Sobre dictadores y dictaduras 

Editorial
OpinionGlobal, 17.06.2025

El último libro de la destacada periodista e historiadora norteamericano-polaca, Anne Elizabeth Appelbaum, especializada en historia del comunismo y casada con el actual ministro de relaciones exteriores de Polonia Radoslav Sikorski, titulado “Autocracia S.A. Los dictadores que quieren gobernar el mundo” (Debate, Madrid 2024), desarrolla la tesis de que, en la actualidad, las autocracias se proponen derrotar -por diversos medios- a las democracias en el mundo. Veamos el por qué y cómo.

Dictaduras
A diferencia de las democracias representativas, el llamado “Eje de las dictaduras” no se caracteriza por tener una ideología común, desde el momento en que se trata de regímenes tan disímiles como el comunismo chino, el nacionalismo ruso, las dinastías de los Kim en Corea del Norte y de los Ortega en Nicaragua, así como el castrismo cubano o el chavismo venezolano, el régimen militar birmano o la teocracia iraní. Lo que sí los convierte en aliados es un espíritu soberanista y el objetivo por cambiar el actual orden internacional basado en reglas y principios universales. A su juicio, cada estado tiene el sistema político que le apetece y, bajo ningún pretexto, cabe la intervención en sus asuntos internos. Al sistema internacional se lo define como multipolar, donde el equilibrio de poder funciona con cada potencia ejerciendo su hegemonía en su respectiva zona de influencia. Tal sistema beneficia a las grandes potencias en desmedro de los estados pequeños.

Las autocracias coinciden, además, en que disponen de sofisticadas redes de cleptocracia, tecnologías de control y vigilancia, mecanismos de propaganda interna y externa, así como aparatos de represión para mantener indefinidamente a los dictadores en el poder. Por ello, hoy las dictaduras constituyen no sólo una amenaza para sus propios ciudadanos sino para todas las democracias en el mundo.

Dictadores
En Rusia, un país que no es completamente moderno todavía y que en distintas partes del mismo aún predomina una sociedad arcaica, Vladimir Vladimirovich Putin, un abogado y ex agente de inteligencia, lleva 26 años gobernando, ya sea como presidente o como primer ministro. El líder ruso no tiene escrúpulos y practica derechamente el terrorismo de estado, a fin de eliminar a sus opositores tanto dentro como fuera del país (torturas, accidentes, envenenamientos, etc.). Preside, además, un Estado-mafia, ya que su economía muestra elevados índices de criminalización y porque exporta redes de crimen organizado a terceros países.

Putin ha realizado permanentemente osadas campañas de injerencia foránea (Georgia, Moldavia, Rumania, etc.) y de desinformación (países europeos de la OTAN), a la vez que protege y auspicia a grupos violentos en todo el mundo. Hoy, un lejano Chile no se escapa a la acción del imperialismo militarista putinesco, tal como lo demuestra el inicio de la señal de TV chilena RT (Russia Today), principal instrumento de propaganda y desinformación moscovita. El embajador ruso en Chile ha señalado que el referido medio es beneficioso para el país, porque "presenta una perspectiva distinta" de las cosas. Tiene toda la razón el diplomático, para RT en la guerra de Ucrania los agresores son las víctimas y éstas los verdaderos victimarios.

La mayor de las campañas de injerencia foránea fue la agresión no provocada contra la vecina Ucrania, conflicto armado que se inició hace 11 años después de la anexión de Crimea (2014) y la invasión del resto del país (2022). La ampliación hacia el este de la OTAN, que supuestamente amenaza los intereses rusos (imperiales), es una mera excusa para invadir Ucrania, porque el peligro real para la supervivencia del dictador ruso no es otro que el efecto de demostración que ejerce la “revolución naranja” (de Maidán en Ucrania) ante su férrea dictadura. Lo que más teme Putin es el avance de las democracias, porque sus enemigos declarados son hoy, Occidente en general, los EE.UU., la OTAN y la UE, sus opositores internos rusos y las ideas liberales que inspiran a todos ellos.

En China, a pesar de contar con un régimen de partido único, las reformas de Deng Xiaoping y la apertura de la economía (1979) dieron pábulo a la opción de un modelo capitalista ‘a la china’. Pero, a partir de Xi Jinping como secretario general (2012) y presidente (2013), esas expectativas se esfumaron. El caso más evidente sobre el cambio de rumbo en China fue la permanente represión que puso fin a la democracia en Hong Kong (2021).

Tras las reelecciones sucesivas del nuevo líder chino, se ha impuesto una política exterior más asertiva: la “política de gran potencia con características chinas”. En efecto, un documento interno chino planteaba a la llegada de Xi los siete grandes desafíos para el partido comunista chino y, entre los que encabezaban la lista, figuraban “la democracia constitucional occidental” y “los valores universales”.

Contraviniendo el derecho internacional, la China de Xi adelantó su apoyo a Moscú antes de la invasión ilegal de Rusia a Ucrania y, si bien Beijing ha presionado a Moscú para evitar cualquier escalada nuclear, en los hechos se ha beneficiado de los bajos precios del petróleo ruso y ha estado vendiendo tecnología militar y aportando voluntarios al ejército ruso en la guerra. Asimismo, Beijing apoya a Irán en el Medio Oriente.

La expansión de la influencia mundial de Beijing no es menos dañina que la de Moscú, si tomamos al pie de la letra las amenazas chinas a juicio de la presidenta de la Comisión Europea Ursula von der Leyen. Parte por destacar el "patrón de dominación, dependencia y chantaje" de Pekín respecto a sus socios comerciales. En seguida, afirma "su falta de voluntad para vivir dentro de las limitaciones del sistema internacional basado en normas". Acusa finalmente a Pekín de "participar en campañas a gran escala de manipulaciones e interferencias de información extranjera (conocidas como FIMI), piratear agencias estatales, avivar las tensiones militares en el estrecho de Taiwán, violar los derechos humanos de la población uigur y actuar como "facilitador clave" de la invasión rusa de Ucrania. La gran duda es: ¿Si Rusia derrota a Ucrania, China invade a Taiwán?

Estrategias autocráticas
Mientras el imperialismo ruso se manifiesta a través de la expansión territorial (recuperar el imperio zarista y la URSS), la política de gran potencia china se basa en su influencia económica del mundo, partiendo por África, América Latina y las Islas del Pacífico Sur. Además, Beijing se ha convertido en el mayor prestamista oficial del mundo: Elevado financiamiento a Venezuela (y en menor medida Cuba); inversiones para grandes proyectos en Argentina, Chile, Perú y los países africanos; espionaje industrial en el mundo desarrollado; y control de la diáspora china mediante estaciones de policía en el exterior, son algunas de las herramientas empleadas por Beijing para imponer su hegemonía global sin llegar al uso de la fuerza como Rusia.

Como ya se ha visto, el objetivo geopolítico final de Rusia y China (cada uno a su manera, pero en una alianza de intereses) es crear un nuevo orden internacional basado en el poder. Se trata de derrotar a las mayores democracias del mundo con una noción de civilización iliberal que desfonde los valores occidentales ‘decadentes’. Moscú y Beijing cuentan, asimismo, con el apoyo de autocracias menores, pero siempre peligrosas: 

  • Bielorrusia es un estado clientelar ruso y una amenaza directa a Ucrania y el flanco noreste (báltico) de la OTAN; 
  • Irán y sus proxies (Hamas, Hizbulá y Hutíes) son la principal fuente de inestabilidad y de terrorismo en el Oriente Medio, así como el contrapeso de EEUU e Israel en la región. Teherán provee de drones y misiles a su aliado de Moscú; 
  • Corea del Norte, liderado por el “niño cohete” (asesino de su hermanastro y de su tío), amenaza también con la proliferación nuclear y provee de armas, municiones y soldados a Rusia en Ucrania; 
  • El castrismo cubano, el chavismo venezolano y el sandinismo nicaragüense, son regímenes marxistas anti norteamericanos en el patio trasero de los EEUU en América Latina; y
  • Otros diversos gobiernos autoritarios en África y Asia proveen de bases o instalaciones de apoyo tanto a Moscú como a Beijing.

Hegemonía mundial
Finalmente, es importante constatar que en esta lucha hegemónica mundial entre el frente de las democracias y el eje de las autocracias se pueden constatar dos conductas bien marcadas: por un lado, las dictaduras tienden al recurso de la guerra (entre democracias casi no se producen conflictos armados); y por el otro, los líderes democráticos están constreñidos por su opinión pública, sus opositores políticos y los valores universales, mientras que sus pares autoritarios generalmente son libres para ejercer su poder en forma irrestricta o, por lo menos, hasta el día antes de su caída. 

Las guerras en Ucrania y Gaza, la guerra civil en Siria (fin de Al-Asad) y los intercambios de drones y misiles entre Israel e Irán, son manifestaciones del macro conflicto de democracias vs. autocracias, que puede llegar a desembocar en una III Guerra Mundial de carácter nuclear.

Posicionamiento internacional de Chile
Este es el contexto actual en que se desenvuelve la política exterior chilena, debatiéndose cuál es la estrategia internacional más adecuada para el país. Así, por ejemplo, algunos proponen el ingreso de Chile a los BRICS, tal vez entusiasmados por un supuesto Sur Global que nos aseguraría una mayor presencia internacional, mercados preferenciales para nuestras exportaciones y la garantía de una postura equidistante entre autocracias y democracias (como si los valores se asumen a medias). Pero esos entusiastas esconden el hecho de que los BRICS es un foro eminentemente político de países con intereses muy dispares: Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica, a los que se suman otros bien díscolos como Bielorrusia, Bolivia, Cuba, Irán, o Uganda. En suma, parece tratarse de un bloque contra la hegemonía tradicional de Occidente, que recuerda al viejo Movimiento de Países (No) Alineados de la izquierda nostálgica y del antinorteamericano. 

Otros especialistas plantean como principal objetivo estratégico de Chile la teoría de la equidistancia o la neutralidad entre EEUU y China, por ser los dos mayores destinos de la exportaciones chilenas e importantes fuentes de inversión en el país. Sin embargo, a los países menores les resulta muy difícil, sino imposible, asumir una neutralidad absoluta entre dos grandes potencias antagónicas y, en la práctica, terminan por inclinarse a favor de una de las dos. En el caso específico de EEUU-China, Chile seguirá probablemente la línea de los "like-minded" (países afines como Australia, Canadá, Dinamarca, Finlandia y otros), que son democracias con valores universales y defensoras del derecho internacional.

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