Shangri-La

Columna
El Líbero, 10.06.2023
Fernando Schmidt, embajador (r) y exsubsecretario de RREE

A fines del siglo XIX y hasta la Primera Guerra Mundial las potencias europeas, principalmente, entraron en una carrera armamentista, de alianzas políticas y posicionamientos estratégicos en distintos puntos del globo que desembocaron en la tragedia de 1914, gatillada por el auge del nacionalismo en Europa. Fue una guerra que nadie quería y que se hizo trágicamente ineludible.

Henry Kissinger, con sus lúcidos cien años a cuesta, nos ha prevenido reiteradamente acerca de ciertos paralelismos entre la situación de entonces y los desarrollos geoestratégicos actuales a nivel de grandes potencias o bloques. En un reciente reportaje, The Economist ofrece algunos consejos realistas para evitar un desenlace similar al de aquel entonces. En la misma línea, Kishore Mahbubani, desde la perspectiva de Singapur, ¿ha publicado recientemente el libro “Has China won?”, y ciertamente no son los únicos.

Los esfuerzos por encontrar puntos de encuentro y evitar una conflagración mayor entre las grandes potencias y bloques se han multiplicado recientemente. No creo que un estallido sea inminente y mucho menos inevitable, pero hay que hacer todo lo posible por estimular contactos diplomáticos y no tentar la suerte.

Ese fue el espíritu del XX Diálogo Shangri-La de ministros y expertos de defensa del Indo Pacífico, organizado por el Instituto Internacional de Estudios Estratégicos, que se realizó entre el 2 y 4 de junio en Singapur. Allí se reunieron representantes de 50 países, entre ellos el secretario de Defensa de Estados Unidos, Lloyd Austin y su contraparte china, Li Shangfu.

Lamentablemente, Chile no estuvo allí a pesar de que a esa zona del mundo se dirigió el año pasado el 57,6% de nuestras exportaciones de bienes. Para nosotros, los tres mercados de mayor crecimiento son los de China, Corea y Japón, y el primero de los países mencionados es nuestro principal proveedor.

Es en el Pacífico donde construimos en las últimas décadas algunas de las mayores iniciativas diplomáticas como la Ordenación Pesquera del Pacífico Sur, o la declaración de espacios oceánicos protegidos. Es debido a esta cuenca que participamos los ejercicios de defensa RIMPAC. ¡Cómo no nos va a interesar lo que suceda en el Pacífico! ¡Somos tremendamente vulnerables a la seguridad de las líneas de comunicación oceánicas!

Es preocupante lo anterior porque, no obstante, los esfuerzos de convergencia, todas las potencias del Pacífico y del Índico han seguido tomando posiciones para enfrentar un conflicto hipotético que esperamos nunca llegue.

Recientemente, el secretario de Estado norteamericano firmó acuerdos importantes desde el punto de vista defensivo con Papúa Nueva Guinea como respuesta a las ventajas militares chinas en las islas Salomón que, al igual que en la II Guerra Mundial, amenazarían la seguridad australiana. Hay un gran activismo diplomático de todos en las islas del Pacífico. Recientemente se desarrollaron ejercicios militares entre Estados Unidos, Japón y Corea. Asistimos a la creación del sistema Quad de seguridad que incluye a India; a una nueva política de defensa en Japón; al fortalecimiento de la presencia militar china en islas y arrecifes reclamados también por Filipinas, Brunei Malasia y Vietnam. Todo eso, sin mencionar Taiwán y Corea del Norte. En otras palabras, pese a los esfuerzos de convergencia estamos entrando a un periodo de “paz armada” al igual que hace casi 110 años en que cualquier error de cálculo puede ser fatal.

Chile no puede ser parte de esta carrera, cierto, pero tampoco caer en la irresponsabilidad del desinterés. Debemos determinar bien informados el interés nacional frente a cualquier contingencia; calibrar qué es exactamente lo que está pasando al más alto nivel estratégico, sin intermediarios. Si queremos servir de puente hacia nuestra región con respecto al Pacífico, si queremos contribuir alguna vez a aliviar tensiones, o si queremos tomar decisiones por nosotros mismos no podemos dejar de asistir a foros cruciales como el de Singapur, que esta vez contó con la presencia de los grandes países europeos por las secuelas sobre el Pacífico de la guerra de Ucrania.

De perseverar en una especie de “espléndida ignorancia” corremos el riesgo de convertirnos en Shangri-La, ese lugar ficticio, montañoso y armónico, pero fuera de la cruda realidad que fuera descrito en la novela “Horizontes Perdidos”.

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