Sobresaltos democráticos: regímenes bajo asedio

Columna
El Dínamo, 08.12.2024
Juan Pablo Glasinovic Vernon, abogado (PUC), exdiplomático y columnista

Lamentablemente los regímenes democráticos han estado bajo asedio en los últimos años, desde el más al menos consolidado. Las razones son múltiples, pero las más relevantes y en ocasiones decisivas, tienen que ver con la convicción de las personas y en particular de sus autoridades. Esto ocurre cuando las élites gobernantes y/o la sociedad asumen que un sistema autoritario es preferible al régimen democrático para enfrentar los desafíos del país.

Como es bien sabido, construir y mantener suele requerir un esfuerzo constante, mientras que destruir es cuestión de un momento y por supuesto mucho más sencillo. La democracia no es ajena a aquello. Su persistencia requiere de la conjunción de múltiples factores, destacando la convicción en sus actores de que es el mejor sistema de gobierno y de estar dispuesto a sujetarse a sus reglas.

Lamentablemente, los regímenes democráticos han estado bajo asedio en los últimos años, desde el más al menos consolidado. Las razones son múltiples, pero las más relevantes y en ocasiones decisivas, tienen que ver con la convicción de las personas y en particular de sus autoridades. Esto ocurre cuando las élites gobernantes y/o la sociedad asumen que un sistema autoritario es preferible al régimen democrático para enfrentar los desafíos del país.

En las últimas semanas hemos asistido a intentonas autoritarias o circunstancias que han puesto a prueba la continuidad de gobiernos e incluso amenazado a los sistemas democráticos. Revisaremos rápidamente estos casos y sus razones.

 

Corea del Sur

El martes por la noche, el presidente Yoon Suk Yeol conmocionó al país y al mundo al decretar por primera vez desde la instauración democrática (1987) la ley marcial y sacar los militares a las calles, incluyendo su intervención en el parlamento. Invocó para este efecto la supuesta influencia e infiltración de agentes norcoreanos en la oposición con el objetivo de subvertir el Estado de Derecho y derrocar al gobierno surcoreano.

El anuncio lo hizo a eso de las 22:30 hrs cuando la población estaba en sus casas ya durmiendo o disponiéndose a hacerlo. La oportunidad fue ciertamente elegida para facilitar el actuar de las fuerzas de orden y seguridad, pero también para prevenir la oposición del parlamento. Sin embargo y pese a estas medidas, hubo una notable reacción ciudadana, así como parlamentaria. Mientras muchas personas salieron espontáneamente a las calles a protestar y en particular a defender al parlamento, los congresistas de oposición que son mayoría, pese al intento militar de impedirles sesionar, lograron constituirse en el hemiciclo y votar en contra del decreto (190 contra 0) dejando formalmente sin piso al presidente quien horas más tarde se volvió a dirigir al país informando de este cambio de circunstancias y regresando las tropas a sus cuarteles.

¿Cómo pudo suceder esto en lo que aparecía como una democracia sólida y próspera? La verdad es que a primera vista fue una sorpresa total, pero en un examen posterior a partir de este hecho se pueden encontrar algunas pistas que ayudan a entender lo que pasó. En primer término, está la polarización política y el entrampamiento gubernamental, que desde el año pasado tiene minoría en el Congreso lo que ha inmovilizado su agenda, en un clima beligerante con la oposición. En ese ambiente crispado, unos pocos advirtieron públicamente y hace varios meses que el presidente podría tomar alguna medida drástica para generar un cambio de escenario. Quizá no imaginaron la gravedad de lo que iba a intentar, pero sí señalaron en su momento que el comportamiento de la ciudadanía y de las fuerzas armadas sería determinante para su resultado. Y esos pocos no se equivocaron. La movilización popular y la moderación y el acatamiento militar de lo resuelto por el parlamento salvaron a la democracia. De haber prosperado la ley marcial, necesariamente hubiera significado represión y muertes y un sendero incierto con la posibilidad de no volver tempranamente a la democracia.

Es muy probable que la elección de la oportunidad respecto a la transición presidencial en Estados Unidos tampoco fue casualidad, más aún con un presidente electo que parece tener mayor afinidad con regímenes autoritarios.

¿Qué sigue? Ante la indignación ciudadana la oposición ingresó una moción de remoción o impeachment que debía ser votada favorablemente por dos tercios del parlamento. Este sábado se produjo la votación, que no alcanzó por pocos votos el quórum requerido ante el retiro del partido gobernante de la sala. El presidente si bien pidió disculpas públicas, anunció que no renunciaría y que estaría a lo que defina su partido. Sí lo hizo su ministro del interior a modo de fusible.

Por tanto, y si bien se evitó un golpe, la situación política seguirá siendo muy compleja mientras su autor frustrado no salga del gobierno. La oposición anunció una nueva moción para el 14 de diciembre. Todo esto sin duda que aumentará la incertidumbre en el país y en el entorno regional, con un país tan relevante como Corea del Sur.

 

Georgia

En las últimas elecciones generales del 26 de octubre, el partido gobernante Sueño Georgiano habría consolidado su poder aumentando sus escaños, en lo que muchos observadores consideran no fue una elección competitiva ni limpia. Esto, sumado a la decisión gubernamental de interrumpir las negociaciones con la Unión Europea para acceder a ese bloque y la propia declaración de la presidenta de que el gobierno electo es ilegítimo, empujó a miles de personas a protestar exigiendo nuevas elecciones y revertir la decisión respecto de la Unión Europea. A diferencia de Corea, las fuerzas de orden y seguridad han reprimido severamente a los manifestantes y no parece haber amago de ceder, con lo cual Georgia estaría derivando hacia un sistema autoritario y alineado con Rusia.

Lamentablemente aquí no es suficiente la movilización popular porque hay fuerzas externas poderosas en acción y resabios de décadas de autoritarismo.

Si las protestas no pudieran ser sofocadas y la situación derivara en una guerra civil – la legión de voluntarios georgianos que ha combatido junto a las fuerzas ucranianas decidió regresar al país para enfrentar al gobierno si es necesario – abriría la caja de Pandora del Cáucaso, zona muy volátil y de riesgo profundo para la integridad territorial de Rusia, con muchas naciones que buscan la secesión de ese país, como Chechenia y Daguestán.

 

Rumania

A dos días de la segunda vuelta presidencial que iba a tener lugar este fin de semana, la Corte Constitucional declaró la nulidad de los comicios por una masiva interferencia extranjera que habría distorsionado la campaña y el proceso. Los servicios de seguridad demostraron una explosión de ataques cibernéticos contra la infraestructura digital pública incluyendo a la electoral y la creación de una red de emisores de información falsa y de apoyo a una de las candidaturas, con sospechas de estar originados en Rusia. También se habrían detectado aportes de origen ilícito y fuera de las regulaciones de campaña en favor de una de las candidaturas. Esto, a ojos de la corte, fue razón suficiente para la nulidad de lo realizado y decretar que se repitan, aunque se debe determinar por el gobierno la nueva fecha.

Encabezó la primera vuelta en forma sorpresiva un total desconocido hasta entonces, Calin Georgescu, montado en una agenda nacionalista contrario a la Unión Europea y favorable a cesar la ayuda a Ucrania. Su ventaja en las urnas recoge el cansancio de buena parte de la población con políticos y partidos tradicionales que no resuelven sus problemas. Por supuesto que negó todo sostén extranjero en su campaña y llamó a sus adherentes a protestar ante lo que calificó como un golpe de Estado.

A nivel de la Unión Europea no se anulaba una elección desde 2016. La sociedad rumana ha quedado dividida y la repetición de las elecciones no garantizará un cambio de escenario. A nivel parlamentario existe bastante fragmentación, con un tercio del parlamento en manos de partidos de extrema derecha. Sin embargo, en este caso la institucionalidad reaccionó contra un intento de acceder al poder en forma ilegítima por la vía electoral, recordándonos que la democracia es un delicado entramado y equilibrio de poderes, en el cual la autonomía de cada uno de estos es fundamental para preservar el sistema.

Estos tres casos, con todas sus diferencias, creo que dejan en evidencia un par de cosas. En primer lugar, que el factor más importante para la preservación y profundización del sistema democrático es la participación ciudadana y su convicción de que es la mejor opción. Esto sin duda no es suficiente, pero sin ello, se facilita la vía al autoritarismo o se hace imposible la recuperación democrática.

Una segunda conclusión es que existen fuerzas externas que aprovechándose del descontento de ciertos sectores y de la falta de convicción democrática de otros, pueden influir para favorecer una deriva autoritaria, incluso ayudando en el ámbito represivo para consolidarla. Este fenómeno está quedando a la vista especialmente en Europa y no podemos cerrar los ojos ante su extensión y creciente sofisticación. Lamentablemente, es una variable para considerar en nuestros procesos electorales en particular.

¿El antídoto para todo esto? No perder la conexión con la ciudadanía y que esta vea que su voto se traduce en una gobernanza efectiva y que responde a las necesidades y anhelos de la gran mayoría.

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