Australia y el cambio climático

Columna
El Mercurio, 18.02.2021
Todd Mercer, embajador de Australia en Chile

El año 2020 demostró la importancia de organizar la voluntad colectiva, la innovación, los recursos y el liderazgo para proteger y apoyar a nuestras comunidades.

En 2021 será importante aplicar estas cualidades a la acción climática. Aunque la reducción de las emisiones es crucial para garantizar que la temperatura media mundial no aumente más allá de dos grados, hay que redoblar los esfuerzos para adaptarse y crear resiliencia al cambio climático que ya se está produciendo.

La Cumbre de Adaptación Climática en enero de 2021 ofreció una valiosa oportunidad para que la comunidad internacional trabaje hacia un futuro más resistente al cambio climático. En la cumbre, en la cual también participó Chile, Australia reafirmó su compromiso con una acción ambiciosa y práctica para combatir los impactos del cambio climático.

Los incendios forestales que sufrió Australia al comienzo de 2020 fueron un recordatorio de que Australia es el continente habitado más seco del mundo y también de la importancia de proteger una de las biodiversidades más ricas del mundo. Reconociendo esto, el Gobierno ha comprometido más de AUD 15.000 millones para que nuestros recursos naturales, el medio ambiente y las infraestructuras hídricas sean más resistentes a la sequía y a los desastres climáticos. También lanzamos un programa de Restauración y Adaptación del Arrecife, de AUD 150 millones, para investigar estrategias que puedan ayudar a los arrecifes a recuperarse y adaptarse a las cambiantes temperaturas del océano.

Aunque nuestro trabajo de adaptación y resiliencia comienza en casa, Australia se ha comprometido a apoyar a otros países a hacer lo mismo, dedicando al menos AUD 1.500 millones entre 2020 y 2025 a la financiación global de la acción climática. De este monto, AUD 500 millones ayudarán directamente a nuestros vecinos del Pacífico a implementar energías renovables y a mejorar su resiliencia al cambio climático y a las catástrofes.

Australia, junto a Chile, también se suma a dos iniciativas: el Llamado a la Acción para Aumentar la Ambición de la Adaptación y la Resiliencia Climática, y la Coalición para la Inversión en Resiliencia Climática.

Las medidas de adaptación deben ir acompañadas de una reducción de las emisiones y Australia sigue firmemente comprometido con el Acuerdo de París. Estamos en camino de superar nuestro objetivo para 2030, habiendo reducido nuestras emisiones en casi un 17 por ciento desde 2005 —más rápido que la media de la OCDE—.

También estamos adoptando energías renovables a niveles récord. Australia está construyendo nuevas instalaciones eólicas y solares a un ritmo diez veces superior a la media mundial per cápita. Casi uno de cada cuatro hogares australianos ya tiene energía solar —la mayor aceptación del mundo— y esperamos que las energías renovables aporten al menos el 50 por ciento de nuestra electricidad en 2030.

Australia se propone alcanzar las cero emisiones netas lo antes posible. La necesidad de llegar a cero neta es indiscutible: la comunidad mundial debe centrarse en el “cómo”. Para impulsar esto, hemos elaborado un Plan de Inversión en Tecnología para reducir las emisiones, en Australia y en todo el mundo.

Australia pretende conseguir AUD 70.000 millones de nuevas inversiones en tecnologías de bajas emisiones para 2030, centrándonos en acelerar tecnologías como el hidrógeno, la captura, uso y almacenamiento de carbono, el carbono del suelo, el almacenamiento de energía para respaldar las energías renovables y descarbonizar el transporte, y el acero y el aluminio de bajas o nulas emisiones.

Conseguir que el costo de estas nuevas tecnologías no supere al de las alternativas existentes de mayores emisiones es una vía práctica para lograr las cero emisiones netas y presenta oportunidades económicas mientras el mundo se recupera del impacto económico del covid-19.

La reducción de las emisiones debe producirse en todas las economías, no solo en las desarrolladas y avanzadas. Tenemos que disminuir las emisiones de una manera sostenible y comercialmente viable que genere puestos de trabajo en todas las economías.

La innovación y cooperación internacional serán claves en la lucha contra el cambio climático y debemos tener en cuenta a los más necesitados e involucrar a todas las partes interesadas por igual, respetando la cultura y los conocimientos autóctonos a la hora de emprender acciones climáticas.

Incluso con las reducciones de emisiones globales, los científicos coinciden en que tendremos que adaptarnos a los cambios de nuestro clima en las próximas décadas. Son fundamentales las acciones prácticas que nos ayuden a adaptarnos a esos cambios y a reforzar la resiliencia de nuestros entornos locales.

Juntos, haremos la diferencia.

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