China: la convivencia con Taiwán

Columna
Infobae, 04.06.2022
Felipe Frydman, economista argentino, exembajador y consultor del CARI
  • Todo intento de violentar el statu-quo en esa región tendrá repercusiones mucho más graves que la guerra provocada por Rusia porque involucrará a las dos potencias hegemónicas

El Presidente Joe Biden sostuvo en Japón que los Estados Unidos intervendrán militarmente para defender a Taiwán. La afirmación provocó inmediatas reacciones porque fue interpretada como una modificación en la política estadounidense de reconocer una sola China y al Gobierno de la República Popular como su único representante. El vocero del Ministerio de Relaciones Exteriores de China rechazó los dichos de Biden recordando que nadie debe subestimar la voluntad de proteger y salvaguardar la soberanía e integridad del país.

La mención fue hecha en Tokio en el marco de la reunión para el lanzamiento de la Iniciativa Económica para la Prosperidad del Indo-Pacífico (IPEF) que reunió a siete países de ASEAN y a los miembros del QUAD. La presencia, la firma del IPEF y la participación en la Cumbre del QUAD, intentaron mostrar el compromiso con la región y la contención de China a partir del reclamo de soberanía sobre el Mar que lleva su nombre que ha provocado conflictos con los Estados linderos y cuestionado los derechos de libre navegación y sobrevuelo.

Taiwán no fue incluido en el EPEF para respetar las reticencias de los otros miembros al igual que sucedió en los Acuerdos CPTPP y RCEP. En cambio, el USTR planteó por separado la Iniciativa US-Taiwán del Comercio del Siglo XXI para profundizar la relación económica basada en valores compartidos, promoción de la innovación y el crecimiento inclusivo.

En la reciente conferencia sobre la relación con China, el Secretario de Estado Blinken reafirmó que los Estados Unidos continuarán oponiéndose a “la agresividad y actividades ilegales en los Mares de China del Sud y Este”, que apoyarán los derechos marítimos de los Estados costeros y que defenderán la libertad de transitar como todos los países lo han hecho durante décadas. Blinken recordó que el Tribunal Internacional sobre Derecho del Mar sostuvo que los reclamos chinos de soberanía no tenían sustento en la normativa internacional.

En la misma disertación, el Secretario Blinken reafirmó que la postura sobre Taiwán no ha cambiado y que los Estados Unidos permanecen comprometidos con la política de “Una China” establecida en los documentos firmados en ocasión del restablecimiento de las relaciones diplomáticas entre ambos países. En el mismo párrafo agregó que no apoyan la independencia de Taiwán pero espera que las diferencias puedan resolverse pacíficamente. La posición del Presidente Biden y las explicaciones de Blinken apuntaron a desalentar cualquier intento de Beijing de invadir Taiwán y lograr su anexión por la fuerza.

El Gobierno chino ha intensificado en los últimos años su retórica nacionalista contra el pasado colonial y planteado la necesidad de una pronta reunificación. Este discurso está acompañado por la fortificación de los islotes en el Mar de la China y los vuelos amedrentadores de aviones militares cerca de Taiwán. A estos hechos se suman las medidas adoptadas en Hong-Kong para restringir la libertad de expresión y la persecución a los defensores de derechos humanos, y la actitud de complacencia con la ocupación y devastación del territorio ucraniano por el ejército ruso. Las declaraciones del Gobierno han condenado a la NATO y los Estados Unidos por la ayuda a Ucrania a pesar de repetir su apoyo al principio de soberanía e integridad territorial como si solo tuviera validez en función de sus propios intereses.

Taiwán estuvo ocupada por Japón en el período 1895/1945. El Gobierno de la República de China tomó control de la isla a pesar de la resistencia interna al finalizar la II Guerra Mundial. Chiang Kai-shek se instaló en la isla después del triunfo del Ejército Rojo y la proclamación de la República Popular China en 1949 donde gobernó con mano férrea hasta su muerte en 1975. Las primeras elecciones libres tuvieron lugar en 1996. El establecimiento de relaciones diplomáticas entre la RPC y los EE.UU. terminó con la dualidad y abrió una etapa de coexistencia donde se pensaba que los conflictos y posterior reunificación podrían resolverse a través del diálogo y de la política de Una China Dos Sistemas.

La intensificación de los conflictos entre EE.UU. y China conllevan un riesgo cierto para mantener la paz y la estabilidad en la región Indo-Pacífico. Todo intento de violentar el statu-quo tendrá repercusiones mucho más graves que la guerra provocada por Rusia para todo el mundo porque involucrará a las dos potencias hegemónicas. Es de esperar que China contenga su beligerancia, haga uso de su paciencia milenaria y potencie la convivencia que la ayudó a superar el atraso y alcanzar el actual nivel de desarrollo.

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