Agenda agroalimentaria Brasil-Chile, sembrando oportunidades

Columna
La Tercera, 10.03.2023
Paulo Pacheco, embajador de Brasil en Chile

El año 2022 marcó un récord comercial entre Brasil y Chile. Por primera vez, el intercambio bilateral alcanzó los US$ 13.000 millones, según datos del Ministerio de Comercio de Brasil. Chile fue el segundo principal socio comercial de Brasil en América Latina, y Brasil continuó siendo el mayor aliado de Chile en la región. Además, el 25 de enero de 2023 cumplió un año de vigencia el Acuerdo de Libre Comercio Brasil-Chile, un innovador tratado que refuerza con disciplinas regulatorias la liberalización arancelaria completa, ya vigente entre el Mercosur y Chile.

En este escenario auspicioso, la agenda agroalimentaria ha ido ganando protagonismo. De hecho, Chile se consolidó durante 2022 como el primer destino global para la carne bovina fresca de Brasil. En lo que respecta a la carne de aves y cerdos, Brasil ya es el proveedor más importante del mercado chileno, las marcas brasileñas son reconocidas por su calidad y sostenibilidad y pueden encontrarse con facilidad en los supermercados. Chile, en tanto, además de sus tradicionales vinos y salmones, muy valorados por los brasileños, avanza en la exportación de frutas al mercado brasileño.

Brasil también busca abrir el mercado chileno para sus frutas tropicales, ayudando a aumentar la oferta y favorecer la estabilidad de precios. En la agenda comercial, Brasil pretende avanzar igualmente en la promoción recíproca de productos orgánicos, aprovechando la equivalencia de certificación ya establecida, y ampliar las ventas de cachaza a Chile, producto cuya indicación geográfica (IG) fue reconocida en el tratado comercial bilateral, junto con la IG del pisco chileno. En la agenda sanitaria y fitosanitaria, ambos países trabajan de la mano para implementar cláusulas fundamentales del Acuerdo de Libre Comercio, que permitirán el reconocimiento de la equivalencia sanitaria, facilitando y agilizando el intercambio comercial.

En el área de inversiones agroindustriales, también existe complementariedad y una historia de confianza que convierte a Brasil en el primer destino de las inversiones chilenas en el exterior. Al mismo tiempo, las empresas chilenas de los sectores agroforestal y de distribución alimenticia consolidan su presencia en Brasil, y emprendimientos brasileños del rubro de la alimentación y de maquinarias agrícolas intensifican sus actividades en Chile.

Gracias a esta internacionalización de las empresas, es cada vez más común encontrar en los supermercados chilenos productos como el pan de queso, el açaí, el jugo de naranja, la guaraná o la tapioca. Además, los relevantes flujos turísticos entre Brasil y Chile contribuyen a reforzar el conocimiento mutuo de los sistemas agroalimentarios de cada país y fomentan oportunidades, como el agroturismo, ya sea en las haciendas de café brasileñas o en las viñas chilenas.

En esta coyuntura, ciertamente, hay terreno fértil para la diversificación de la agenda agroalimentaria bilateral, más allá del ámbito económico comercial. En lo que respecta al intercambio cultural, por ejemplo, los restaurantes brasileños han comenzado a ofrecer, además de la tradicional carne asada, opciones como la moqueca o la feijoada, además de postres como el pavé o el brigadeiro. Los brasileños, por su parte, igualmente han conocido especialidades chilenas, como el caldillo de congrio o las machas a la parmesana, y reconocen similitudes culinarias en preparaciones como la humita y la pamonha.

En el ámbito científico-tecnológico, Brasil y Chile cuentan con instituciones de excelencia en investigación agropecuaria, Embrapa e INIA, que ya están trabajando para intensificar el diálogo en temas de interés común, como reducción de emisiones, producción de insumos y agroecología. Este año, con la realización del encuentro del Programa Cooperativo para el Desarrollo Tecnológico Agroalimentario y Agroindustrial del Cono Sur (Procisur) en Santiago, ambos organismos deberán profundizar aún más su diálogo y encontrar sinergias en líneas de investigación, como las relativas al cambio climático.

En este contexto, la embajada de Brasil en Santiago trabaja en la consolidación de la multifacética agenda agrícola bilateral. La pandemia demostró que las regiones integradas son más resilientes a los choques en las cadenas de suministro. Brasil, como tercer mayor exportador de alimentos del mundo, y Chile, el mayor productor de frutas del hemisferio sur, pueden y deben unir esfuerzos en favor de la seguridad alimentaria regional y mundial. Ambos países, dotados de cultivos complementarios, son referentes por, además, contar con una matriz energética cada vez más limpia, que favorece el objetivo común de fortalecer la seguridad y soberanía alimentaria, aliada a la necesaria sustentabilidad, sin inspirarse en modelos extrarregionales proteccionistas y unilaterales, que transgreden las normas de la OMC.

Con ese espíritu de cooperación y esfuerzos conjuntos hacia una región más integrada y desarrollada, Brasil y Chile han implementado, en los últimos años, un proyecto de cooperación trilateral sur-sur, con el objetivo de fortalecer el sistema de vigilancia sanitario en Surinam. Asimismo, en el contexto de la Reunión de Agricultura Familiar del Mercosur Ampliado (REAF), Brasil y Chile vienen aunando esfuerzos para incentivar y fortalecer la agricultura regional, a través de un fructífero intercambio de experiencias, que apunta a la superación conjunta de desafíos comunes.

El carácter maduro de las relaciones entre Brasil y Chile, y la convergencia de intereses y valores, como la inclusión social, el desarrollo sostenible o la seguridad alimentaria, permiten que la agenda agrícola bilateral vaya más allá del ámbito comercial y se convierta cada vez más en una floreciente y dinámica dimensión de la agenda bilateral, con frutos de corto, mediano y largo plazo, en pro del desarrollo de la región.

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