Corrupción y desfachatez

Carta
OpinionGlobal, 14.03.2025
Ricardo Concha Gazmuri, embajador (r)

A propósito de tráfico de influencias o de conflictos de interés, resulta incomprensible y atrevido que el presidente de Estados Unidos haya promovido en los jardines de la Casa Blanca, una marca de automóviles cuyo propietario no sólo es su amigo, sino también su principal donante y su más conflictivo asesor.

El hecho acontecido refleja el serio desdén hacia las normas nacionales e internacionales, con que el nuevo mandatario estadounidense viene procediendo desde que asumió la presidencia de su país. Recientemente, la Corte Suprema falló que los presidentes de Estados Unidos tienen inmunidad absoluta sobre los actos en el desempeño su cargo. De ahí, probablemente, la desfachatez e impunidad con que actuó Donald Trump en este evento promocional, el cual no tuvo consecuencia judicial para ninguno de los dos actores. Al menos, hasta aquí, tan solo han recibido críticas de la oposición. Ni siquiera alguna del oficialísimo.

Contrariamente a la escasa fiscalización y respeto que parece existir en Estados Unidos, respecto de la probidad y ética en los actos públicos de sus autoridades, los chilenos nos debemos sentir satisfechos por el adecuado funcionamiento de nuestro ordenamiento jurídico, el que, por medio del Ministerio Público, investiga debidamente sospechas o denuncias de tráfico de influencias o corrupción contra políticos o personeros de cualquier poder del estado.

Desgraciadamente, hoy más que nunca, huelgan los casos y ejemplos que avalan lo sostenido en el párrafo que antecede. La lista es larga e incluye al presidente de la República, a la presidenta de la cámara de diputados y a una ex ministra de estado, entre otros.

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