Viaje presidencial al Polo Sur, ¿ruido sin nueces?

Artículo
BioBio Chile, 03.01.2025
Dr. Jorge E. Guzmán, abogado, exdiplomático y académico (U. Autónoma)

El presidente Boric debería evitar contribuir a la farandulización de la Antártica, y aprovechar su condición de “primer mandatario chileno en el Polo Sur” para realizar anuncios significativos.

El presidente Gabriel Boric viajará a la Antártica para ser “el primer presidente chileno en llegar al Polo Sur”, sumándose a quienes, desde que en 1957 los Estados Unidos construyeran una base permanente en ese lugar, pueden, sin problemas, registrar su presencia en dicho icónico lugar. Por ejemplo, en 2011, en vísperas de los 100 años de la “expedición Amundsen”, el primer ministro noruego Jens Stoltenberg -hasta hace poco secretario general de la OTAN- visitó el Polo Sur.

Desde hace décadas allí está disponible una pista de aterrizaje de más de 3.600 metros, 2.400 metros más larga que nuestra pista en Isla Rey Jorge.

 

Estrella Polar III

La operación chilena se ha llamado “Estrella Polar III”, un detalle interesante pues, como sabemos, la “estrella polar” corresponde a lo que los cosmógrafos griegos de la Antigüedad llamaron “Arcturus”, que en el hemisferio norte indica el norte geográfico. A partir de tal denominación, “los antiguos” llamaron “Ártkos” (Ártico) a la zona frígida septentrional y, por oposición, “Anti-Artkos”, ergo Antártico, a la meridional.

De lo anterior, se desprende que, siguiendo la posición de la estrella polar, el presidente chileno no logrará llegar al Polo Sur.

Los exploradores portugueses que durante el siglo XV bajaron a lo largo de la costa de África Occidental en busca de un acceso austral al Mar de la India (Océano Indico), comprobaron que hacia la latitud 20° Norte, la “estrella polar” ya no es visible.

A partir del año 1500, los exploradores ibéricos, quienes avistaron las costas de Brasil y la Patagonia oriental, lograron en 1520 el descubrimiento del estrecho de Magallanes (y Chile). Durante sus travesías, utilizaron referencias del cielo austral, al igual que los cazadores de focas de Valparaíso que, hacia fines de 1820, descubrieron la tierra firme de la Antártica.

Durante siglos, diferentes pueblos exploradores oceánicos del hemisferio sur, que no tenían posibilidad de observar la “estrella polar”, utilizaron como referente la estrella circumpolar “Canopus”, la segunda más brillante en el firmamento de nuestro lado del mundo (después de Sirius).

Es importante señalar que la “estrella solitaria” de la bandera nacional no está inspirada en la “estrella polar”, sino en el “ṉyelfe”, la estrella de ocho puntas mapuche. Este símbolo no apunta al sur, sino al “lucero del amanecer” (Venus), que señala el este. Así, el ṉyelfe forma parte de nuestra identidad nacional.

 

Política pública y Antártica: mucho ruido, pocas nueces

En este contexto epistemológico y político, la denominación del viaje presidencial al Polo Sur como “Estrella Polar” parece ser poco más que una superficialidad ilustrativa. Refleja una Política Antártica que, al igual que muchas otras políticas públicas, se queda en un título y subtítulo antes que, en este caso, constituir un concepto sólido y una voluntad política real. Esto debería estar orientado, conforme a la ley, a fortalecer efectivamente los derechos antárticos de la República.

La operación presidencial (que sin dudas tiene complejos requerimientos logísticos), tampoco es distinta a la que otros países realizan casi cotidianamente. Incluso, desde hace años están disponibles vuelos privados al Polo Sur, incluso con una oferta que comienza en Punta Arenas.

Entonces, ¿podría un turista de Moldova o de las Bahamas afirmar que visitó el Polo Sur antes que el presidente de Chile?

Es más, en el sector del Polo Geográfico existe la “Base Amundsen-Scott”, construida por los Estados Unidos en 2002, y compartida con científicos de diversas nacionalidades. El lector chileno debe saber que dicha base es, contado desde el Año Geofísico Internacional 1957-58, la tercera edificación desarrollada en el sitio del Polo por el programa antártico norteamericano.

Durante el invierno antártico allí permanece un grupo de científicos dedicados a la investigación científica aplicada en diversos ámbitos: para estos agentes nacionales, la investigación polar no solo es una cuestión de prestigio académico, sino que parte de su respectivo posicionamiento estratégico a nivel global.

Todo lo demás es música.

Por otro lado, la instalación temporal chilena más austral, ubicada en el Glaciar Unión (operativa solo durante el verano), se encuentra aproximadamente a 1.150 kilómetros en línea recta del Polo Sur. Esta distancia es comparable a la que separa Santiago de Melinka, en el Archipiélago de los Chonos, o de Mejillones, en el norte de Chile.

Citando a “Shrek”, esta es “la verdad verdadera”.

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