¿Resistirá Ucrania?

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Republica, 21.11.2023
Inocencio F. Arias, embajador (r) y columnista español

La guerra de Ucrania dura ya 21 meses y nadie puede predecir el final. Políticos rusos de relieve, como el presidente del Parlamento, manifestaba en días pasados que Ucrania puede escoger "entre capitular o dejar de existir". La realidad no es tan rosada para el Kremlin, pero empiezan a aflorar dudas sobre la capacidad de resistencia de los ucranianos. La guerra de desgaste puede favorecer a Rusia, un país con 134 millones de habitantes, Ucrania solo tiene 43, y con una capacidad para producir armamento claramente superior a la ucraniana. Solo la ayuda occidental puede equilibrar la situación.

El ataque de Putin a Ucrania ha estado plagado de errores de cálculo y pronósticos falsos. En un primer momento las pifias de Rusia fueron monumentales, sus tropas no fueron recibidos con aplausos como Putin y sus colaboradores creían -algunos oficiales rusos llevaron al frente sus uniformes de gala para el desfile triunfal- el ejército ruso demostró ser más incompetente y bisoño de lo que se colegia, los ucranianos ofrecieron feroz resistencia y Occidente, con Estados Unidos y Gran Bretaña claramente a la cabeza, no se dividió y prestó pronta ayuda a Kiev.

En la segunda fase, detenido el ejército ruso, las predicciones fallidas pasaron al otro campo. Las sanciones crecientes a Moscú han hecho muy poco efecto y muchos países del Tercer mundo interesadamente no aplaudieron la fechoría rusa pero no se prestaron a sancionarla y le compran petróleo y gas desaforadamente.

La guerra fría ha resucitado espectacularmente. Rusia se surte de obuses y drones en Corea del Norte e Irán, por su parte Ucrania, aparte de la vital ayuda occidental, compra armamento en Corea del Sur.

Desde un punto de vista humano la guerra de usura favorece a Rusia. Tiene más reservas en personal y ha ideado indemnizar a las familias de un fallecido en combate con 50.000 euros, una cantidad que el joven caído de las regiones pobres del país no ganaría en toda su vida. Por otra parte, Putin ha recibido un regalo del cielo con el ataque de Hamás y la guerra que ha seguido que distrae a la opinión pública y al gobierno americanos. La postura de Washington es lo que puede decidir el resultado del conflicto de Ucrania, que a Putin le salga barato o no.

Biden ha repetidamente declarado que seguirá ayudando a Ucrania mientras el líder ucraniano Zelenski, agradecido, insinúa que el apoyo occidental es capital, aunque a menudo se dilata en el tiempo por las dudas sobre que material dar a Kiev.

Si Washington y las capitales europeas importantes (nosotros somos irrelevantes) no tiran la toalla, el francés Le Monde sostenía hace un par de meses, contradiciendo a Belarra y Montero, que “la única manera de acortar a la guerra es intensificando la ayuda”, Moscú podría sentarse a negociar seriamente buscando quedarse con una buena parte del 18% del territorio ucraniano que ahora controla, pero yendo más allá si Occidente vacila o se vuelve cicatero, la sombra restrictiva de Trump emerge porque puede volver a La Casa Blanca, el coraje de los ucranianos acabaría cediendo.

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