Viaje a la Guerra Fría

Columna
El Líbero, 23.09.2023
Fernando Schmidt Ariztía, embajador (r) y exsubsecretario de RREE

Hace casi una semana Kim Jong-un, el misterioso líder norcoreano regresó a Pyongyang de una gira de seis días por Rusia. Trajo consigo el sólido compromiso de apoyo político de Moscú a los planes geoestratégicos del régimen. Es decir, colocó su agenda en Rusia. A su vez, estos incrementan su peso en el Pacífico y Noreste asiático en plena guerra de Ucrania y en momentos en que las alianzas político/militares construidas o alentadas por Washington se multiplican en esta zona. Creo que esos son los resultados más relevantes del viaje.

A finales del siglo XIX Corea era un espacio donde la Rusia zarista era un actor decisivo, tanto por la importancia estratégica y económica del extremo oriente ruso, cuanto por los desafíos simultáneos del auge nipón y la implosión del Imperio chino. En su Legación se refugió el último monarca coreano. Después de la victoria japonesa sobre los rusos en 1904 Moscú se retiró de la península y no volvió hasta que Washington los invitó a finales de la II Guerra Mundial para desarmar a los japoneses al norte del paralelo 38.

Corea del Norte nació así de la mano de la URSS que la sostuvo política, económica y militarmente. Mediante el Tratado de Amistad, Cooperación y Asistencia Recíproca de 1961 ambos se obligaban a proporcionarse apoyo militar inmediato en caso de guerra. Bajo este paraguas comenzaron a desarrollar el programa nuclear norcoreano con miras a la disuasión tanto de Washington y sus aliados, como de la China Popular de Mao.

Con la caída del muro los gobiernos moscovitas de Gorbachov y Yeltsin abandonaron a Pyongyang. Cesó la cooperación militar con Norcorea; dejaron de comprarle sus productos y les cobraron deudas atrasadas por US$8,8 mil millones de 1992. Para la nueva Rusia esta relación era un anacronismo de la Guerra Fría. Mientras, Corea del Sur que crecía a tasas de un 12% anual pasó a ser el socio privilegiado de Moscú en lo político y comercial, además de importante fuente de crédito. Cerca de US$3 mil millones le prestó Seúl a Rusia, devueltos más tarde en forma de tecnología militar.

Gracias al apoyo chino y los ingresos generados por diversas actividades ilícitas los Kim sobrevivieron. Paralelamente, desarrollaron su propia tecnología nuclear y balística lo que atrajo la mirada de la Rusia de Putin y Medvedev. Reemplazaron el 2000 la obligación de la recíproca defensa en caso de ataque armado, por una amplia cooperación en sectores como minería, petróleo y gas, transporte, forestal, etc. Eso sí, el comunicado que informaba lo anterior contenía la oposición de ambos a los planes de defensa balística de EE.UU. en Asia. Poco después Moscú se convirtió en un útil mediador entre Norcorea y los demás participantes en las negociaciones a seis bandas presididas por China para lograr el desmantelamiento del programa nuclear norcoreano (2003-2009).

En 2001 Kim Jong-il, padre del actual Kim, fue invitado especialmente por Putin al Kremlin para sostener encuentros formales, pero también conversaciones casuales, privadas, amistosas. Para estos “monarcas” el último formato era entonces, y lo es hoy, mucho más importante que los encuentros institucionales. De ellos se sabe por las acciones resultantes. Hoy, con la decisiva guerra de Ucrania en marcha, el secreto o la manipulación de la información se exacerban.

No obstante, hay ciertos hechos o especulaciones razonables que enmarcan la reciente visita y que debemos tener en cuenta a la hora de indagar su resultado:

De tradicional país suplicante ante Moscú, Norcorea pasa a la condición de socio oferente, lo que debe tener repercusiones políticas y estratégicas en el noreste asiático y en el mundo.

Dado el programa desarrollado por Kim Jong-un en Rusia y las necesidades norcoreanas de seguridad, es probable que con Putin hayan acordado cooperación para el lanzamiento de satélites de reconocimiento (especialmente después de los dos fracasados lanzamientos de este año); mayor desarrollo de misiles balísticos intercontinentales; modernización de la capacidad defensiva aérea; construcción de submarinos de propulsión nuclear y apoyo al programa atómico. Está por verse si una Rusia en guerra tendrá capacidad para tanta demanda y sofisticación tecnológica.

A pesar de que los rusos lo niegan, lo anterior violaría sucesivas resoluciones del Consejo de Seguridad de la ONU debilitando aún más la confianza en éste. Se acentúa la caducidad de este órgano.

Deberíamos esperar reacciones de EE.UU., Corea del Sur y Japón para mantener mínimos disuasivos frente a Norcorea. ¿Revisión del Acuerdo sobre Energía Nuclear entre Estados Unidos y Corea del Sur (US-ROK 123)? ¿Mayor incremento de las capacidades defensivas en Japón?

El entramado de relaciones estratégicas entre Rusia y Corea del Norte en temas de seguridad no debería irritar en lo más mínimo a la R.P. China. Hay límites que las dos partes saben que no pueden traspasar.

Lo que puede ofrecer Norcorea a Rusia es armamento y municiones. Ya lo han hecho a través de los mercenarios de Wagner y otros, pero ahora la ecuación pasaría a un plano mayor y está por verse si son capaces de producirlos en las cantidades que Rusia necesita. No sería de extrañar que también se incluya el suministro de tropas o “trabajadores”. Cabe recordar que más de medio millón de coreanos étnicos quedaron viviendo en el espacio que ocupaba la antigua URSS, y cerca de 200.000 en la actual Rusia. Esto proporciona adecuada cobertura a una operación de ese tipo.

La guerra en Ucrania es decisiva para Putin y su supervivencia, por lo que ha necesitado del apoyo en diversos grados de algunos países que integraron la URSS, varios de ellos en Asia central. En este sentido, la reunión con Kim es también un paso más en la internacionalización del conflicto.

En el campo civil, es posible que resuciten viejos proyectos conjuntos como el del suministro eléctrico a Norcorea y la modernización de este sector; la utilización del puerto coreano de Rajin que no se congela en invierno; el futuro rediseño del transiberiano como alternativa (o complemento) a la iniciativa china del cinturón y la ruta; mayor compromiso político en foros internacionales, etc.

En una fecha por determinar Putin reciprocará la visita de Kim Jong-un y apreciaremos mejor los alcances de esta gira. Por ahora, pienso que nos acercamos rápidamente a una nueva Guerra Fría donde nuestros pasos australes, el continente antártico, las riquezas minerales chilenas, Isla de Pascua, el desarrollo energético etc., pasan a tener otros significados.

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