Carta a mis amigas y amigos chilenos

Columna
La Razón, 31.03.2017
Verónica Rocha Fuentes, comunicadora social boliviana
Chile es un país con gobiernos acostumbrados a guiarse por la soberbia ante sus vecinos y su pueblo

Estudié dos años en Chile y conocí a buena parte de su sociedad y su gente, aprendí sobre su política y tuve que escudriñar en búsqueda de su cultura. Entiendo a cabalidad lo que nos diferencia como sociedades, y creo saber qué nos motiva en nuestras pocas búsquedas comunes. Tengo hermanos y hermanas sembradas por todo ese país. Sigo de cerca, con esperanza y hasta con algo más de entusiasmo que en mi propio país, la emergencia de una nueva clase política en Chile de la mano de su juventud: creo en Gabriel Boric y en Giorgio Jackson.

No soy chauvinista ni nacionalista, no me rindo ante las banderas y no creo en las fronteras. El Día del Mar no está definitivamente dentro de mis fechas favoritas. Y aunque me lo han machacado discursivamente desde que tengo uso de razón, hace realmente pocos años que tuve que cuestionar mi propia posición en torno a nuestra salida al mar.

Soy autocrítica cuando hablo de mi país, sabiendo que hemos tomado la decisión de abrazar un proceso sociopolítico y cultural hace más de 11 años que conlleva logros históricos, pero que ha empezado a hundirnos lentamente en peligrosas arenas de las que nos costará varios años salir. Sé que no somos el país más indicado para dar lecciones sobre independencia de justicia, contrabando o las libertades de información y comunicación, porque no tenemos el historial exento de episodios internos en estos ámbitos, algunos matizables, otros definitivamente execrables.

Pero también sé y sabemos que Chile es un país donde prima la razón abusiva, con gobiernos acostumbrados a guiarse por la soberbia ante sus vecinos y su pueblo, con una sociedad que se construye y desenvuelve en una resaca autoritaria que parece no tener fin, y que constantemente alimenta esta imagen que le acompaña históricamente en el vecindario en el que le ha tocado vivir.

Estas son algunas de las razones por las que no extrañan las acciones que su gobierno ha tomado estos últimos 10 días en contra de mis compatriotas, una autoridad de Estado, dos militares, siete servidores públicos y 11 periodistas. Léanlo con calma: en las últimas semanas su gobierno ha sospechado y acusado a 10 bolivianos dependientes del Estado y a 11 que trabajan en medios de comunicación de ya sea intentar robar en territorio chileno o intentar generar desmanes en su país (en aplicación de una normativa de 1975). A la fecha, nueve de ellos atraviesan un juicio en su territorio, una autoridad no tiene permiso de pisarlo y 11 trabajadores y trabajadoras de la comunicación ya han retornado a nuestro territorio a denunciar haber sufrido hostigamiento, malos tratos y firmas de inéditos documentos de “buen comportamiento” en aeropuertos chilenos.

Ante ello es preciso que sepan que, en justicia, no solo seguiremos aplaudiendo el proceso jurídico que hemos iniciado en la Corte Internacional de Justicia (CIJ) hace años y que tanta acción a posteriori está generando; sino que además, por este tipo de acciones acudiremos a toda instancia internacional que sea necesaria para encontrar la justicia actual e histórica que, junto a ustedes, no hemos podido encontrar. Mientras sea por la razón y no por la fuerza, el actual y cualquier siguiente gobierno tendrá un país que lo apoya en ello; así como bolivianos/as que insistiremos en subrayar que un pueblo no es equivalente a un gobierno.

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