¿Quién es Emmanuel Macron el nuevo presidente de Francia?

Columna
Prodavinci, 07.05.2017
Diego Marcano Arciniegas

AFP

Emmanuel Macron fue elegido por el pueblo francés con el 66.06% de los votos, en unos sufragios que distintos medios han denominado como los más importantes en la historia de Francia, porque en ellos se definiría la posición del país en el mundo, y se afectaría en gran medida a la Unión Europea.

El presidente electo, con 39 años, es el más joven en la historia de Francia. Macron nunca había siquiera participado en una campaña política, mucho menos había sido candidato a algún cargo público. No obstante, su ascenso fue veloz y rampante: ganó la primera vuelta electoral con el 23.75% de los votos, frente a otros 10 candidatos, y se llevó la victoria en la 2da vuelta el 7 de mayo.

Emmanuel Macron nació en Amiens en 1977, estudió filosofía en la universidad Paris Nanterre, hizo una maestría en políticas públicas en Sciences Po, y posteriormente se graduó de la Escuela Nacional de Administración, en la cual tradicionalmente se ha educado la élite del país para luego servir en cargos públicos.

Trabajó inicialmente en la Inspectoría de Finanzas de Francia, y luego como banquero para la banca de inversión Rothschild & Cie, durante cuatro años. En 2012 fue contratado como asesor económico de François Hollande, y dos años después fue nombrado ministro de economía, industria y asuntos digitales de Francia. Durante su gestión impulsó la famosa “ley Macron”, que promovía el comercio a través de la desregulación de ciertos sectores de la industria, permitiendo que las tiendas abrieran con más frecuencia los días domingo. La ley fue duramente criticada por el mismo clásico partido de centro-izquierda francés, Partido Socialista, del cual Macron fue miembro.

En abril de 2016, Emmanuel Macron renunció a su cargo de ministro para crear el movimiento de centro llamado En Marche (En Marcha), plataforma sobre la cual anunció que se lanzaría a la presidencia.

El plan de gobierno del presidente electo incluye recortar 120 mil trabajos del sector público para reducir el déficit en el presupuesto nacional; disminuir el impuesto a las empresas, de un 33% a un 25%; y permitir a estas negociar con sus empleados las horas laborales semanales que actualmente son 35 en Francia. Dentro de su plan está contemplado así mismo invertir 50 mil millones de euros en la creación de empleos en agricultura e infraestructura, disminuir la energía nuclear en un 50% mientras Francia logra hacer la transición hacia energías renovables, enviar más profesores a áreas rurales, prohibir a menores de 15 años el uso de teléfonos en colegios, y afianzar los lazos entre Francia y la Unión Europea.

Hay varios factores que influyeron en la victoria de Macron. François Fillon, candidato del partido de centro-derecha Les Républicains (Los Republicanos), quien desde el inicio se perfilaba como el favorito en las encuestas, se vio envuelto en un caso de malversación de fondos y cayó al tercer lugar. El otro candidato del partido tradicional de centro-izquierda, Benoît Hamon, del partido socialista, pagó las consecuencias de ser visto como el sucesor del impopular presidente François Hollande.

Macron tuvo la habilidad de ver que Francia, como otros países occidentales, pasaba por una crisis política, en la cual los partidos se ven debilitados y los outsiders favorecidos. Entonces decidió desligarse del partido socialista para crear su propio partido político de centro y poder mostrarse como el candidato del cambio. La campaña de En Marche tuvo una aproximación similar a la de Obama en 2008: usó algoritmos para identificar los distritos más representativos de Francia y realizó más de 25 mil entrevistas de 15 minutos para sondear las principales preocupaciones del electorado francés.

Finalmente, Macron se enfrentó a la “candidata del miedo”, Marine Le Pen, del controversial partido político de extrema derecha, Front National (Frente Nacional), que buscó mostrarse como la candidata fuerte que lograría defender al país de ataques terroristas y trataría con mano dura a la inmigración, para poner a Francia primero. Ante esta adversaria, Macron fue el candidato de la sensatez, que si bien nunca escondió las fallas del sistema, propuso soluciones que no contradijeran a la liberté, égalité et fraternité (libertad, igualdad y fraternidad), valores fundamentales de la nación francesa.

Más allá de las habilidades de la campaña dirigida por el movimiento En Marche, la incertidumbre global que plantean los tiempos del nacionalismo de Donald Trump, Brexit, Erdogan y Putin, y el miedo a los efectos negativos de la globalización, hacen de esta una época de pirómanos dispuestos a quemarlo todo para volver a empezar. En Francia, por el contrario, fue el discurso realista y conciliador de Emmanuel Macron el que permeó en los votantes y le permitió hacerse con la victoria.

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