Columna El Periódico, 17.08.2025 Jorge Dezcallar de Mazarredo, Embajador de España
El tema de la semana ha sido la Cumbre en Alaska entre Trump y Putin para hablar de Ucrania sin contar con los ucranianos ni con los europeos, en otro desprecio deliberado del americano que había levantado ampollas en el viejo continente porque no nos fiamos de Putin... pero tampoco nos fiamos de Trump y menos aún de lo que pudieran acordar juntos cuando está en juego nuestra seguridad.
El encuentro es ya una victoria para el ruso que sale del ostracismo, viaja a uno de los pocos países que puede visitar sin ser detenido a instancias del Tribunal Penal Internacional (EEUU no es miembro), y que se coloca al nivel del presidente del país más poderoso del mundo, un sueño para quien desea dar a Rusia el peso mundial que tuvo la URSS (el ministro Lavrov se presentó en Alaska con una camiseta con sus siglas para que no hubiera dudas). Y que también gana porque posterga las sanciones con las que EEUU le amenazaba, y porque le permite negociar desde la posición de ventaja que le da el reconocimiento de los territorios conquistados, sabiendo que nunca se conformará únicamente con ellos porque la guerra de Ucrania no es solo un conflicto territorial sino existencial para Moscú, que insiste en que no habrá paz sin tratar de «sus raíces últimas» que no son otras que la fagotización de Ucrania. Y eso el americano parece no haberlo entendido todavía y por eso sus esperanzas de lograr un alto el fuego («no sé si ocurrirá hoy, pero no voy a estar contento si no es hoy») se han visto frustradas. Lo más importante es que Putin le ha convencido de que es mejor un acuerdo de paz, que le permite seguir la guerra, que un alto el fuego inmediato como querían ucranianos y europeos.
En realidad, la paz está lejos porque lo que Moscú quiere Zelenski no lo puede dar y además cree que puede seguir resistiendo dado que desde 2023 Rusia apenas ha pasado de controlar el 18% de Ucrania al 19%... Tras la reunión Trump telefoneó a Zelenski, que viajará mañana a Washington. También habló con los líderes de Francia, Alemania, Italia, Reino Unido, Polonia, Finlandia, UE y OTAN. Don Pedro Sánchez estaba de vacaciones en Canarias. Se mantiene así la incertidumbre sobre la reacción final de Washington a esta Cumbre que me recuerda a las que mantuvo con el norcoreano Kim Jong-un, que solo sirvieron para darle una legitimidad internacional que no tenía.
Y mientras miramos a Alaska empeora la desesperada crisis humanitaria que vive (o muere) Gaza con los planes de Netanyahu para ocupar más territorio (ya controla el 80%) y amontonar frente al mar en condiciones todavía más inhumanas a gentes que ya lo han perdido todo. Allí se están cometiendo crímenes de Guerra y contra la Humanidad que avergüenza que los haga el país que fue creado precisamente para evitar a los judíos una repetición del Holocausto que sufrieron durante la 2GM. Supongo que lo que ahora pretenden es que las condiciones sean tan terribles que los gazatíes sobrevivientes decidan «emigrar voluntariamente» como acaba de reconocer Netanyahu al decir que lo que tienen que hacer los países que critican a Israel es callar y abrir sus fronteras a los palestinos. El objetivo es la anexión en la que sueñan muchos israelíes, los mismos que también se quieren quedar con Cisjordania donde aumenta la violencia de los colonos.
El «Plan EI» desvelado esta semana (estaba parado desde hace 20 años) para construir allí 3.000 viviendas ilegales partirá el territorio e impedirá la comunicación directa entre Ramala, Jerusalén-Este y Belén, dando otro duro golpe al Estado Palestino. Como ha dicho el ministro Smotrich «mientras ellos hablan del sueño palestino, nosotros construimos una realidad judía». El precio debe parecerle asumible.
Todo lo que sucede concuerda con la visión que comparten Xi, Trump y Putin de un planeta donde unos mandan y otros obedecen, donde priman los intereses de seguridad nacional y donde los poderosos se reparten el mundo en esferas de influencia, marginando el Derecho Internacional porque molesta... igual que hoy molestan los palestinos o los ucranianos.
En mi opinión no habrá seguridad para Israel sin justicia para los palestinos y no habrá paz en Ucrania sin contar con los ucranianos. Pero algunos no lo quieren ver y resulta que son los que tienen la sartén por el mango.