¿Tormenta en Bolivia?

Columna
El Mostrador, 10.09.2024
Gabriel Gaspar T., politólogo socialista y ex subsecretario de Defensa, FFAA y Guerra

En el último tiempo hemos construido con Bolivia una mirada común que facilita el tratamiento de temas de mutuo interés, como el tránsito, los temas de frontera y el combate al delito organizado. Son temas que van en beneficio de ambos Estados.

El clima político y social en Bolivia trae nubarrones de tormenta. Esta vez, la escasez de divisas, provocada en gran parte por la caída de las exportaciones de gas e hidrocarburos, en general, acarrea penurias al normal funcionamiento de la economía. Cae la capacidad de sostener el ritmo de importaciones que necesita el aparato productivo y, por cierto, la escasez de dólares rebota en su encarecimiento.

En efecto, el valor oficial del dólar está en cerca de 7 bolivianos por dólar, pero a ese precio es virtualmente imposible conseguirlo. En el mercado de casas de cambio el dólar fluctúa alrededor de los 12 bolivianos y, como es de entender, todos los productos importados experimentan alzas. El caso más sonado es el del diésel, cuya escasez se nota en las largas filas de vehículos esperando reabastecerse.  Sube el combustible, suben por ende los servicios de transporte y todo ello se traspasa al precio de los productos. Eso se nota en ferias y supermercados. El quintal de arroz se vende en 400 bolivianos en la empresa estatal EMAPA, comparado con los 300 que costaba hace poco.

Las reservas han caído con rapidez. Tras disfrutar el alza y bonanza del gas, las exportaciones experimentaron una caída creciente y ello fue mermando paulatinamente los recursos fiscales. Luego, sobrevino la crisis política que desembocó en la caída del Gobierno de Evo Morales y su posterior exilio en México; el Gobierno de la presidenta Jeanine Áñez (hoy presa) y luego la pandemia. Tras ello, la convocatoria a elecciones y el triunfo del exministro de Evo, Luis Arce Catacora.

 

Un presidencialismo de minoría

Si bien Arce ganó con las banderas del Movimiento al Socialismo (MAS), el oficialismo empezó a resquebrajarse. Las causas de esto están por descifrarse, pero preliminarmente se pueden mencionar dos grandes vetas: por un lado, la disputa por la hegemonía dentro del MAS, entre los liderazgos del presidente Arce, por un lado, y el liderazgo político que Evo Morales reclama para sí. Esta contienda ha terminado por llegar a un punto de virtual no retorno.

No solo es disputa en las alturas del MAS, sino que también influyó el periodo en que gobernó la administración Áñez y su ministro Murillo (hoy preso en Estados Unidos). Durante ese momento de oposición emergió una nueva camada de dirigentes masistas que reemplazó con éxito a la vieja guardia que rodeó a Evo en sus tres gobiernos. El retorno del exilio implicó un roce no menor entre esa vieja guardia y la nueva dirigencia, que no siempre se resolvió con éxito, y así el MAS experimentó la salida de muchos de sus nuevos dirigentes.

El caso más emblemático es el de la actual alcaldesa de El Alto (hoy la ciudad más poblada de Bolivia), la dirigente aymara Eva Copa. Casos similares encontramos en otros departamentos. Por cierto, también existen casos de nuevos dirigentes que siguieron fieles al lado de Evo, entre los cuales destaca el actual presidente del Senado, Andrónico Rodríguez, surgido del sindicalismo campesino del Chapare.

El divorcio entra ambas tendencias se refleja en el Congreso, donde la división del MAS dejó al Gobierno en minoría, enfrentando por un lado a las fuerzas de derecha y de centro y, por otro, a la tendencia de Evo.

Ambos sectores han elegido directivas, pero el Tribunal Electoral no las ha validado, porque en ambos casos no se han cumplido plenamente las condiciones reglamentarias. Ambos sectores inicialmente han agrupado a fuerzas sociales afines y así el evismo ronca en el campesinado del Chapare, mientras que el mundo aymara, con epicentro en El Alto, en un principio apoyó decididamente al actual vicepresidente, David Choquehuanca.

Los movimientos sociales en la Bolivia de hoy no se agotan en las comunidades étnicas, pue a ellos podemos sumar a los cooperativistas, las organizaciones feministas populares –como las llamadas bartolinas–, a los interculturales, el campesinado y a diversas organizaciones sindicales donde aún subsiste la otrora poderosa Central Obrera Boliviana.

En este abigarrado mundo popular, la crisis económica se siente y las explicaciones y las estadísticas no son suficientes para entender y menos soportar la escasez. Recientemente, las organizaciones campesinas del Alto han anunciado un paro indefinido para el próximo 16 de septiembre.

El evismo no se queda atrás y prepara un paro con marchas hacia La Paz para el 17. Recordemos que los paros en Bolivia son con cortes de rutas, tomas de carretera y bloqueos. Así, sobre las ciudades bolivianas y sus fronteras se cierne un horizonte de desabastecimiento. En la plataforma de lucha figura el adelanto de las elecciones, formalmente convocadas para agosto del 2025, y la renuncia de Arce y Choquehuanca.

Como los problemas nunca vienen solos, a estos desafíos económicos se suman en los últimos días vastos incendios que han afectado, según el Gobierno, a 3,8 millones de hectáreas, incluyendo foresta y pastizales, con epicentro en Santa Cruz y la región amazónica.

 

¿Y la oposición?

Si buena parte de la crisis del MAS se debe a un desatendido proceso de renovación de liderazgos (ojo que los chilenos no somos los más indicados para tirar la primera piedra), este proceso también afecta a la oposición.

De partida digamos que Carlos Mesa, conocido dirigente que en su momento expresó a los sectores urbanos y clasemedieros, anunció que no se postulará y no se ve un dirigente de su perfil que lo reemplace. Los que sí están disponibles son el expresidente “Tuto” Quiroga y el empresario Samuel Doria, representantes del conservadurismo más clásico boliviano. También emerge el actual alcalde de Cochabamba, Manfred Reyes Villa (conocido como “el Bombón”), excapitán de ejército reciclado en la política, de una aceptable gestión municipal en opinión de muchos.

Santa Cruz, por su parte, sigue siendo un bastión poderoso, pero que irradia poca influencia en el resto del país. La región “camba” es una de las zonas más dinámicas de Bolivia, más ligada a Sao Paulo y las grandes vías fluviales del oriente que al altiplano. El exgobernador Camacho está preso y de momento no tiene un sucesor claro. Ojo, esa cercanía al país o mais grande do mundo también le ha significado que algunas organizaciones de delito organizado, como el Primer Comando de la Capital, hayan permeado sus fronteras. Santa Cruz, con sus grandes vías internas, su hotelería de primera y sus servicios médicos, entre otros atractivos, también sufre de niveles de violencia urbana que no se viven en el resto del país.

 

La tormenta que se viene

Recordemos la sabia conclusión de la CEPAL: economías estancadas generan sociedades insatisfechas. Sumemos lo que decía René Zavaleta: Bolivia posee una sociedad civil díscola.

Un balance somero de los indicadores que hoy tenemos permite avizorar que están dados los elementos para una coyuntura de crisis. El detonante es la economía, que podría resolverse con la ayuda de algún organismo multilateral (¿FMI? ¿Banco Mundial?), pero probablemente no existan condiciones políticas para un acuerdo de este tipo. También siempre es posible que una potencia invierta y resuelva al menos lo urgente, ¿será Brasil?, ¿China? Los otros aliados del gobierno de Arce no parecen estar en condiciones de un apoyo directo.

Bolivia está invitada a la Cumbre de los BRICS, que se realizará en la ciudad de Kazán en la Federación Rusa, el 23 y el 24 de octubre próximos. ¿No será mucho tiempo? Recordemos que, en América Latina, los aliados de Bolivia (Venezuela, Nicaragua y Cuba) no pasan por su mejor momento.

Finalmente, no está de más reiterar que lo más le conviene a un país es su estabilidad. Sumemos a ello que a Chile le conviene tener vecinos estables, por lo cual estamos frente a una situación que nos debe llamar la atención. A diferencia de una lectura simplista de las relaciones internacionales, que trata de explicar el nivel de las relaciones bilaterales por las afinidades políticas o ideológicas de sus gobiernos, la experiencia nos enseña que el respeto por la soberanía interna, unido a la preservación de la estabilidad institucional, constituyen siempre el mejor escenario para una convivencia estable y duradera.

En ese camino, en el último tiempo hemos construido con Bolivia una mirada común que facilita el tratamiento de temas de mutuo interés, como el tránsito, los temas de frontera y el combate al delito organizado. Son temas que van en beneficio de ambos Estados, más allá de las fórmulas políticas que hoy los gobiernen.

Los chilenos, al igual que la mayoría de las sociedades, cuando atravesamos por una coyuntura doméstica de gran intensidad, comprensiblemente nos concentramos en ella. Dejamos de mirar por la ventana qué es lo que pasa en el vecindario. Hoy en día, con los escándalos del caso Audios, la violencia urbana y luego unas largas Fiestas Patrias, ponemos poca atención al radar vecinal.

Valga esta nota para aportar a llenar ese vacío y recordar que la nueva realidad mundial, junto a la nueva era civilizatoria y tecnológica, modifican muchas cosas, menos la geografía, por lo mismo, con Inteligencia Artificial o insertos en el mundo post Guerra Fría, seguimos siendo parte de América Latina. Y jugando en la Conmebol.

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