“Three amigos”: Cumbre de Norteamérica

Columna
El Mostrador, 15.01.2023
Juan Pablo Glasinovic Vernon, abogado y exdiplomático chileno

A comienzos de esta semana tuvo lugar esta cumbre que reúne con cierta regularidad a Canadá, Estados Unidos y México y que se conoce informalmente como “three amigos”, correspondiéndole en esta oportunidad la sede a los mexicanos en su capital.

Como consecuencia de otros hechos noticiosos más al sur, en Brasil y Perú, este encuentro y sus resultados poco trascendieron en nuestros medios. Es sin embargo muy importante revisar y analizar lo que ahí pasó por el peso e influencia de sus actores y en particular por el rol de Estados Unidos.

En primer lugar, revisemos el contexto y los antecedentes inmediatos a la cumbre. Desde que asumió, el presidente Biden ha desarrollado una vigorosa política exterior con su participación en múltiples cumbres multilaterales y encuentros bilaterales, con el doble objetivo de recuperar el ascendiente de Estados Unidos severamente mermado por su antecesor Trump, y hacer frente más efectivamente a China. Sin embargo, hasta ahora esa estrategia no había contemplado gestos y reuniones a su nivel en su propio continente fuera del territorio estadounidense (el evento previo más importante fue la Cumbre de las Américas en Los Angeles a la cual no concurrió AMLO), delegando la iniciativa a la vicepresidenta Harris quien estuvo en algunos países centroamericanos abordando los temas de migración y crimen organizado. Los encuentros previos que tuvo Biden con sus pares de Canadá y México fueron en el contexto de foros multilaterales, en los cuales evidentemente la agenda era otra. Por eso, esta primera reunión norteamericana generaba expectación.

¿Cómo llegaba cada líder a la cumbre? Biden venía con un par de acuciantes problemas domésticos con creciente repercusión política, vinculados a México. Estos son el auge la migración ilegal y el tráfico de drogas sintéticas (fentanilo) que está matando a mucha gente. Por eso antes de llegar a la capital mexicana hizo escala en la ciudad tejana de El Paso que ha sido uno de los puntos calientes del ingreso de migrantes, visitando el muro e instalaciones fronterizas y dialogando con los agentes de seguridad. Es la primera vez que se apersona en la frontera con México. Esto, aunque fue una señal más hacia el ámbito interno y para mostrar su preocupación ante el incremento migratorio que es y ha sido un tema determinante en las últimas campañas, también apuntó a la reunión regional y especialmente hacia el anfitrión mexicano como presión anticipada para obtener resultados satisfactorios.

En el ámbito del tráfico de drogas y pocos días antes de la cumbre fue detenido en Sinaloa (México), en un gran operativo, uno de los hijos del Chapo Guzmán (preso en EEUU), Ovidio, ante la solicitud de extradición de Estados Unidos por su rol en el tráfico al país del norte. Ni la oportunidad ni el perfil del detenido parecen ser casuales. Esto trajo una sangrienta respuesta de los narcos con varias decenas de muertos, probablemente con la esperanza de que fuera liberado como ocurrió en 2019. En esa ocasión el gobierno informó que lo hacía para asegurar “la paz social”. Ahora el gobierno mexicano dijo que sería juzgado en el país y que en su momento se verá si procede la extradición.

El primer ministro Trudeau tenía en su agenda principalmente temas económicos con Estados Unidos que desde Trump ha puesto obstáculos a algunos sectores canadienses para exportar sus productos. También, a pesar de su inequívoca afinidad política con Biden, no ha logrado con este un diálogo y coordinación que recoja aquello. Respecto de lo primero no tuvo resultados relevantes, aunque sí logró amarrar la primera visita de Biden a Canadá para marzo, en lo que constituye un gesto político importante, muy en línea con los resultados y propósitos de la cumbre. Biden también presionó a su par para que lidere una misión de seguridad en Haití, lo que no genera mucho entusiasmo en los canadienses por sus perspectivas.

Finalmente, el presidente mexicano quien ya está en la segunda parte de su sexenio, en su calidad de anfitrión aspiraba no solo a acrecentar su estatura política regional (y en cierta forma el representante de Latinoamérica), sino también a mejorar los vínculos siempre complejos con su vecino estadounidense, además de fortalecer su coordinación con Canadá en materias comerciales que los oponen e Estados Unidos. Se debe recordar que a pesar de la difícil relación que tuvo con Trump (a quien sin embargo admiraba), no reconoció a Biden sino hasta que se cumplieron todas las instancias formales en ese país. Por esa razón y una serie de dificultades bilaterales, el clima previo entre ambos presidentes no era de los mejores.

Así las cosas, ¿Qué emergió de la cumbre, y qué podemos proyectar hacia adelante?

Desde mi punto de vista, esta cumbre recoge plenamente la visión estadounidense político-económica en el actual contexto internacional. Esto es básicamente privilegiar la seguridad y promover el desarrollo industrial para no perder liderazgo frente a China. En esta línea, se puede destacar la creación de un comité conjunto destinado a avanzar en la sustitución de importaciones en América del Norte, para procurar ser más autosuficientes y fortalecer las cadenas regionales de valor y particularmente entre los tres países. Se menciona específicamente el tema de los semiconductores, factor clave para el desarrollo tecnológico y que Estados Unidos quiere fortalecer en su territorio o vecindario para no quedar expuesto a una interrupción en caso de conflicto con China (Taiwán es el principal diseñador y fabricante de este insumo). También se encargó un mapeo de recursos minerales estratégicos en la región que son esenciales para la electromovilidad y la tecnología de punta, cómo son el litio, cobalto, cobre y tierras raras, entre otros.

En esa línea hay una continuidad con el gobierno de Trump y que confirma el creciente ascendiente de otras consideraciones sobre el libre comercio en su dimensión anterior más abierta. Esto oscilará entre un neoindustrialismo y mercantilismo en los próximos años y debe asimilarse prontamente como parte de nuestra política exterior y su expresión comercial. A modo de ejemplo está el tema de los minerales estratégicos, algunos de los cuales Chile tiene reservas abundantes como el cobre y litio. ¿Cómo nos integramos a estas cadenas de valor regional? Y Respecto del mercantilismo, cobran más relevancias los acuerdos de libre comercio, en particular el CPTPP que entrará en vigor próximamente para Chile.

Está también la natural tentación de varios gobiernos latinoamericanos, incluyendo el chileno, de imitar esta estrategia. La pregunta que debe hacerse seriamente es cuán replicable es aquello en función de las capacidades existentes y los beneficios que se esperan obtener, considerando la brecha tecnológica existente con los países desarrollados y los costos a pagar tanto en inversión como respecto de los consumidores locales.

En suma y volviendo a la dimensión de seguridad, Estados Unidos está empeñado en mantener y profundizar su liderazgo tecnológico e industrial en relación con China y para eso procurará proteger los suministros estratégicos, lo que muy probablemente se traducirá en una creciente tensión con China en América Latina.

¿Y cuáles fueron los réditos obtenidos por cada líder en relación con sus expectativas y posición inicial? En materia migratoria, Biden parece haber obtenido la doble garantía mexicana de recibir a los migrantes rechazados y de aumentar sus esfuerzos para impedir los cruces ilegales. A cambio y en un anunció previo a la cumbre, Estados Unidos se comprometió a recibir hasta 30.000 migrantes mensuales de Venezuela, Haití y Centroamérica, siempre y cuando cumplan con los trámites y lleguen al país vía aérea. México también solicitó que los dos millones y medio de sus ciudadanos que residen ilegalmente en Estados Unidos pudieran ser regularizados (lo que depende de una ley).

En este mismo ámbito, AMLO felicitó a Biden por no seguir construyendo el muro entre ambos países (lo que sin embargo no está asegurado). AMLO también logró mostrarse como un aliado, que si bien no tiene mayor afinidad como sería el caso de Trudeau, es indispensable para que Estados Unidos aborde con mayor éxito los grandes problemas de la migración y el narcotráfico. A partir de eso podrá obtener más concesiones o evitar alguna retaliación estadounidense en materia comercial. Eso es muy relevante considerando la imbricación de la economía mexicana con su vecino. En cuanto a su relación con Canadá, obtuvo algunas concesiones como visas laborales para más mexicanos. En el resto, con este país su dinámica sigue siendo mayormente condicionada por los problemas comunes con Estados Unidos. Finalmente, si pretendió constituirse en una suerte de representante del resto de Latinoamérica, ello no tuvo eco. La política de Estados Unidos hacia la región seguirá dependiendo de los temas reseñados y no se esperan grandes variaciones en el futuro inmediato, a menos que haya un cambio fundamental de circunstancias.

Para la prensa, los tres líderes transmitieron haber emergido fortalecidos del encuentro, incluyendo los vínculos personales. La próxima reunión, la décima segunda, será en Canadá en el 2024.

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