Bolivia: el golpe que no era golpe

Columna
El Líbero, 27.06.2024
Loreto Correa, historiadora, académica (U. de Chile) e Investigadora (ANEPE)

Pido, ordeno y dispongo el repliegue de las fuerzas armadas que están en Plaza Murillo”. Con estas tímidas palabras, el nuevo comandante en jefe del Ejército de Bolivia, general José Wilson Sánchez contuvo la asonada militar en vivo y ante los medios de comunicación y del gentío a media tarde de este miércoles 26 de junio en La Paz.

El mandato de Arce culmina en noviembre de 2025 y en Bolivia deberá investigarse y sancionarse la actitud del general Juan José Zúñiga y los partícipes de los ilícitos penales que se produjeron en el país entre las 15:00 y las 17:30 horas, tal y como ha dicho el fiscal general del Estado Plurinacional.

Fueron tres horas de incertidumbre, de un presidente en silencio hasta las 17:15, de militares desplegados, de una tanqueta golpeando la puerta del Palacio Quemado, de un presidente urgido tomando juramento de ley al nuevo alto mando militar del país. Mientras, de fondo se oían los sonidos de bombas de gas en la Plaza Murillo.

Arrestado a las 19:00 horas, Zúñiga alcanza a declarar a los medios, que esta movida “fue idea del propio presidente Arce”.

Sin embargo, el repudio popular y el gentío frente a las tanquetas y militares de Plaza Murillo nos debe recordar la debilidad sistémica de Bolivia y el posible teatro que se configura conforme pasan las horas. Quizás lo primero a destacar de lo ocurrido es que la situación política del país lleva meses de crispación en las fuerzas masistas.

Por un lado, Evo Morales, azuzando a sus adherentes para que lo apoyen para llegar a la papeleta presidencial por quinta vez días antes; y hoy mismo, llamando a la movilización total del país y al bloqueo de las carreteras. ¿Quién gobierna?

Por el lado del presidente Arce, haciendo gala de una institucionalidad completa, robusta y fuerte en una foto con todo su gabinete a una cuadra de donde ocurrían los sucesos y minutos después posicionando al nuevo alto mando.

Sin embargo, el teatro está a la vista. La población no ha creído que se trataba de un golpe. Minutos después del juramento del alto mando, decía Gustavo Pedraza, un analista y excandidato a vicepresidente de Bolivia, como por magia, el nuevo comandante en jefe disuade con una arenga: “Pido, ordeno y dispongo el repliegue de las fuerzas armadas que están en Plaza Murillo”.

Otro analista, el cruceño Carlos Valverde, hablaba de la debilidad del gobierno, y el desprestigio del país a partir de una movilización irregular y el riesgo de la democracia. Hasta aquí los hechos.

¿Un golpe mal organizado?

Sin duda, la situación del presidente Arce es crítica. En medio de la falta de dólares, escasez de alimentos, ausencia de reservas robustas en el Banco Central, con un país endeudado con el 80% del PIB, sin gas que exportar, sin litio que vender concretamente hoy, la economía y el pueblo boliviano llevan a cuestas una larga crisis con carreteras bloqueadas por la falta de diésel, literalmente por no poder pagarlo, porque se trata de una empresa estatal.

Y en medio de este brete mayúsculo, el presidente boliviano partió al Foro de San Petersburgo a inicios de junio, ni más ni menos que a Rusia, en una estrategia para posicionar a Bolivia en el foro contrario al que se juntaría el fin de semana siguiente en Suiza para apoyar a Ucrania, y en el que destacaría el presidente Boric. Una ironía que muestra cuán en las antípodas están Chile y Bolivia hoy en materia internacional. A la vista, lo desaconsejable de la visita a Rusia, y una muestra más de la incapacidad de gestión boliviana.

Con todo, algo no cuadra en el relato y esto es la declaración dada por el general Zúñiga cuando se despliega con la fuerza en la Plaza Murillo:

“Basta que unas élites se hayan adueñado del país hace dos décadas” y “Vamos a libertar a todos los presos políticos, a Camacho, a Añez, y a todos los militares encarcelados”.

Varias cuestiones deberán ser recordadas a partir de lo que el expresidente Quiroga denomina este miércoles 26 de junio de 2024, “una pantomima”. Los pronunciamientos de Carlos Mesa y de él mismo, rechazando estas acciones de fuerza, pero sobre todo la larga y penosa politización de las instituciones bolivianas. Por ello, las dudas sobre la imparcialidad de la fiscalía nacional de proceder a un juicio contra Zúñiga. También a la vista, las dudas sobre la veracidad de los hechos o la posibilidad del montaje y en medio, las acusaciones de sedición.

Si es verdad que la tensión política llevó a urdir esta artimaña, la reputación del país resulta dañada y aún es prematuro evaluar el impacto con hechos en desarrollo. En la retina quedara la intervención del ministro de Gobierno, golpeando el carro blindado con Zúñiga dentro, gritándole: ¡Desmovilice general! Pero, si todo esto fue un show, como dice la senadora Barrientos de la oposición, fue una buena obra de teatro, con malos actores.

Esta es la estrategia que utilizó, quizás, Luis Arce para evitar que Evo Morales asuma la posibilidad de candidatearse a la presidencia, que es lo que andaba buscando. Porque como Arce convocó a toda la gente a la Plaza Murillo, como pidió el fortalecimiento de la democracia y llegar hasta el final del mandato, como todo el mundo desde el exterior lo apoya, ahora es imposible que Evo pueda postularse a la presidencia, o bien, que le haga un golpe de Estado que era lo que se venía escuchando en las últimas semanas.

No hay comentarios

Agregar comentario