Corbyn y May

Columna
El Mundo, 19.01.2019
José Ignacio Torreblanca

Jeremy Corbyn, en el centro de la bancada, escuchando a Theresa May, de espaldas. AFP

El 23 de mayo de 2016, Jeremy Corbyn publicó en sus redes sociales una fotografía en la puerta de su colegio electoral que acompañó del siguiente mensaje: "Acabo de votar a favor de la permanencia. La UE es el mejor marco en el que afrontar los desafíos de nuestro tiempo". Un mensaje idéntico al de Theresa May, entonces ministra del Interior en el Gabinete de David Cameron, que durante la campaña del referéndum del Brexit no sólo anunció que votaría a favor de la permanencia por ser "lo mejor para el Reino Unido", sino que compartió su temor por las consecuencias económicas, de seguridad e incluso territoriales de una salida ("abandonar la UE", dijo, "acabaría con la Unión con Escocia").

Ahí los tienen: May estaba a favor de la permanencia en la UE pero decidió gestionar la salida a cambio de ser la primera ministra que liderara esa salida. Igual que Corbyn, que también estaba a favor de la permanencia, pero ha renunciado a promoverla para no cerrarse las puertas de Downing Street. Los dos pensaron que tras el referéndum sólo se podía ser primer ministro si aceptabas el Brexit (o por lo menos si no promovías la permanencia), ya que lo contrario les merecería la acusación de oponerse a la voluntad popular.

Ahora los dos están bloqueados. Una por su cinismo, que le lleva a no querer renunciar al poder por no poder aprobar un Brexit en el que nunca creyó y que no tiene el apoyo de su partido. El otro por su oportunismo, pues espera que el Gobierno le caiga en las manos sin tener que pronunciarse ni a favor ni en contra del Brexit. Pero la realidad es que ninguno de los dos puede ser primer ministro, que el Reino Unido se asoma al abismo de un Brexit sin acuerdo, que la UE va a tener que tragarse el empantanamiento británico y que los millones de personas que votaron por quedarse están huérfanos de líderes y alternativas que representen su deseo de permanencia.

Seas conservador o laborista, la permanencia en la UE es la mejor opción para el Reino Unido: beneficia a las empresas tanto como a los trabajadores, aumenta la influencia del país en el mundo y ayuda a mantenerlo unido. Pero ninguno de los dos partidos es capaz de ofrecer eso a sus votantes. May no quiere unas elecciones que perdería. Corbyn quiere unas elecciones aunque no sepa para qué. Ella sabe lo que quiere, pero no puede gestionarlo con éxito. Él no sabe lo que quiere, pero también quiere gestionarlo con éxito. ¿Qué ocurre cuando los líderes deciden no seguirse a sí mismos? Justo esto.

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