Urge golpe de timón en la Cancillería

Carta
La Tercera, 27.01.2023
Embajadores Jorge Canelas, Cecilia Mackenna y Juan Salazar

En los últimos días hemos oído con estupor, cómo se discute y se tratan algunos asuntos sensibles en materia vecinal, en los niveles más altos de decisión de la Cancillería.

El “affaire del audio” dejó en evidencia serias deficiencias que, de persistir, pueden tener consecuencias insospechadas en las relaciones internacionales.

Ha tenido que ocurrir un episodio con caracteres de escándalo, para aquilatar la gravedad de la situación en la Cancillería y la necesidad urgente de mejorar los equipos asesores, con profesionales de experiencia y conocimientos en los temas más relevantes.

En ese contexto, las declaraciones del presidente Boric en la cumbre de CELAC sobre la crisis en el Perú, es un ejemplo de mal manejo de la política exterior vecinal, abriendo un flanco de imprevisibles consecuencias con los vecinos del Norte.

Cuando se produjo el autogolpe de Fujimori, en 1993, políticos de izquierda chilenos intentaron forzar la ruptura de relaciones diplomáticas con Perú. Finalmente, se impuso el parecer de la diplomacia profesional, que argumentó la necesidad de no dañar una relación vecinal prioritaria. Se analizó cómo el anterior gobierno peruano (primero de Alan García), no sólo había mantenido una relación normal, sino que impulsó importantes medidas bilaterales de confianza mutua con el gobierno militar chileno, pese a las profundas diferencias ideológicas que los separaban. Con eso in mente, se decidió mantener las relaciones vecinales con el Perú al margen de las diferencias ideológicas con Fujimori, en beneficio de una compleja e histórica relación, en beneficio de ambos pueblos.

Esa experiencia y esa doctrina de política exterior vecinal es la que estuvo ausente en el discurso del presidente Boric, que cayó tan mal en el Perú y que tensionará innecesariamente las relaciones bilaterales por un tiempo indeterminado.

Los errores en política exterior suelen trascender mucho más allá del período de los gobiernos. Por ello, hacemos un llamado a las autoridades a la urgente necesidad de mejorar la conducción de nuestras relaciones internacionales en general, y las vecinales en particular. Los últimos acontecimientos dejan suficientemente claro que es urgente un golpe de timón en Cancillería, pues hemos pasado del anuncio de “una política exterior turquesa”, a una que cada vez tiene más “color de hormiga”.

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