Columna fernandothauby.com, 24.01.2017 Fernando Thauby, capitán de Navío (r)
Trump llegó y probablemente se quedará en su cargo por cuatro años. El tipo no es fácil, no es amistoso ni simpático, pero es lo que hay. Su frase televisiva favorita, pronunciada con fruición era “estás despedido” y la gozaba.
Sea como sea, tenemos que vivir con él y es mejor que hagamos un esfuerzo para tratar de entender sus procesos mentales y sus objetivos.
Lo primero que Trump trae a la mente es eso de que “todos lo problemas complejos tienen una solución fácil …. y generalmente errónea”. Leer o escuchar sus discursos lleva a concluir que simplifica gruesamente, pero dado el nivel intelectual y político de los candidatos y de la mayoría de los ciudadanos a nivel global, sabemos que es una práctica normal y que muchos –al menos la mitad de los norteamericanos- le creyeron. No hay razones para pensar que muchos otros ciudadanos del mundo sean muy diferentes. Esto nos dice que sus ideas simples son contagiosas y muy probablemente se difundirán.
Esto nos lleva a la primera interrogante: ¿de veras cree lo que dijo en su campaña?, ¿intentará cumplir el programa que prometió?. Yo creo que si. Mis razones: el hombre tiene una personalidad que lo hace buscar la admiración en forma obsesiva; le encanta sorprender y escandalizar; razona en términos de resultados a corto plazo sin considerar los efectos a mediano y largo plazo – es un especulador-. Si el negocio no marcha, lo liquida y se cambia a otro.
De alguna manera parece estar intentando re-crear una situación política, económica y social mundial ya superada y, considerando que fue buena para Estados Unidos, reproducir alguno de sus elementos mas conspicuos: abuso, proteccionismo, mercantilismo, racismo, prepotencia, agresión verbal y física.
En este orden de cosas, el eslogan “EEUU Primero” destaca que en su visión, EEUU puede crecer y ser feliz -en si y por si mismo- en dirección opuesta a la idea hegemónica prevaleciente hasta hace alguna semanas de que una globalización que reconocía una interdependencia económica, ambiental, política y de seguridad que recomendaba no dejar países o regiones demasiado atrás, ya que de una otra manera afectarían negativamente a “nuestro crecimiento y felicidad”. Esto, sin considerar los componentes éticos y morales que parecen no estar incluidos en la lógica de Trump. El resultado obvio de esta idea es que EEUU renuncia al liderazgo global avanzando hacia un mundo integrado y opta por la superioridad y el despotismo nacionalista.
El ataque a las Torres Gemelas mostró que la superioridad militar absoluta no era suficiente para dar a los ciudadanos norteamericanos seguridad total, ni siquiera suficiente. Tampoco para asegurarles prosperidad económica abundante y duradera.
Creo que Trump no considera una “estrategia” en el sentido de identificar un objetivo o resultado final; reunir, organizar y emplear los recursos necesarios y proceder según una secuencia temporal y física predeterminada. Es decir no buscar un resultado final específico sino que busca producir una secuencia de éxitos operativos y sectoriales que le otorgarán triunfos (y satisfacciones personales) sucesivas. El resultado final será una sorpresa para todo, incluso para él, solo que a él eso no le importa.
De lo anterior se desprende que la “seudo estrategia” de Trump es la búsqueda continua e incesante de “oportunidades”, situaciones inconexas entre si, que le permitan obtener esos triunfos operacionales (o peor aun, tácticos) que para él son objetivos en si mismos.
Este tipo de estrategia puede ser enfrentada actuando en dos planos simultáneamente: primero, buscando, facilitando y participando en las “oportunidades” que Trump busca, siempre y cuando simultáneamente lo sean también para nosotros. Dicho de otra forma, cooperar y asociarse en la materialización de oportunidades mutuamente convenientes, teniendo en vista que nosotros, en nuestros cálculos de conveniencia si consideramos los efectos a medianos y largo plazo; que podremos zafarnos del compromiso si nos cambia las reglas, y que es muy probable que esas “oportunidades” no trasciendan a su administración. En ausencia de esas circunstancias, mantener la relación en un bajo perfil y moverse con cautela y discreción frente a su administración parece ser la mejor política.
Debemos distinguir entre el gobierno de Trump y las instituciones políticas, administrativas, militares y comerciales de los EEUU y movernos con discreción en esos planos. Nunca olvidar que EEUU es un estado federal y que los estados tiene una considerable autonomía en muchos aspectos.
En el ámbito internacional global, buscar alternativas políticas y comerciales en la Unión Europea, en potencias medianas como Australia, Canadá, Sudáfrica, Indonesia y Corea, y grandes pero de protagonismo mediano como India y Gran Bretaña. Avanzar con la Alianza del Pacífico y postergar los proyectos con China y Rusia.
Parece evidente que la administración Trump hará lo posible por degradar a la ONU e instrumentalizarla, de la misma manera que a la OEA y los organismos técnicos internacionales, que muy probablemente verán reducida su influencia y relevancia.
Trump tendrá su primera medición significativa al término de su primer año de administración, en este lapso deberá mostrar que sus acciones de gobierno (intencionalmente no digo políticas) fueron beneficiosas para los ciudadanos norteamericanos. Si ha tenido éxito, continuará profundizándolas hasta llegar a un fracaso seguro en su segundo y tercer año de gobierno y deberemos prepararnos para ver el inédito espectáculo de los norteamericanos luchando para deshacerse de un tirano y conservar la democracia.
Si muestran efectos negativos en su primer año, la crisis ya habría comenzado.
Una última recomendación, mantengan observación sobre el yerno, Jared Kushner que, se dice, tiene una influencia decisiva.