Trump, Petro y lecciones para Chile

Columna
El Líbero, 30.01.2025
Álvaro Bellolio, ingeniero civil industrial y director Escuela de Gobierno (UNAB)

El reciente enfrentamiento entre Donald Trump y Gustavo Petro es un ejemplo de cómo la diplomacia puede ser mal manejada, pero también de cómo una postura firme puede ser decisiva en la arena internacional. Este episodio deja lecciones valiosas para países como Chile, que deben navegar en aguas complicadas de diplomacia global sin caer en las improvisaciones.

Por un lado, Petro lanzó mensajes cargados de retórica y frases grandilocuentes en redes sociales. Compararse con Allende y desafiar a Trump con un tono poético que bordea el ridículo degrada la posición de Colombia en la negociación. Petro parece olvidar que el mundo de las relaciones internacionales no se maneja con tuits, sino con acciones concretas y acuerdos bien pensados.

Por otro lado, Trump respondió con medidas contundentes: aranceles, sanciones de visa y restricciones comerciales. Es una demostración clara de cómo Estados Unidos negocia desde una posición de fuerza, sin tolerar desplantes ni discursos vacíos. Este enfoque puede ser criticado, pero es coherente y efectivo. Trump no juega a los simbolismos vacíos; su foco está en lo que considera que son los intereses concretos de su país. Petro en menos de 24 horas terminó aceptando todas las condiciones de Estados Unidos.

¿Qué puede aprender Chile de este episodio? Primero, que la diplomacia no es un escenario para caprichos personales ni para buscar popularidad en redes sociales. Es vital que las decisiones de política exterior no se vean contaminadas por las opiniones de asesores personales que priorizan lo ideológico. El protagonismo de figuras como el exsubsecretario Monsalve, con viajes enfocados en agendas propias a Venezuela y Bolivia, es un riesgo que Chile no puede aceptar.

Segundo, debemos priorizar el profesionalismo en la gestión de nuestra política exterior. Esto implica fortalecer y modernizar a nuestra Cancillería y garantizar que las decisiones diplomáticas sean tomadas por expertos, no por un círculo de amigos del presidente. La diplomacia es un asunto de Estado, no de improvisación generada durante un asado.

Tercero, la diplomacia debe centrarse en los intereses nacionales, no en discursos emotivos para redes sociales. Chile debe ser pragmático, profesional y enfocado en resultados concretos. Petro nos enseña cómo no hacer las cosas, mientras que Trump nos recuerda que el poder en la diplomacia se ejerce con acciones, no con palabras.

En un mundo de relaciones internacionales cada vez más complejas, Chile tiene la oportunidad de destacarse si actúa con seriedad y estrategia. De lo contrario, podría caer en el mismo juego de improvisaciones y simbolismos vacíos que hoy hunden a Colombia en un conflicto innecesario.

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