáneas a Rusia e Israel son claros signos de desesperación. El presidente turco se ha dado cuenta que no es el gran jugador que pensaba que era y que tiene muchos enemigos peligrosos y ningún amigo. Los mismos rusos lo consideran un lunático y una "bala loca". Por su parte, el pueblo turco debe resolver un severo caso de desorden de personalidades múltiples, pues tiene que decidir si quieren ser europeos seculares, “Jóvenes Turcos”, nacionalistas neo-fascistas, islamistas radicales, o Kemalistas laicos. A estas alturas, la Turquía de Erdogan es anti-europea, anti-rusa, anti-norteamericana, anti-kurda, anti-armenia, anti-cristiana, anti-árabe, anti-persa, anti-griega, etc. Si todo ello no fuera poco, está la situación de Chipre, una parte de la isla todavía ocupada ilegalmente por Turquía.

Por lo tanto, este país es un barril de pólvora que puede detonar en cualquier minuto. Y, el problema para Rusia, es que ese barril se encuentra  en sus fronteras y profundamente involucrado en Ucrania, Crimea, el Cáucaso y Asia Central.

Al igual que en los casos de Ucrania e Israel, el problema con Turquía es que se trata de un país esencialmente  artificial, ilegítimo y no sustentable. Los tres casos están fundados en un nacionalismo rabioso y en una visión racista del mundo. Es por ello que, para los turcos, los kurdos son “turcos montañeses ”, o bien, “terroristas”, que merecen ser muertos. Es una ingenuidad pensar que la misma mentalidad responsable del genocidio armenio, junto con otras minorias (cristianos asirios, sirios, caldeo y griegos), haya desaparecido repentinamente.

En fin, el futuro de Turquía se presenta -por decir lo menos- como algo muy complejo.

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