Argentina: Giro en “u”, manteniendo el equilibrio y el pulso firme

Columna
El Líbero, 20.03.2016
Enrique Subercaseaux, ex diplomático y gestor cultural
  • La elección de Macri ha sido un punto de inflexión en la historia reciente del vecino país.

A partir de ese hito político nadie esperaba que las cosas fueran a ser fáciles. Se recibió un país con un estado económico y anímico muy malos. Con el mayor déficit fiscal desde la década de los 40, con una alta tasa de desempleo, como los mercados financieros cerrados, a causa del default de la deuda externa. Con más de dos millones de empleados públicos ficticios (llamados ñoquis) y con unas políticas públicas y económicas diseñadas de una manera amateur, voluntarista y con una alta cara ideológica.

Esta fue la herencia  de la Sra. K. y su equipo.

Así las cosas, el nuevo gobierno diseñó una estrategia de gradualidad, donde se combinaron primeras medidas económicas, como por ejemplo la unificación del mercado de divisas (que produjo un impacto acotado en la economía) con mayores facilidades para los exportadores (vía devolución de impuestos y disminución de retenciones arbitrarias). Al mismo tiempo, se reajustaron los precios de los servicios básicos, cuyas tarifas estaban congeladas desde hacía años, en otra de las medidas de corte populista que se tomaron en su momento para “fidelizar” a la población.

Esta semana continúan las medidas acertadas con la aprobación en la Cámara de Diputados del acuerdo con los “fondos buitre”, medida fundamental para reincorporar al país a los mercados financieros internacionales y estimular los flujos de inversión extranjera.

Lo extraordinario ha sido que las cifras positivas en la economía aún no llegan; más bien la inflación va al alza y el desempleo también, pero la confianza ha vuelto. Los índices de aprobación internos han aumentado y se han estabilizado. Argentina se ha abierto al mundo nuevamente con visitas de destacados Jefes de Estado, como Francia y, muy próximamente, Estados Unidos.

Una situación de moderado optimismo premia a Macri y su equipo que han sabido diseñar una hoja de ruta pragmática y apolítica para volver a ponerse de pie como Nación, y retomar la senda de desarrollo que ha quedado interrumpida desde el inicio del anterior gobierno.

Hace unos días visitó Santiago el ministro de Hacienda transandino, causando una muy positiva impresión en cada una de sus actividades y apariciones públicas. No solo se le nota empoderado y prudente, sino que parece tener las cosas muy claras en cuanto a cómo debe conducirse un proceso de “regreso a la normalidad y crecimiento” que sea inclusivo y beneficie a amplios sectores de la sociedad.

En una época en que se habla y se acentúa (que no se actúa) sobre programas e intenciones, sobre visiones mesiánicas y candorosas, el diseño de Macri ha sido brillante. El pragmatismo (que tan buenos resultados ha dado en el quehacer político y buena gobernanza de ciertos países asiáticos) ha sustituido la retórica barata y la ignorancia, que han sido los culpables del diseño e implementación de malas políticas. Es refrescante constatar que hay quienes defienden e implementan la inclusión social en el desarrollo de sus programas de gobierno, pero de manera efectista y no buscando el efecto clientelar. La oposición peronista, por ejemplo, está apoyando paulatinamente, tanto en el Parlamento como en las regiones en forma directa, las medidas y leyes del nuevo gobierno, dándose cuenta de que las opciones para enmendar la trayectoria de Argentina no son muchas y que en un mundo globalizado la alternativa de cerrarse no tiene destino. El éxito es la intersección de la oportunidad y el de estar preparado.

El factor humano en la conformación de equipos políticos no siempre se le asigna la importancia debida. En las distintas áreas de gestión, los problemas son, en su mayoría, técnicos. De tal manera que los personeros, como requisito básico, deben tener fortalezas en gestión, y la unificación de lo político viene dado por la inclusión de un abanico amplio de actores sociales y del espectro partidario. El liderazgo es fundamental para dotar de una dirección clara al accionar gubernamental. Y el sentimiento, tanto de la sociedad como de los mercados (que no es más que una tabulación medible de la sumatoria de individuos que componen una sociedad) debe ser positivo. Se puede y debe trabajar en ello.

Tal parece, con el caso claro de Argentina, y otras señales  en la región, como la de Brasil, Bolivia y Venezuela, que se va afianzando la gestión pragmática. Y que se bate en retirada la retórica populista y vacua, que sirve para llevar políticos desaprensivos al poder y que luego la gestión de los mismos se estrella con realidades complejas que ni siquiera logran dominar conceptualmente.

La experiencia Argentina se ha mencionado como ejemplo a seguir tanto para Chile como para países diversos en nuestra región. Me parece peligroso esperar que modelos de sociedad y de gestión puedan parecer fácilmente exportables e imitables. Más importante parece ir extrayendo lecciones claras y profundas de un proceso que es de gran complejidad y que se resume en enderezar un rumbo equivocado con una audaz vuelta en “u”. Sin accidentarse ni perder el equilibrio en el proceso. Al mismo tiempo, diseñar equipos humanos con sólida formación profesional y conceptual que compartan los lineamientos y directrices del ejecutivo.   Y de una sociedad que comprenda que el esfuerzo por sacar el país de su situación desmedrada es tarea de todos. Y que exige responsabilidad en el cumplimiento de deberes y en el ejercicio de los derechos.

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